Capítulo 5 - Eres quien siempre esperé.

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Makis Prov.:

No sé qué demonios ponerme, desde hace tiempo que no me pasaba esto, desde que entré a estudiar medicina, simplemente me olvidé de las citas, me olvidé de las salidas con amigos y me olvidé de que te quizás tenía ciertas necesidades. Hasta que llegó Natalia Afanador, con ese prominente escote, con esos labios siempre de un color diferente, con esa maldita sonrisa que te derrite, con esos labios que no hacen más que llamarme para besarla, porque no lo iba a ocultar, ella me encantaba y por mucho que supiera que todo esto estaba mal, ya no podía seguir negando que lo quería y la quiero a ella.

-Carajo – es lo único que suelto para cuando me doy cuenta de que la hora se está pasando y yo sigo en ropa interior. Elijo un vestido simple, no quiero ir muy formal, pero quiero verme espectacular, unos tacones y un abrigo, apenas termino de aplicarme el maquillaje suena el timbre de mi departamento, así que camino a paso rápido hacia esa puerta, con el corazón apretado por alguna razón.

-Makis, te ves hermosa – escucho decir a la doctora Afanador, pero yo estoy como una boba mirándola, esa tenida de dos piezas la hace ver como un ángel, por no decir, perfecta. La falda poco más arriba de las rodillas deja ver parte de sus hermosas y contorneadas piernas, sin mencionar que marca esa perfecta figura, la blusa blanca fajada con la misma falda marca su busto, haciéndolo ver voluminosos por los dos botones desabrochados que lleva, dejando expuesto ese hermoso y largo cuello blanco, sus labios pintados de rojo vino, sus ojos perfectamente delineados, su cabello parcialmente recogido, dejándome apreciar cada parte de su rostro, su cartera colgada delicadamente en su hombro derecho y su abrigo cuidadosamente doblado en su brazo izquierdo.

- ¿Makis? ¿Estás bien? – ella da un paso hacia mí, sacándome de esa ensoñación de apreciar su hermoso y delicado cuerpo.

-Se ve preciosa doctora Afanador – le digo avergonzándome en ese momento, esas palabras simplemente se me escaparon, ni siquiera las alcancé a procesar.

- ¡Oh! ¡Vamos Makis! Estamos en confianza – esa maldita sonrisa vuelve a aparecer dejándome sin aliento.

-Disculpe – le digo completamente avergonzada, no quería que me descubriera viéndola como idiota - ¿Nos vamos?

-Así es – ella me abre paso para que pueda cerrar mi departamento, pero apenas lo hago su cuerpo se pega al mío y sus labios me atacan como su fuera el último vaso de agua del mundo y su mano baja hasta que aprieta una de mis nalgas – Te lo dije, estamos en confianza.

La muy maldita, se está riendo de mí, pero no puedo decir nada, solo puedo sentir como su mano me toma para arrastrarme con ella hacia el portal principal, educadamente me abre la puerta del carro para que suba, pero antes de que la cierre me decido a devolverle la jugada, la nalgueo tan fuerte que mi mano arde ante el impacto.

- ¿Me nalgueaste? – pregunta incrédula, solo le lanzo un beso para cerrar la puerta, dejándola tiernamente anonadada por mi reciente acción, cuando por fin decide entrar al carro, la veo sonrojada, por primera vez, haciéndome sentir con poder, solo por el hecho de hacerla sonrojarse.

- ¿Dónde iremos? – pregunto suavemente, ella mi mira y me sonríe, esa sonrisa que solo da cuando está haciendo lo que le gusta, cuando le hace mil payasadas a los niños para que les pierdan el miedo a los procedimientos.

-Iremos a mi casa – dice ella, para cuando ve que voy a reclamar, ella simplemente posa su mano en mi muslo desnudo, haciéndome tragar mis palabras, pero no es un contacto con segundas intenciones, solo lo deja ahí, fijo, y la verdad no me incomoda en lo más mínimo. Cada cierto tiempo la veo voltear a verme, sonriendo cada vez que se da cuenta de que miro su mano con timidez, en un tonto impulso, poso mi mano por sobre la de ella, Natalia solo abre su mano para entrelazar nuestros dedos.

- ¿Estás segura de que me quieres invitar a tu casa? – le pregunto con algo de temor, pensaba que en un principio solo nos conoceríamos, que empezaríamos de apoco.

-Si, creo que ese es en el lugar que se puede decir que soy yo – es hace que todos mis músculos se relajen, ella quiere mostrarme una cara que quizás pocos conocen, me siento privilegiada – Ahí es, Camila vive al lado.

Dos casas majestuosas se ciñen orgullosas frente a mis ojos, la de ella es de un sobrio color gris perlado, hermosa, la de la doctora Esguerra es de color ladrillo, ambas completamente hermosas.

-Te diré, que yo no cociné, no sé hacerlo y no quisiera envenenarte en la primera cita, eso dejémoslo para cuando estemos próximas a ser novias – esa maldita y encantadora sonrisa vuelve a aparecer, es una desgraciada que aprovecha cualquier oportunidad para hacerme suspirar.

Natalia Prov.:

Estaba nerviosa, sabía que traer a Makis a mi casa era un riesgo de que conociera ese secreto tan bien guardado, pero ella me gusta tanto que aun así decidí arriesgarme, además, de que mi bonita amiga me dio una mano para que esta noche saliera perfecta, y lo estaba siendo, solo con tenerla a ella acá.

- ¿Hace cuánto llegaste a la ciudad? – pregunta ella intrigada, sabía que las cajas de embalaje le llamarían la atención, pero el tiempo solo me dio para ordenar un poco y pedir la cena, no alcancé a esconder esas cajas o desarmarlas.

-Ese mismo día que te conocí, creo que fuiste a la primera persona que vi y ya me dejaste embrujada – lanza esa tierna risa que me hace acelerar el corazón, la mesa ya está puesta, solo debemos ir y sentarnos, pero no quiero interrumpir ese momento.

-Vamos a cenar Makis, se nos enfriará la comida – tomo su mano para guiarla a la mesa y sentarla frente a mí, sirviéndole al instante un poco de vino blanco, esto para acompañar la cena de mariscos y pescados que tenía para ella.

-No debiste tomarte tantas molestias – la escucho decir tímidamente, así que no dudo en alargar mi mano para alcanzar la suya, apretando sus dedos con los míos, sonriéndole con la mayor sinceridad posible.

-Nada de esto es una molestia, Makis, vales esto y mucho más, si te he seguido todo este tiempo es porque en verdad me gustas, de verdad quiero poder conocerte y demostrarte que esto es algo que vale la pena, sé que soy mayor que tú, que nuestros cargos son diferentes, pero no me importa, quiero ser yo, pero quiero serlo a tu lado, porque así contigo, es que me siento como yo misma, por primera vez en mi vida – le digo, solo consiguiéndome ese hermoso brillo en sus ojos, ese que cuesta tanto ver.

-Tú también me gustas mucho Natalia -empezamos a cenar, sin dejar de mirarnos, riéndonos de todo y de nada, sintiendo esas idiotas cosquillas en mi vientre cada vez que se ríe de manera genuina, por un momento olvido cualquier miedo, cualquier aprensión, olvido todo solo por tenerla aquí, ella hizo encajar todo en su lugar.

Para cuando habíamos terminado, caminamos hasta el sofá, ese que está frente a una chimenea color caoba, donde pienso poner todas las fotos para cuando desempaque, paso mi mano por su espalda, atrayéndola a mí, solo por querer sentir su calor.

-Gracias por esta velada Natalia, me la pasé excelente – me dice ella mirándome con ternura, no me contengo de subir mi mano hacia su mejilla para acariciarla, quedándome absorta en el ligero sonrojo que poseen sus mejillas, en lo deseable que se ven sus labios mojados por el vino, en lo hermoso que se ven sus ojos brillando.

-Eres quien siempre esperé – susurro acercándome a su boca, hasta estar a ligeros centímetros de sus labios, levanto mi vista ligeramente, viendo más allá de ella, donde veo a Camila entrando a la casa. Presa del pánico porque descubra mi secreto y simplemente corra, capturo sus labios, besándola con ahínco, esperando que esto sirva de señal a Camila para que vaya a su casa. La beso con hambre, pero también con ternura, adentrando mi lengua a su boca con fuerza, recorriendo cada espacio de esa dulce cavidad, con mis manos la empujo hacia mí, sintiendo su respiración chocar con mi mejilla. Con el corazón acelerado por el miedo me empiezo a separar de ella, negándome a abrir los ojos, con miedo de que la realidad me explote en la cara y Makis salga corriendo por eso, con miedo de que mi secreto quede al descubierto si es que Camila no se va.

Si Doctora - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora