Natalia Prov:
Ahí estaba, mi corazón y mi pasado expuesto frente a esa chica que no sabía si me quería, o en su defecto, si me aceptaría; el problema es que para estas alturas del partido ya no podía volver a esconderme, menos esconder al pequeño Jahkob, mi pequeño casi que se había enamorado de Makis. Solo podía ver la cara de ella, mirándome como si estuvieras intentando leer un mapa, con una carta abierta
-Comprendo si no quieres nada, no es fácil tener que enfrentar a alguien con un pasado tan grande y mucho más difícil lidiar con alguien con un hijo, pero Makis, dime algo, por lo menos dime que no quieres saber nada de mí, pero dime algo -mi voz sonaba quebrada, y es que después de confiar tan plenamente en ella, me daba miedo y me dolía el hecho de que ella pudiera salir corriendo; no podía hacer más que mirarla aterrada, con los ojos nublados por el más puro terror.
-Entiendo, iré a ver si mi hijo está durmiendo, cuando salgas cierra la puerta por favor – no espero respuesta, solo me giro sobre mis talones para salir corriendo escaleras arriba, no dudé en cerrar la puerta de la habitación de Jahkob, entrando con la máxima delicadeza posible, adentrándome a la penumbra mientras silenciosamente seco mis lágrimas.
- ¿Ya la besaste Mami? – escucho la voz emocionada de mi hijo, él se gira para mirarme, encontrándome infraganti mientras me limpio las lágrimas, su carita se transforma de inmediato, arrodillándose para tomarme del rostro - ¿Qué pasó? ¿Vino papá? ¿Te hizo algo? Mamita, yo te puedo defender, de verdad que puedo.
-No mi amor – no dudo en abrazarlo para estrecharlo contra mi cuerpo, acomodándome a su lado para acunarlo entre mis brazos – No pasó nada, tu papá no está aquí, solo, que a veces me recuerdo de las cosas que me hizo y se me escapan las lágrimas.
- ¿Necesitas un besito mami? – su voz tierna me relaja, su voz me hace olvidar el hecho de que Makis, probablemente ahora se esté yendo, y que probablemente, sería la última vez que la vería como algo más que mi alumna, porque esto significaba nuestro fin.
-Por favor bebé, dame un besito por favor -el chiquitín se me abalanza al cuello, dejándome fuertes y sonoros besos en la mejilla, empezando a repartir varios por toda mi cara, él es mi pequeño ángel, mi más hermoso tesoro y no importa lo que haga, siempre lo tendré a mi lado, siempre será esa parte de mí.
- ¿Te quedas a esperar a que me duerma? – ese enano tramposo sabe cómo ponerme de cabeza, sabe cómo puede conseguir todo de mí, con esa tierna carita, haciéndome olvidar al instante que Makis estuvo aquí, que ella de seguro ya había salido por esa puerta, dejándome en la más profunda soledad.
No dudé en atusar su cabello negro, tan suavemente que poco a poco sus ojitos empezaron a cerrarse, centrándome en sus mejillas que se sonrojaban por el calor que emanaban sus ropas de cama, quedándome un buen tiempo ahí, hasta que tengo una certeza de que Makis no estará abajo, y que Jahkob estaba completamente dormido, hasta que simplemente me puedo poner de pie y me puedo ir. Quería recostarme, recostarme y olvidar esta odiosa noche, pero sabía claramente que tenía que limpiar todo lo que habíamos ensuciado, tenía que lavar los trastes y guardar todo en su lugar, además de ordenar todos los expedientes que tendría que revisar mañana con los internos, cabe destacar, que, en el grupo de revisión de los expedientes, estaba Makis.
-Natalia – parecía que el mundo completo se había detenido con esa voz.
- ¿Qué haces aquí? - Pregunto desde el pie de la escalera, siendo casi imposible de mí mismo lugar.
-Yo... yo no quería irme... yo no quiero irme – solo eso bastó, mis pies se movieron solos hasta estar a su altura, hasta que mis manos la tienen fuertemente aferrada de la cintura, hasta que siento su respiración mezclarse con la mía, pero ella no dio el salto de confianza que esperaba, haciéndome entender algo.
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Si Doctora - (Ventino) [Makia]
RomanceUna noche de sexo no debería significar más que eso, pero si el destino se empeña en juntarlas, quizás no deberían hacer oídos sordos.