Capítulo 24- Con la niña podemos dañarla.

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Makis Prov:

Díganme idiota, me lo merezco, pero aquí estoy de nuevo, en la casa de Natalia, haciendo una rica cena para poder comunicarles la noticia a los niños; creo que Jahkob supone algo, porque desde que llegué con Coni, a eso de las 8 de la noche, él pasa corriendo por fuera de la cocina y me mira con el ceño fruncido, aunque no me dice nada, su carita rechoncha me deja ver que algo tiene en mente.

Unos brazos rodean mi cintura con delicadeza y nos labios impactan con delicadeza en mi cuello. — No tienes idea de lo mucho que amo verte cocinar, parece como si flotaras.

Una risa estrepitosa sale de mis labios. — Muy lindo, pero si no me sueltas, dudo que pueda quedar rico esto. — Sus manos me giran con rapidez, encontrándome de frente con la más hermosa constelación formada en el puente de su nariz. — Nati, si no me dejas terminar esto, los niños no comerán algo rico y estarán de mal humor.

—Ellos jamás podrían enojarse con alguien tan hermoso como tú. — Sus labios dejan un suave beso en la punta de mi nariz, causándome cosquillas de inmediato. — Te amo princesa.

Sus labios bajaron con tanta delicadeza que me fue repentino el subidón de energía que me dejó en las nubes, eso que solo causaba ella y sus mágicos labios, es por eso por lo que me fue imposible separarme de ella, solo podía mover mis labios al compás de los de ella, buscando la posición más cómoda para seguir prendada de sus labios, para seguir besándola como si ya no la fuera a ver.

Risas lograron que nos separáramos, encontrándome con Coni tapando los ojos de Jahkob, quien se reía con las manos tapando su boquita. — Te dije que, si se daban de besos, mi mamá sonreía.

—¿Entonces por eso estaba triste Makis? ¿Por qué tu mamá no la besaba? — Sentía mis mejillas arder, pero ellos parecían tener su propia conversación, sin prestar atención a nuestras caras hirviendo de vergüenza.

—Así es, — Jahkob, orgullosamente parecía explicar como hizo reaccionar a su madre. — Es que mamá es muy lenta, y ella no entiende que los adultos son un poco brutos cuando se trata de cosas importante. — Sus pequeñas manitas se juntaron y ambos se miraron con sorpresa. — ¿Puedes creer que no se saben las palabras mágicas? Se la tuve que revelar porque si no, mami no le hubiera vuelto a dar de besitos a mamá.

—¡No lo puedo creer! — Exclama completamente horrorizada Coni.

Natalia toma el valor que yo no tengo para enfrentarse a los enanos que ignoran completamente nuestra presencia en la escena. — Muy bien, basta de reírse de los adultos, ustedes deben lavar sus manos y poner la mesa para que podamos cenar.

Coni sonríe en dirección a mi y de manera inconsciente me dice. —¿Qué hiciste de cenar mami? — Al darse cuenta de como me llamó, sus manos cubren su boca casi con temor de lo que dijo, plasmando el terror en su rostro a la espera de mi reacción.

Natalia y Jahkob me miran, esperando a que diga algo que pueda lo que siento en ese momento exacto. — ¿Por qué le dijo mami? — Pregunta el pequeño al ver que mis ojos no se despegan de los de Coni.

—Yo...yo...yo lo...lo siento. — Veo que los ojitos de Coni se comienzan a nublar, y su brillante iris está siendo opacado por un grueso manto de lágrimas.

No lo aguanté más, simplemente caí de rodillas frente a ella, igualando su altura en el acto; mis brazos, por iniciativa propia rodearon su pequeña cintura y la estrecharon contra mi cuerpo, sintiendo como su pequeño y frágil cuerpo irradia un calor abrazador, casi imposible de creer para su tamaño.

Mis labios impactan en su mejilla antes de susurran con voz ahogada en sentimientos. — Hice tu comida favorita. — Con delicadeza atusé su cabello, uniendo nuestras frentes en el acto. — Tallarines a la italiana.

Si Doctora - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora