Capítulo 19: Conexiones

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Abrió sus ojos con lentitud, encontrándose con una tenue luz entrando por la ventana. Miró a su alrededor, identificando aquel lugar donde se encontraba. Era inconfundible, la habitación de Vegeta estaba llena de libreros y un poco de desorden en el suelo. Además, había envoltorios de botanas en la mesa de tareas.

Se quedó admirando un rato las paredes, recordando un poco. Empuñó la tela de la sábana con sus manos. ¿Acaso había sido un sueño todo aquello?, ¿y si habían discutido o quedado sólo como amigos, y él soñó la resolución que había querido? No, imposible; aquellas palabras dichas por el más bajo fueron tan reales.

Miró la puerta cerrada, y después vio hacia el suelo donde estaba la mochila de Vegeta. Si eso había sido un sueño, entonces aquella canción no existía, ¿cierto? O quizá sólo se trataría de la memoria de una canción que vagamente oyó alguna vez.

Aprovechándose de la soledad de la alcoba, se levantó y caminó hacia su mochila. La abrió y sacó la carpeta azul, esa donde recordó haber visto que metió la hoja. Para su sorpresa, no había nada aparte de hojas blancas y un examen del semestre anterior. Rebuscó entre los libros, pero tampoco pudo encontrarla.

Bajó la mirada, dejó las cosas en su lugar y soltó aire. Quizá sí había sido un sueño, uno muy bonito pero irreal. Vio hacia la mesita de noche, donde había un vaso con agua. Al aproximarse se dio cuenta de que alrededor de éste había un charquito de agua, mismo que se formaba cuando un recipiente estaba frío o tenía hielo dentro derritiéndose.

Decidió aclarar sus dudas yendo hacia la planta baja donde seguramente el Saiyan estaría. Y no se equivocó, él estaba pacientemente preparando un sándwich, tenía todos los ingredientes postrados sobre la mesa. Al notar su presencia en el marco de la puerta, el de menor estatura alzó su vista y después sonrió.

—Ah, Kakarotto. No te desperté porque te veías cansado. ¿Quieres un emparedado?

—Sí, por favor—se sentó y miró todo lo que había en la superficie.

—Ten, toma este—colocó la última pieza del pan y le extendió el plato.

—Gracias, Vegeta—se enfocó en la hoja y el lápiz que había en una esquina de la mesa. Intentó leer el título, pero por la lejanía no podía distinguir si las líneas eran de un pentagrama o de una guía para escribir normal.

—¿Quieres leche o jugo de uva?—dijo antes de terminar de preparar su sándwich.

—Jugo está bien—el mayor le sirvió—. Gracias.

—De nada—se sentó frente a él—. Estaba intentando agregar unos nuevos acordes. Creo que más o menos tengo una idea para la nueva estrofa. Pero no soy bueno con las rimas.

—¿Entonces... no lo soñé?—susurró. El mayor levantó la mirada, apenas iba a morder su emparedado.

—¿Soñar?—repitió, Goku bajó la mirada con vergüenza—. Entonces me permitiré refrescarte la memoria—se levantó y caminó hacia él, tomó su rostro entre sus manos y unió sus labios. Al terminar, Goku sólo bajó la mirada totalmente apenado—. No sé, siento que todavía no queda claro—volvió a aproximarse a su rostro y lo besó—. Aún noto un poco de duda...

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