*Liz*Me levanto como todas las mañanas y lo primero que hago es abrir la ventana para que el sol se refleje en mi piel y deshaga el hielo que hay en mi interior. Mi vida no ha sido precisamente fácil y no puedo abrirme con nadie. Por eso me comporto tan mal con Meliodas aunque sé que no lo merece (bueno, a veces sí, porque está hecho un guarro).
Bajo hacia la cocina y ya tengo el desayuno hecho, pero ni rastro del rubio. El que sí que está en su palo como siempre es Wandle, durmiendo como un tronco. No para de dormir, qué suerte. Ojalá yo durmiese a pierna suelta como él. Pero ya llevo varias noches despertándome sobresaltada, con sudores fríos. Malditos recuerdos estúpidos. Sé que debería olvidar el pasado y centrarme en el presente, pero sencillamente, no puedo. Mi mente es como una bola de cristal que me enseña las peores cosas cuando le da la gana y no me deja ser feliz.
Es pensarlo y se me ponen los pelos de punta. Tengo que sentarme en el suelo y poner la cabeza entre mis piernas, intentando respirar hondo. En ese preciso instante, Wandle se despierta y se percata de la situación.
Wandle: Liz!! ¿Te encuentras bien? ¿Estás enferma? Dime algo...
Liz: ¿No ves que estoy intentando tranquilizarme pajarraco?Wandle se calla y de refilón veo como baja la cabeza y echa el vuelo hacia el exterior. Sé que me he pasado con él. De hecho le he gritado sin razón. Pero estoy tan nerviosa, que no he podido contenerme. Y lo siento mucho. Dos lágrimas empiezan a correr por mis mejillas y entonces, es Meliodas quien entra en escena.
Meliodas: Liz!!! Espera, voy a ayudarte.
Iba a decirle que se largara, pensando que iba a cogerme y dejarme tirada en algún sitio, pero en lugar de eso, se sienta enfrente de mi, apoya la cabeza en una de las puertas de la encimera y mira hacia arriba. No dice ni hace nada, sólo se queda en esa posición un buen rato. Eso me sorprende, alejando un poco este sentimiento de angustia y le miro. Él se percata y entonces baja la cabeza para mirarme directamente a los ojos, dedicándome una dulce sonrisa.
Meliodas: ¿Mejor?
Liz: Ehmmm...sí, eso parece.
Meliodas: Bien. Entonces, cuando te sientas preparada, nos subimos al mundo real, seguro que debajo de toda esa angustia hay un estómago hambriento.Nada más decir eso, mi estómago ruge como nunca antes. Ups, pues sí tenía hambre...Respiro profundamente varias veces y decido levantarme del suelo, con tan mala pata que me mareo y casi me estampo contra la encimera de enfrente. Menos mal que Meliodas tiene buenos reflejos y me ha cogido de la cintura a tiempo.
Meliodas: Patosilla...ten cuidado...
Me incorpora suavemente y me ayuda a sentarme en la silla. Me pone el plato de comida delante y un olor delicioso llega a mi nariz.
Liz: Esto no lo has hecho tú.
Meliodas: ¿Y quién lo dice? Yo puedo cocinar estupendamente si me da la gana.Miro con cara de ironía a Wandle.
Wandle: Te lo ha hecho Caín. Él sí sabe cocinar.
La cara de Meliodas es un cuadro. Nunca lo había visto así de resignado. Me tapo la boca con una mano antes de empezar a reírme suavemente.
Meliodas: No tiene gracia. Sois unos demonios. Sobre todo tú, pajarraco chivato. Si tanto te gusta la comida de ese enano, vete con él.
Wandle: No tendría gracia. No podría meterme contigo entonces.
Meliodas: O sea, que lo haces aposta. Lo sabía, maldito pollo inservible.
Wandle: No soy un pollo, soy un loro, tonto del bote.Cuando Wandle y Meliodas discuten, es como si algo dentro de mí despertase. Siento una ternura y una calidez como nunca antes. Los dos son muy buenos. Empiezo a desternillarme de la risa y tanto Wandle como Meliodas me miran sorprendidos por mi reacción. Wandle se ríe conmigo. Meliodas se nos une al final. Vaya tres bobos que estamos hechos.
Wandle: Bueno, yo tengo que irme, tengo trabajo que hacer.
Wandle resulta ser el mensajero del propio Rey, así que tiene que ir a comprobar si han llegado cartas de otros reinos e ir organizando a los otros pájaros. No sé cómo lo hará, puesto que él es el único que habla, pero en fin...
Empiezo a comer y entonces Meliodas se sienta conmigo. Se ha puesto algo serio, como si algo le estuviese carcomiendo.Liz: ¿Qué ocurre?
Meliodas: ¿Vas a contarme por qué te has puesto así antes?El huevo que tenía en el tenedor se me cae al plato. Estoy en shock. No pensaba que me lo iba a preguntar directamente.
Liz: ...no puedo...lo siento...yo...
Meliodas: De acuerdo. Pero quiero que sepas que me lo puedes contar. Yo siempre voy a estar ahí para ti. No lo olvides.Se levanta y se va a entrenar, como siempre. Sigo en shock. Las lágrimas vuelven a correr por mis mejillas, pero vuelvo a tomar el control de mi misma. Como y lloro a la vez.
Quizá debería contárselo a alguien, puede que me sienta mejor. El problema es que no puedo hacerlo, no me siento preparada. Acabo de comer y me siento en el sofá, me cubro con una manta y me hago una especie de ovillo.
Y ahí me quedo. Sola. Triste. En la más profunda oscuridad de mi ser.
ESTÁS LEYENDO
*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II).
FanfictionEn este fanfic, pura invención mía, voy a relatar todos los sucesos que tengan que ver con Elizabeth cuando reencarna y todo el arco de Eli cuando era pequeñita en Liones, así como mucho Meliz. Es la segunda parte del "Preludio de una tragedia". "Me...