Capítulo 31 - Una página en blanco.

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Jahkob comprendió su error cuando llegó el tercer día y su madre no abrió los ojos, quizás había sido muy brusco con la cabecita golpeada de ella, quizás su cerebro había hecho pum como esa televisión de su habitación que explotó cuando se estaban mudando porque él la había zarandeado con más fuerza de la debida, quizás la cabeza de su mamá estaba cansada de tanto pensar y había decidido apagarse como lo hacía la consola de video juegos cuando llevaba mucho tiempo usándola, quizás...quizás...quizás. Cualquiera fuera la suposición correcta, él no la sabría, porque su madre no había despertado en tres días, y no parecía tener intenciones de despertar.

—Jahkob. — Escuchó su nombre desde atrás, de seguro era su mami Makis, o su tía Camila, ellas eran las que siempre se preocupaban por él, o quizás esa compañera de su mami Makis, ¿Juliana?, ella también había estado muy preocupada por él, de hecho, muchas veces había llegado con un chocolate caliente para cuando no podía dormir. — Jahkob, necesitas dormir. — No, no era ninguna de ellas, era esa doctora rubia que siempre le miraba triste, como lo hacía él cuando rompía algún jarrón y su madre lo regañaba; ¡Dios, como extrañaba que su madre lo regañara!

—No tengo sueño. — Dijo él con la voz quebrada, mirando a su madre por el cristal de su puerta. — No puedo dormir si mamá no está conmigo.

—Puedo llevarte donde Makis, ella está con Constanza, le está ayudando a dormir. — La rubia se arrodilló a su lado poniendo la mano sobre el pequeño puñito del niño. — La doctora Juliana cubrirá el turno de noche y ayudará a tu madre y a tu hermanita.

Los puñitos del pequeño se apretaron, se volvió a sentir tonto, un completo tonto. — ¿Coni sigue malita? — Sollozó.

—No, no está tan malita. — Intentó consolarlo la rubia. — Solo estaba inquieta, ella también quiere ver a Natalia y no se estaba quita.

Los ojitos del niño se llenaron de lágrimas, había querido hacer algo bien y nada había resultado como quería, su hermanita había sufrido las consecuencias de un sobre esfuerzo, porque Coni era eso, su hermanita; su madre había empezado a sacudirse como loca y luego no se había movido más, ella se había quedado tan quieta como cuando dormía.

—Fue mi culpa. — Sollozó, dejando caer sus lagrimitas al suéter que portaba. — Yo le hice daño, yo la lastimé, a ella y a mi hermanita, a mi Coni.

Olga se vio reflejada en los ojitos llorosos de ese niño, y comprendió que era injusto que él se culpara cuando la real causante de todo esto, era ella, ella había sido la que había causado tanto dolor en ese pequeñito que ahora se culpaba injustamente por los errores ajenos. Ella se arrodilló a su lado y como si de un ensayo se tratase, él niño se aferró a su cuello como si ella fuese una tabla que le mantendría a flote fuera del agua.

—No fue tu culpa mi niño. — Le respondió con la voz quebrada, acariciando con temor la espalda que ese niño que se movía fuertemente, motivo de sus sollozos. — Tu no pusiste a tu madre sobre esa camilla, no fuiste tu quien le hizo daño.

—¿Qué le pasa? — Preguntó desesperado, nadie le daba información. — ¿Por qué no despierta? ¿Por qué mi mamá se movió así antes de dormir? ¿Por qué nadie me dice nada?

Los sollozos del pequeño se habían escuchado hasta el final del pasillo, donde las curiosas enfermeras le miraban con un poco de pena, incluso con lástima, así también, cada doctor que veía la desgarradora escena se volteaba al lado contrario para poder lidiar con la situación que mantenía a todo el hospital en ascuas.

—Eres muy pequeño mi amor, — le explicó la rubia con paciencia, intentando que sus propias lágrimas fueran empujadas al final de su ser, — esa es información que no puedes manejar tu siendo tan chiquito.

Si Doctora - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora