* Meliodas *
Mientras recojo el estropicio que ha causado el degenerado intentando poner las manos sobre mi chica, me da por mirarla de reojo. Se ha cambiado nada más llegar y se ha puesto un vestido rojo. Está aún en zapatillas y a medio arreglar, pero aún así, está guapa, ponga lo que se ponga. Ella se da cuenta de que la estoy mirando y me dedica una dulce sonrisa.
Liz: ¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras como un pasmarote?
Meliodas: El rojo te sienta bien.Ella se sonroja.
Liz: Oh... gracias. Quizá no debería habermelo puesto aún, por si me mancho.
Tardamos un buen rato en dejarlo todo bien colocado y adecentado, y entonces, me echa de casa.
Meliodas: Eh!!! ¿Qué pasa??
Liz: Tú vete a la taberna y ven dentro de una hora más o menos. Tengo que hacer una cosa.Hago lo que dice sin rechistar. Entro por la puerta de la taberna y todos mis compañeros están allí. Han puesto un cartelito y todo.
Todos: Felicidades, capitán!!!
Caín: Un hurra por el enano rubio!!
Todos: Hurraaaa!!!Enano dice el viejo mendrugo éste...pero me ha hecho gracia, la verdad. Empiezo a reírme y me uno a ellos. La cerveza fresquita empieza a correr entre las mesas, así como el picoteo.
Caín: No comas ni bebas demasiado, que luego te espera lo mejor.
Una sonrisa ilumina mi rostro. ¿Qué sorpresa me tendrá preparada Liz? Tengo mucha curiosidad. No sé por qué, pero mi lado pervertido sale de la cueva. No, Meliodas, no va a pasar nada serio. Tampoco te montes películas.
* Liz *
En cuanto Meliodas sale de la casa, yo me pongo manos a la obra. Saco el mantel de uno de los cajones del salón y lo extiendo en la mesa, bien liso, para que no se vean las arrugas. Pongo un centro que es como una cestita con un par de velas dentro, pero aún no las enciendo. Pongo los platos, los cubiertos, vasos y servilletas. Saco la cena de la nevera y la pongo a calentar despacio, mientras abro las ventanas para que ventile. Aprovecho el rato para ir arriba y acabar de arreglarme. Me seco el pelo y empiezo a a maquillarme. Nada complicado, sólo un maquillaje natural y me pongo unas gotitas de perfume en el cuello y las muñecas. Me pongo pendientes y un collar a juego con el vestido. Obviamente no son rubíes, son imitaciones, pero dan el pego que da gusto. Los pendientes son como dos lágrimas, mientras que el collar tiene forma de corazón.
Cuando bajo, la comida está templada, así que voy apartando las cosas del salón y poniendo el cartelito de cumpleaños.Al final, me sobra tiempo, con lo que me siento en la mesa a esperar a que llegue el cumpleañero. Sorprendentemente, no tarda nada. Parece que estamos coordinados hasta para eso.
Cuando entra, su cara es de sorpresa y estupefacción. Me levanto de la silla y voy hacia él con una vela.Liz: Muchas felicidades, señor Meliodas.
Meliodas: Guau, ésto...es increíble Liz. Gracias. Hacia mucho que no hacía una fiesta por mi cumpleaños. Creo que es el mejor de mi vida.
Liz: Qué exagerado...
Meliodas: No, en serio, mil gracias.Me sonríe y yo me sonrojo. De hecho, empiezo a tener calor.
Liz: Ejem...bueno, siéntate, voy a servir la cena. Espero que vengas con hambre.
Meliodas: De hecho sí. Caín me dijo que no comiese mucho, así que no he comido nada para llegar e inflarme a comer.
Liz: Qué agradecido.
Meliodas: ¿Y el plumero?
Liz: ¿Plumero?...Oh! Te refieres a Wandle. Lo he mandado a casa de Caín.Meliodas levanta una ceja y yo me doy la vuelta para coger el asado y meterlo al horno un momento. Cuando me doy cuenta, lo tengo detrás de mí.
Meliodas: ¿Necesitas...ayuda?
Casi se me cae la bandeja. Se ha acercado tanto a mi oído y me lo ha dicho de una manera tan sexy, que me han fallado las piernas.
Liz: He dicho...que te quedes sentado...
Se lo he dicho de espaldas. Él me coge de la mano y me da la vuelta para mirarme a la cara. Debo ser un tomate viviente ahora mismo.
Meliodas: Perdón, no quería asustarte.
Me sonríe dulcemente. La verdad es que hoy está especialmente guapo. Se ha puesto traje. Ha dejado la chaqueta en la silla. Lleva una camisa blanca, con algunos botones sin abrochar. Se le ve algo el pecho musculoso. Para tener la apariencia de un niño, es impresionante como es por dentro...Liz, respira hondo.
Se pone de puntillas para besarme en la mejilla. Yo me quito los tacones para que no tenga que subirse demasiado.Meliodas: De verdad...muchas gracias.
Liz: De...de nada.Él me coge suavemente de la cintura y su nariz está pegada a mi mejilla, justo dónde me ha dado el beso antes. Deja un rastro de besos pequeños y llega a la comisura de mi boca. Pega su nariz a la mía y nuestros labios están a milímetros. Yo empiezo a respirar medio desbocada. No nos atrevemos a dar el paso, aunque nuestros alientos delatan la pasión interior que sentimos. Él empieza dándome un pequeño beso en los labios para luego morderme suavemente el labio inferior. Yo le devuelvo el beso. Ahora nuestros labios van acompasados. Primero con dulzura, luego con pasión desenfrenada. Él me arrima más a su cuerpo y sus manos suben por mi espalda, como acariciándome, lo que me provoca escalofríos. Él abandona mis labios para oler mi cuello y empezar a besarmelo. Yo inclino la cabeza hacia atrás y le agarro del pelo. Mi respiración es como un tornado y se vuelve aún más ardiente cuando él desliza las manos por debajo del vestido para acariciarme los muslos y las nalgas. Yo le acabo de desabrochar la camisa y él se la quita y se desabrocha el cinturón. Mis manos pasan a su torso desnudo, mientras él se deleita deslizándome el vestido hasta la cintura para poder tener acceso a mis pechos. Empieza a besarme dulcemente y yo gimo. Él se excita por mis sonidos de placer absoluto y me baja el vestido de un tirón. Me sienta sobre la encimera y yo subo las piernas. Él me besa los muslos desde la parte externa hasta la interna. Y ahí empieza mi tortura sexual. Y mi pesadilla. Cuando empieza a subir lamiéndome uno de los muslos para llegar a mi intimidad, me entra el pánico y sin querer le doy un patada.
Meliodas: Auuuuch!!! ¡¿A qué ha venido eso?!
Cuando me mira, se arrepiente. Me ha gritado, pero en realidad es una tontería, puesto que ha sido culpa mía. Estoy llorando a mares y tiemblo cual animalillo asustado.
Liz: Per...don...no era...mi... intención.
Me pongo a llorar histérica, pero él reacciona rápido. Me tapa con una manta y me abraza.
Meliodas: Shhhhh. No pasa nada. La culpa es mía. Debí saber que no estabas preparada, después de todo lo que has pasado. Perdóname.
Yo no puedo articular palabra porque sigo sollozando. Él me carga en sus brazos y me sube al dormitorio. Me deja en la cama suavemente y me tapa con cariño.
Meliodas: ¿Quieres que me quede?
Yo asiento con la cabeza y él se mete en la cama conmigo, abrazándome desde atrás. Me rodea la cintura y sus labios quedan a la altura de mi cuello. Empieza a darme besos en el cuello y a acariciarme una mano, que me tiene cogida por el abrazo. Yo me voy relajando poco a poco y cuando me doy cuenta, los brazos de Morfeo me han dado la bienvenida.
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*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II).
FanfictionEn este fanfic, pura invención mía, voy a relatar todos los sucesos que tengan que ver con Elizabeth cuando reencarna y todo el arco de Eli cuando era pequeñita en Liones, así como mucho Meliz. Es la segunda parte del "Preludio de una tragedia". "Me...