Capítulo 15: Despertar

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* Meliodas *

Al despertar veo que Liz está feliz a mi lado. Menudo cumpleaños, guau. Es el mejor que recuerdo en mi vida. Mi Diosa estaba en algún lugar ayer, pero Liz tiene una personalidad bastante distinta. La luz del sol entra por la ventana y los pájaros cantan. Por primera vez en muchos años me siento pleno y feliz. Cosa que me preocupa. Ésto ya me ha pasado antes y no me gusta un pelo. Normalmente cuando pienso que no va a pasar nada, pasa, así que tengo que tener cuidado. Me levanto suavemente para no despertarla y me bajo a la cocina a hacer el desayuno...aunque creo que había sobrado tarta de ayer, así que hago unos zumos bien fresquitos y unos cafés y los subo a la habitación. Dejo la bandeja apartada y me tiendo al lado de Liz. Le doy un beso en la mejilla y ella refunfuña. Qué mona es. Suele tener mal despertar.

Liz: Mmmmm, no quiero ir al colegio...
Meliodas: Jajajjajaja. Colegio, eh?
Liz: Ah! Meliodas!

Se levanta de sopetón y se da cuenta de que está totalmente desnuda. Parece que los recuerdos vuelven a su mente y se sonroja, pero sonríe a la vez. Huele la comida y se ríe.

Liz: Menos mal que sobró tarta ayer, porque si me tengo que fiar de tus desayunos...
Meliodas: Ehhhhhh, no te metas con mis comidas especiales.

Se ríe aún más y se vuelve a la cama. Desayunamos juntos entre risas y decidimos ducharnos y vestirnos para dar una vuelta. Nos arrolla un poco la pasión y nos sentimos el uno al otro de nuevo, pero como no hay prisa, no importa.
Salimos a dar ese paseo y nos encontramos con Caín por el camino.

Caín: Hola, tortolitos.

Liz se sonroja. Yo le quito hierro al asunto y me pongo a hablar de trabajo con él.

Caín: Hablando de eso Meliodas...parece que va a pasar algo gordo, deberíamos estar preparados.
Meliodas: ¿Algo gordo? ¿A qué te refieres?
Caín: He visto al Rey bastante preocupado. No lo sé...

No si cuando sigo que todo me daba mala espina...pienso proteger a Eli...digo a Liz con mi vida. No quiero perderla de nuevo. Enloqueceria.
Liz parece que no ha escuchado nada de la conversación, está centrada en un anillo del mercado. Vaya, mira tú por dónde. Pero va a ser que no. Por mucho que la quiera, sea demonio o humano, rehúso el compromiso y mucho más el matrimonio. Al fin y al cabo es un papel, el amor se puede demostrar todos los días.

Meliodas: Liz, vamos!
Liz: Sí, ya voy!

Viene corriendo y se coge de mi brazo. Seguimos paseando y de repente, se forma un barullo. Vaya por Dios. Parece ser que un niño se ha caído y se ha hecho bastante daño. Liz se preocupa y es la primera en acercarse. Y ocurre lo que no quería que ocurriese. Lo cura. Ella misma se sorprende un poco. Se ve que no lo había hecho hasta ahora. Mira hacia mí y un poco de viento mueve su pelo. Y ahí está...su ojo izquierdo. Con el símbolo de las Diosas. Ha despertado. Bueno, a medias, porque no se acuerda de mí. Pero eso solo significa algo: que está cerca de despertar de verdad. Y eso me gusta aún menos. No me entendáis mal. Me encantaría ver a mi hermosa Diosa de nuevo, pero sé que después me la arrebatarán haga lo que haga.

Ella viene hacia mí y me coge de la mano.

Liz: ¿Te encuentras bien, Meliodas? Estás pálido.
Meliodas: Es que...me has sorprendido nada más.
Liz: Oh ya...
Meliodas: No sabía que fueses druida.
Liz: Oh...no he usado mi poder hasta hoy realmente. Por eso me tapo el ojo con el pelo. No quiero que piensen que soy rara.
Meliodas: O sea, que hace mucho que tienes ese poder?
Liz: Justo después de morir mi madre...¿Por qué?
Meliodas: No, nada.

El niño agradece a Liz por curarle y ésta le da un dulce que llevaba escondido en un bolsillo. Qué bonito sería...
No, Meliodas, no pienses en niños. Va a ser improbable, céntrate en salvaros de la maldición primero.

Pasamos el día por ahí junto a Caín. Cuando llegamos a casa, estamos agotados, así que nos vamos a dormir. Cuando despierto, parece que el mundo ha llegado a su fin. Oigo explosiones, gente gritando, fuego...caos, destrucción. Y Wandle intentando despertarme. Cuando me doy cuenta, veo que Liz ya está cambiada de ropa y que incluso, Caín está por la habitación.

Caín: Meliodas, espabila, hombre! Estamos en guerra, Pánfilo!

Me despierto del todo y salto de la cama. Cuando ya estoy cambiado, antes de irme, Liz me para para darme algo.

Liz: Ten Meliodas, es un regalo.

Es una espada. No me gustan las espadas. A ver, esa sí, pero si me dais una espada, significa que tengo que luchar a muerte y eso lo he dejado en el pasado.

Meliodas: No la quiero, Liz, no me hace falta. Guárdala.

Bajo y me voy corriendo, dejando atrás a Caín. Cuando llego a la plaza hay soldados luchando contra bestias enormes. Cuando me doy cuenta de la situación, me cabreo.

¿Pero qué narices...?

Hay demonios. DEMONIOS. ¿Cómo es posible? Me enfado aún más y mi aura oscura despierta. Pienso matarlos a todos. Malditos estúpidos. Cómo haya sido mi padre, no tiene ni puñetera gracia. Hay muertos, heridos, pánico y absoluto horror. Me planto y empiezo a despedazar a los que me encuentro por el camino mientras pienso en Liz.

*Liz*

Al parecer Meliodas no ha querido la espada. Mira si será idiota.

Caín: Querida, creo que no es tiempo de ponerse a meditar.
Liz: Meliodas no ha querido la espada.
Caín: Oh...era eso. No te preocupes, no la necesita. Por eso no la ha cogido. Es más fuerte que nadie en este reino. Dame, yo la guardo, por si cambia de opinión.

Le doy la espada a Caín y la guarda bajo su capa. Y salimos corriendo hacia la batalla. Tengo algo de miedo, pero sé que Meliodas estará ahí para protegerme si algo pasa. Me pongo a luchar como una leona y cuándo puedo, miro a ver si visualizo a Meliodas, pero no parece que esté por aquí. Seguramente ya estará en la plaza.

Caín: Bueno niña, me voy a por refuerzos. Cuídate, de acuerdo?
Liz: Ten cuidado.
Caín: Meliodas está en la plaza, será mejor que estés a su lado.

Asiento y le doy un abrazo. Y corro. Hacia donde está Meliodas. Y lo que veo me deja de piedra. Meliodas está peleando a golpe limpio y está cubierto por un aura oscura. Tiemblo. ¿Es éste el verdadero Meliodas? Él se da cuenta de mi posición y mira hacia mí. Y luego hacia arriba. Algo atraviesa mi estómago. Y un sinfín de recuerdos envuelven mi inconsciencia.

*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora