Capítulo 20: Serenidad

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—Zeshin, ¿quieres que te sirva más panqueques?—preguntó con una sonrisa. El pelinegro negó, sin despegar la vista de su teléfono—. ¿S-sigues investigando sobre cómo hacerlo?

—Sí—alzó la mirada, para mirarlo con burla ante su vergüenza—. ¿No quieres?

—E-es que... ¿será muy difícil?

—Bueno, tampoco es sólo meterlo y sacarlo. Es la vida real, no película porno—el rubio se sonrojó completamente tras esa frase, no obstante también rio por la broma. Zeshin tenía una peculiar forma de decir las cosas sin filtros.

—Oye, sé que ambos nos hemos hecho pruebas sobre ETS desde antes que comenzáramos a salir, y que salieron negativas. Pero, ¿aun así quieres que pase a la farmacia por... ya sabes?

—Lo mejor sería seguir usando. Aunque tanto tú como yo hayamos usado con otras personas, por higiene es preferible. Puedo pasar yo en mi hora libre. Eres demasiado conocido, puede empezar un escándalo sólo por eso. No quisiera que te afectara en algo una situación así—terminó aquel jugo de naranja que Barry le había hecho esa mañana—. Iré a lavarme los dientes para que nos vayamos y...

Sin haberse dado cuenta, el mayor había rodeado la mesa para llegar a su lado y darle un beso. Barry podía saborear un poco el sabor cítrico de la bebida que recién terminaba. Al terminar unió su frente con la suya.

Aishiteru—le dijo con una sonrisita. Zeshin volvió a besarlo, levantándose de la silla para poner contra la mesa al más alto.

Aishiteru—respondió. Siguieron besándose un largo rato, hasta que el pelinegro se separó—. Se me hace tarde para mi primera clase.

Corrió hacia la habitación que compartían, mientras Barry sólo lo veía con una sonrisa.

***

—Vegeta, ¿ya terminaste el problema?—preguntó en voz baja, dándose cuenta de que el mayor estaba jugando un videojuego.

—Claro, déjame ver—tomó el cuaderno del Son, para dar un vistazo rápido al conjunto de números y operaciones—. El signo del inicio da negativo. Multiplicas, da menos cinco; factorizas la diferencia de cuadrados, y el resultado da más menos raíz de cinco—explicó, para volver a concentrarse en su videojuego.

—¿Eh? —analizó las palabras del mayor, tardando un poquito en comprender todo lo dicho. Cuando lo hizo, sonrió y corrigió los números, terminando así el ejercicio.

Se le quedó viendo unos segundos, ese chico tenía una gran capacidad intelectual que seguramente no sacaba adelante. Vegeta volteó al sentir la mirada fija sobre él; le dedicó una sonrisa ligeramente seductora, sacándole un sonrojo de nerviosismo.

La clase terminó, así que salieron del aula con calma. Goku notó las miradas curiosas de las personas que estaban todavía estupefactos de la presencia de un doncel en aquella escuela. La mano de Vegeta tomando la suya le brindaba un poco de confianza.

No obstante, todavía tenía un poco presentes las miradas burlonas que algún día recibió. ¿Y qué había de las risas a sus espaldas? Como cuando decían cosas sobre su aspecto físico, se reían de su estupidez o juzgaban que se había enamorado de un chico. No soportaba esa clase de cosas, habían orillado a que se alejara de todos y dudara de sí mismo.

—Kakarotto—lo sacó de sus pensamientos con su voz—. ¿Dónde está el vestidor?

—Es la puerta de aquí—señaló una donde el letrero superior estaba ligeramente borrosa.

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