Capítulo 24: Unión

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—Veg, ¿estás seguro de que quieres volver? —preguntó tomándolo del brazo. El Saiyan sólo se limitó a soltar aire—. Sabes que te apoyaré si te dicen algo feo, pero no quisiera que te exaltaras nuevamente. Tal vez Tarble está acostumbrado a tu tono de voz, pero hay otros niños...

—Kakarotto, si la hicieron llorar una vez más, ten por seguro que no me quedaré callado. Estoy harto de todos.

—Veg...—colocó sus manos en los hombros del mayor, mirándolo de frente—. Pero... ¿qué pasará?

—No los necesito en mi vida—comenzó a caminar, Goku tenía una clara preocupación en su rostro que el más bajo decidió ignorar—. En mi familia sólo somos cinco.

—¿Cinco? —repitió, su suma no concordaba con la de más bajo. Apresuró su paso al ver que se había adelantado.

—¿Pensabas que no te iba a incluir en mis cuentas?

—¿Eh? —se detuvo, sintiendo sus mejillas sonrojarse y aumentar el calor en su rostro—. ¿Él me considera parte de su familia?

—¿Por qué te detienes? —volteó a verlo, con una sonrisilla—. ¿No ibas a acompañarme?

—Sí, iré—bajó la mirada, ocultándose con su flequillo. Fue interceptado por el Saiyan, que trataba de tomarle la cintura—. Veg, no hagas eso, ¿y si nos ven?

—Hmph...—soltó aire—. Vayamos adentro.

Goku se sintió extraño al verlo retirándose. Vegeta tenía la manía de acorralarlo, utilizar frases seductoras o coquetas para hacerlo sentir nervioso y siempre sellaba esos momentos con un beso. Pero en ese instante, Vegeta sí estaba verdaderamente preocupado porque su familia no se entere de su relación.

¡Y cómo no! Ya le había tocado presenciar cómo hacían comentarios por el simple hecho de que era doncel. Y, al menos para ellos, no reducía ese valor que le daban el hecho de que era heterosexual. Cuando se enteren de que Vegeta era en realidad bisexual, estando en una relación con un chico, aquellos comentarios se dispararían a extremos que prefería no imaginar.

Al final, para el Saiyan, sus comentarios hacia él eran lo de menos. ¿Pero sus padres? Aquella mujer sufría mucho al oír cómo trataban a Vegeta, y cómo su hijo solía responderles. Después de todo, Vegeta podía ser capaz de soportar todo por su mamá.

—Hay demasiado silencio—comentó de repente el Saiyan. Goku salió de sus pensamientos para verlo, prestó atención a su entorno y se dio cuenta de que decía la verdad.

—¿Crees que se hayan ido?

—No tengo idea—miraron al pequeño Tarble sentado en la sala, viendo su película favorita mientras comía un trozo de pastel—. Enano, ¿dónde están?

—Abuelita habló con mamá, y después ella y los tíos se fueron—el mayor empuñó sus manos, un diminuto y quedito gruñido se escapaba de su garganta—. Mamá se está bañando.

—Kakarotto, cuídalo. Iré a hablar con ella—el Son lo detuvo estirándolo de la manga de la chaqueta—. Estoy seguro de que está en cama, llorando. Iré a consolarla.

—Veg... —posó su mano sobre su hombro—. ¿No prefieres que vaya contigo?

—Ahhh—soltó aire—. Creo que yo soy quien debo de hacerlo.

—Vegeta, lo haré yo—soltó a su novio y comenzó a caminar—. No te preocupes, después de todo, ahora... somos... familia...

Arigato, Kakarotto.

Goku caminó despacio al piso de arriba, pensando mientras subía las escaleras las palabras correctas para hablar con la mujer. Se detuvo frente a la puerta de su recámara, oyendo un diminuto llanto desde adentro. Tocó la madera con su puño, un pequeño toc toc, lo suficientemente audible para ella.

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