Capítulo 9: Hipocresía

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-Goku, iré a trabajar-avisó asomándose a la habitación, su voz era baja y serena-

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-Goku, iré a trabajar-avisó asomándose a la habitación, su voz era baja y serena-. Llámame si necesitas algo.

El menor no dijo nada, sólo seguía viendo hacia el techo con la mirada perdida, habiendo escuchado perfectamente a su madre. Gine no lo dejó volver a la escuela, aterrada de la idea de que nuevamente era acosado por sus compañeros. Y con buena razón, cuando el adolescente se había quitado la camisa notó los moretones en su torso.

Además, había escondido todos los objetos punzocortantes de la casa; eso incluía tijeras, cutters, y artículos de oficina, así como también ocultó los cuchillos de la cocina e incluso los tenedores. Gine temía seriamente por la integridad física de su hijo, consciente de que el menor podía llegar a ser más extremista.

Sin embargo, para Goku no era fácil esa última opción que tomó la mujer. Necesitaba desahogarse, estaba teniendo una crisis de ansiedad a causa de reprimirse. Odiaba con toda el alma arañarse los brazos y el rostro, necesitaba sentir el filo de la cuchilla contra su piel, ver la sangre escurriendo de su brazo y tocarla, jugar con el líquido carmín entre sus dedos.

Y, así como en sus últimos meses de primer grado, se comprometió con su mamá a estudiar por su cuenta para sólo presentar un examen final de acreditación. Gine se rehusaba a que volviera, por más que se lo discutió e insistió en que "todo estaba bien" ella sabía que no era así. Era así que ahora el menor se dedicaba a estudiar en casa.

Soltó un bufido de desesperación, las cobijas lo ahogaban pero sentía demasiado frío sin ellas. Ese mes encerrado en su habitación, sin salir para nada, lo tenían agotado. Rascó su cabeza y se levantó con pesadez de la cama, levantó su brazo derecho y se olió un poco, colocando una mueca de desagrado al percibir un mal olor proviniendo de él. Había reducido sus baños a tres por semana, por lo que ahora que llevaba dos días sin ducharse sentía que verdaderamente necesitaba uno.

Buscó ropa en su cajonera y se metió bajo la regadera. Su cuerpo desnudo era acariciado por el agua tibia. Soltó un suspiro, y con la llave abierta fue deslizándose hasta llegar al suelo frío. Se quedó sentado, recordando demasiado a su chico de ojos azules. En esas últimas semanas había tenido demasiados sueños con él.

Algunas pesadillas, donde a él le ocurría algo en su viaje dentro del avión, o algún accidente en una zona cualquiera de Francia. Otros donde ambos se tenían que despedir, donde al final Goku caía por un abismo sin poder alcanzar la mano del mayor. Incluso una ocasión soñó que tenía su boca cosida y no podía gritar para atraer la atención del más alto que se alejaba.

Pero otros... En otros sueños se veía en situaciones más íntimas. Soñaba que la tarde en su casa 17 se despojaba de todas sus prendas húmedas frente a él, para después acercarse y besarlo profundamente estando desnudo. En otras soñaba que llegaba más allá, quedando ambos sin ropa y rozando sus entrepiernas en un vaivén rítmico.

-Demonios-miró su entrepierna, había reaccionado ante los recuerdos de sus sueños.

Pero, ¿cómo no evitarlo? Aquel chico era demasiado atractivo físicamente, y aunque nunca tuvo el gusto de verlo descubierto, sí tuvo la oportunidad de besarlo, acariciar su espalda mientras sus respiraciones se mezclaban y volvían una sola. Bajó su mano, y dejó que cada una de las partes de su cuerpo reaccionara mientras su mente divagaba en fantasías, unas donde aquel chico, cuyo apodo era 17, aparecía.

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