ARCO LIZ: Capítulo 1- La espía y una bola de plumas

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*Meliodas*

Tras muchos viajes. Tras muchos dolores de cabeza. Aquí estoy, casi 3000 años después. No me puedo creer que me haya encontrado a Elizabeth tantas veces (105 para ser exactos) y haya sobrevivido emocionalmente. Creo que me merezco una cerveza bien fresquita.

Lo peor no es sobrevivir tanto tiempo, lo peor es ver morir a la mujer de mi vida decenas de veces, cada una más cruel que la anterior. En una de las ocasiones murió sin ni siquiera pasar de la niñez, de un maldito catarro. Su madre es un Demonio. No, ni siquiera, al menos yo que lo soy, no sería tan despiadado como ella. Ahora bien, yo también soy un bocazas por contarle quién es. Menos mal que he aprendido la lección y en otra de las ocasiones en que me la crucé pude estar con ella hasta su vejez. Fue hermoso, lo mejor que me pasó hasta ahora. Pero no es tiempo de lamentos, es hora de asentar la cabeza. En la ciudad en la que estoy ahora no me la he encontrado, así que de momento, estoy tranquilo conmigo mismo. Soy un soldado, de hecho soy un caballero sagrado. Bueno, más bien el capitán de esa orden. ¿Qué cómo he llegado a ser tan guay? Soy el demonio más poderoso, era imposible que no llegara tan alto (en rango, no en altura, sigo siendo tan bajito como siempre).

Voy caminando por la plaza y me pongo a comprar cosas que necesito. Aparte de armas, necesito comer y...beber, claro.

?: Meliodas, menos mal que te encuentro.
Meliodas: mm?...oh, eres tú, Caín.

Caín Barzard. Viejo, bajito, pero muy perspicaz. Parece como si no supiese luchar, pero es el mejor soldado que hay en mis filas. Se hace el tonto, el condenado.

Meliodas: ¿Qué ocurre?
Caín: Parece que vamos a tener una ejecución, Meliodas. Una chica ha intentado infiltrarse en el castillo. Es una espía.
Meliodas: Ya veo. Muy bien, ahora voy.

Una chica...espero que no sea quién estoy pensando, porque eso sería romper mi tranquilidad.

Voy a casa corriendo y dejó todas las cosas en la mesa de la cocina, antes de volver a irme hacia el castillo. Oigo gritos y burlas, con lo que ya sé dónde tengo que ir, por desgracia. Todos los soldados están haciendo un círculo para no dejar que la chica escape (como si fuese tan fácil, estando atada...). Está de espaldas a mí. Parece alta y muy esbelta, con el pelo corto, rosa. Tiene unas manos delicadas y...un cuerpazo. Mierda, yo conozco ese cuerpo.

Soldado: Bueno, entonces guapa, ¿Vas a decirnos qué haces aquí o tenemos que rebanarte el cuello?
Meliodas: No creo que eso sea necesario.

La chica mira hacia donde estoy. Ojos azules, nariz fina y su cara...lo sabía, es Elizabeth. Maldita sea mi suerte.

Meliodas: Dejad de hacer el idiota y soltadla de una vez, sed caballeros de verdad.
Soldado: ¿Y qué pasa si no lo hacemos?
Meliodas: Que tendréis que pasar por encima de mí...y ya sabéis lo que eso significa.

Le lanzó una mirada seria a todos los presentes. Sólo eso basta para acojonarlos. Menos mal que no han visto mi lado demoníaco...

Meliodas: Tú vienes conmigo, señorita.

Me mira con cara de malas pulgas pero acepta sin rechistar. ¿Qué personalidad tendrá esta vez? No parece que sea buena.
La llevo hasta mi casa y la invitó a entrar. Y por fin habla.

Liz: Eh, oye bastardo, ¿Por qué me has ayudado? No te conozco de nada.

La miro. Está medio llorando. Seguramente ha estado asustada todo el rato pero se ha hecho la fuerte, como siempre ha hecho. Por eso la amo tanto. Es buena y dulce y a la vez tan sensata y decidida. Le daría un buen beso si no fuese porque no se acuerda de mí.

Meliodas: Sería un poco injusto que dejara que te mataran. Seguro que no ibas a hacer nada malo.
Liz: ¿Cómo estás tan seguro?
Meliodas: Sólo lo sé.
Liz: Pues eres un ignorante. Seguro que sólo me quieres por mi cuerpo.

Jo, qué borde. A ver, seamos sinceros. Mi Elizabeth siempre ha estado para mojar pan, pero no me enamoré por eso, me enamoré de su personalidad.
Voy por detrás de ella y le toqueteo los pechos para ver cómo reacciona.

Meliodas: Ya, ya, vamos a cenar.
Liz: Idiota!

Me quiere golpear pero lo esquivo. Vale, es una Elizabeth guerrera, me gusta.

Meliodas: ¿Quieres sentarte a cenar? Tengo hambre.

Me mira sorprendida, pero se sienta y se enfurruña. Aunque empieza a comer con ganas. Se ve que no había comido desde hace tiempo.

?: ¿Kwaaa? ¿Y mi comida qué, enano?
Meliodas: Lo que faltaba.
Liz: Mmm? ¿Un pájaro que habla?
?: Y encima traes a una chica a casa sin avisar. Maleducado.
Meliodas: ¿Quieres callarte pajarraco?
Liz: No le trates así! Perdonele, señor pájaro, es un imbécil.
?: Oh, no te preocupes, estoy acostumbrado señorita. Me llamo Wandle.
Liz: Encantado Wandle. Yo soy Liz.

¿Liz eh? Bueno, no está mal.

Meliodas: Voy a por tu comida pajarraco.
Wandle: Enano.
Meliodas: Te voy a comer a la brasa. Con arroz.
Wandle: No te atreverás!
Meliodas: ¿Quieres comprobarlo, bola de plumas con patas?
Liz: Bueno, ya está bien!!! Tú, siéntate a comer y tú Wandle, calladito, yo voy a por tu comida.
Wandle: Muchas gracias, señorita Liz.
Meliodas: Tssssss.

Me pongo a comer y hago que estoy indignado. Pero en realidad me estoy muriendo de risa por dentro. Wandle y yo no nos llevamos tan mal, sólo me gusta picarle de de vez en cuando, pero es muy buena mascota. Liz le da de comer a Wandle y se sienta a comer conmigo.

Liz: Oye, Meliodas...
Meliodas: mmm? (Al fin me va a dar las gracias).
Liz: Eres un engreído!

Me golpea en la cara y me da de lleno. Me caigo al suelo de espaldas. No me lo esperaba para nada. Hasta me ha dolido.

Wandle: Jajajajajajajajajajajajajajaja. Toma eso, enano!!!

Le doy una patada al palo dónde se sujeta y cae al suelo. Pajarraco tonto...miro hacia la puerta y compruebo que Liz se ha largado. Mierda, tengo que ir a buscarla. Por muy fuerte que se haga, no puedo dejar que se marche por ahí.

Me levanto ipso facto y me voy corriendo a por ella.

*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora