Capítulo 3: Vida hogareña

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* Liz *

Siento como la luz ilumina mis ojos, así que me despierto poco a poco. Me froto los ojos y me acostumbro al brillo.

¿Dónde estoy?

Miro hacia un lado y veo a Meliodas echado en la cama, de espaldas a mí. Vale, ya sé dónde estoy. En casa de Meliodas. Me trajo aquí después de...eso. Me tapo hasta la nariz para cubrir mi cara de vergüenza. Mi estómago resuena y me doy cuenta de que tengo hambre. Y sed, mucha sed. Así que me destapo y me levanto hacia la cocina. Cojo un vaso y lo lleno de agua. Me doy cuenta de que hay fruta encima de la encimera y cojo una manzana.

Me voy hacia el salón, dando mordiscos bastante grandes a la pobre manzana y me asomo por la ventana. Hace una noche preciosa, pero fría como el demonio. Es invierno, así que es lo normal. Me siento a admirar la luna. Oigo ronquidos y me giro. Es Wandle, está sólo a unos pasos de mí, encima de un palo. No puede ser muy cómodo dormir así. Cojo una manta del sofá y me la echo por encima, ya que estoy temblando un poco de frío. Me sobresalto cuando veo aparecer a Meliodas.

Meliodas: Perdón, no quería asustarte. ¿Estas bien?
Liz: Si, sólo me he levantado porque tenía hambre. Perdón si te he despertado.
Meliodas: Tengo el sueño ligero, tranquila. Pero será mejor que vuelvas a la cama, no quiero que cojas frío. Si te sientes incómoda, puedo dormir en el sofá.
Liz: Oh, no, es tu cama, no quiero molestar.
Meliodas: No, no me importa, en serio.

Suspiro de resignación, pero sonrío y me levanto, yendo hacia la habitación. Le doy la manta a Meliodas para que no pase frío en el sofá y yo me vuelvo a la cama. Me tiro en ella y me estiro. Me tapo bien hasta arriba y me acomodo. Sin darme cuenta, vuelvo a dormirme.

Me vuelvo a despertar con un olor super apetecible. Huele a huevos y a bacon. Tengo hambre de nuevo, así que no tardó mucho en levantarme. Cuando llego a la cocina, veo que Meliodas ha hecho el desayuno: zumo, café, huevos revueltos y bacon.

Liz: Vaya, qué bien huele.
Meliodas: Buenos días, princesa. Cómo no sabía lo que le gustaba, he hecho esto. Espero que te guste😝
Liz: Cualquier cosa me vale, tengo tanta hambre que comería un pollo entero.
Wandle: Los pollos son aves muy poco inteligentes, no me extraña que se dejen comer.

Me río. Mira quien habla. Un pájaro 😂

Meliodas: Mira que eres raro Wandle. Tú eres un pájaro.
Wandle: Si, pero un pájaro con cerebro.
Meliodas: Como que me costaría mucho trabajo asarte al horno.
Wandle: ¿Para qué quieres comerme? Soy un pájaro que habla, me necesitas.
Meliodas: Tal vez debería venderte. Con el dinero podría dar rienda suelta a mi negocio.
Liz: ¿Qué negocio?
Meliodas: No quieras saberlo.
Wandle: Un burdel, seguro. Con lo que te gustan las chicas de pechos grandes...
Meliodas: ¿Qué dices pajarraco? No soy tan degenerado.
Liz: 🙄. Una pregunta: ¿Acostumbras a toquetear a chicas así?
Meliodas: Casi me echan del Reino por ello.
Liz: 😨 ¿En serio?
Meliodas: No, claro que no.
Wandle: ¿Quieres dejar de hacer bromitas estúpidas? Al final va a escaparse otra vez.
Liz: No, no te preocupes. Paso de encontrarme con otro degenerado.
Meliodas: Así me gusta. No quiero verme obligado a encerrarte bajo llave.
Liz: Claaaaro mi señor Meliodas.

Hago una reverencia en señal de burla y Meliodas se ríe. La verdad es que parece muy alegre y bondadoso, me está empezando a caer bien.

Meliodas: Bueno, pues, tengo que irme al castillo. Tengo entrenamiento.
Liz: ¿Entrenamiento?
Meliodas: Soy el capitán de esa tropa de bestias que te rodearon ayer. En realidad son buena gente, no se lo tengas en cuenta.
Liz: ¿Puedo ir contigo?
Meliodas: ¿En calidad de super espía? ¿Quieres que me ejecuten?
Liz: Imbécil, quiero aprender. Paso de espiar. Ya te lo he dicho. Se acabó esa vida.
Meliodas: De acuerdo. Wandle, ¿Quieres venir tú también?
Wandle: Paso. Tengo que hacer mi ronda matutina.
Liz: ¿Ronda matutina?
Meliodas: Ronda por todos los bares y tabernas que encuentre para picotear cualquier comida basura. Es aburrido.
Wandle: Esa comida es mejor de la que tú me das.
Meliodas: ¿Cómo te atreves, pajarraco desagradecido? Qué te he dado un techo bajo el que dormir.
Wandle: Reconocelo Meliodas, tú comida te lleva a la tumba. No sé cómo lo haces, pero te sales de lo mala que es.
Meliodas: Liz, recuérdame que el domingo haga arroz con pajarraco desagradecido para comer.
Wandle: Enano chiflado!
Meliodas: Ahora sí que me has calentado!

Meliodas se levanta e intenta atrapar a Wandle. Ahora lo entiendo. Se llevan estupendamente bien. Qué graciosos. Empiezo a reírme a pleno pulmón y los dos se quedan mirando hacia mí. Hacía mucho que no me divertía así. Los dos empiezan a reírse conmigo. Es bonito compartir momentos alegres como éste. Me gusta.

Recogemos los platos para irnos. Wandle se va por su lado y Meliodas y yo por el otro. Cuando llegamos al castillo, uno de los guardias increpa a Meliodas que le esté acompañando, pero pasa delante de él como si no lo escuchase y yo voy detrás. Llegamos al campo de entrenamiento y todos los caballeros se quedan mirando hacia mí.

Meliodas: Ya sé que es un bombón, pero no hace falta que os la quedéis mirando. Es incómodo. A trabajar, gandules!

Meliodas coge un palo, en lugar de una espada y empieza a enseñar a los caballeros aprendices. Yo me siento en uno de los bancos de piedra que hay y lo observo detenidamente. Parece que es muy serio y perfeccionista con su trabajo, pero se ve que los jóvenes lo admiran. Por lo poco que se ve, debe ser el mejor guerrero del Reino, si ha llegado a Capitán.
De repente, un hombre de baja estatura, con pelo corto y un bigote bastante curioso se sienta a mi lado. Mi personalidad desconfiada me hace apartarme, pero él me tranquiliza.

?: Hola, pequeña. ¿Puedo sentarme, verdad?
Liz: Ya lo ha hecho señor...
?: Caín, querida. Caín Barzard.
Liz: Mucho gusto. Perdone por apartarme así.
Caín: No importa, es normal. Ayer te tratamos un poco feo. Mis disculpas, señorita.

Su sonrisa y su actitud es tan bondadosa que vuelvo a sentarme. Miro hacia Meliodas, que parece que ha visto la escena y me sonríe y hace una señal con las manos. Significa que no me preocupe, que es de fiar. Yo asiento y vuelvo a mirar hacia Caín. Siento que puedo preguntarle todo lo que quiero, así que me lanzo.

Liz: Señor Barzard, ¿Puedo interrogarle?
Caín: Llámame Caín, niña. Y sí, puedes, pero procura ser precavida. No queremos que esto salga de aquí.
Liz: He decidido dejar esa vida.
Caín: Pues entonces pregunta. Tengo tiempo de sobra hasta la hora de la siesta.

Me acomodo en el banco y empiezo a organizar mi cabeza. Y entonces, las preguntas salen solas.

*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora