Capítulo 7: Sentimientos

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*Meliodas*

Veo a Liz entrenando con Caín y todos los recuerdos con Elizabeth se me vienen a la mente. Es muy segura de sí misma cuando pelea y sabe separar lo personal de lo profesional. Nunca ha tenido problemas con nadie porque su cara angelical arreglaba los problemas. Y era hija de quién era. Todavía recuerdo su cara de importancia y rabia contra mi, cuando Derieri mató a su padre. Y lo mejor de todo es que no es una chica que guarda rencor, lo perdona todo tarde o temprano. Supongo que eso le viene de ser una Diosa. Pero Liz tiene mucho parecido, por eso Eli se refleja en mi mente como un espejo fiel.

Caín: Meliodas!! Hemos acabado!!
Meliodas: Oh, bien. Os esperaré en la puerta.

Liz recoge sus cosas y va a asearse y cambiarse. Cuando sale va vestida de calle, dice que la armadura es demasiado ceñida y le molesta, así que se pone unos leggins, una camisa y unos zapatos cómodos. Huele a lavanda. Eso me desconcierta. Qué yo sepa a Eli le gustaba más la esencia de jazmín, pero claro, ésta Eli es un poco diferente. Supongo que es su toque personal.

Liz: Meliodas, ¿Estás bien? Estás muy callado...

Me cambio de sitio a su espalda y me cuelgo cual mono, manoseandole los pechos.

Meliodas: Estoy divinamente jejejejej.

Me pega como siempre y yo acabo con un chichón y ella avergonzada, caminando delante de mí, ignorandome por completo. Se para en un puesto del mercado. Son joyas, pero no se para mucho. Sigue caminando. Yo me paro en el mismo sitio y miro el por qué de su resignación. Es un anillo de madera tallado con unas alas de ángel. Vaya, mira tú por dónde, parece que mi Eli quiere salir de ese cuerpo. Y eso me asusta. No quiero perderla otra vez...¿Será qué ella...?

Liz: Meliodas!! Venga, espabila, que tengo hambre!!

Salgo de mi paranoia mental y la sigo. Entramos a un restaurante y zampamos como cerdos. Yo también tenía bastante hambre, maravilloso. Ella como siempre, come plato tras plato como una bestia salvaje y luego se hace la señorita. Caín se une a la cena y algunos de los soldados también. No sé cómo acabamos todos en la taberna bebiendo y riendo sin parar. Es bonito.

Liz: Eh, Meliodas...¿Quieres bailar?

¿Bailar?
Miro a Liz un tanto sorprendido de su actitud tan cercana. Y veo el por qué. Ha bebido demasiado. Tiene las mejillas sonrojadas y sonríe pícaramente. Está esperando a que le dé una respuesta.

Liz: ¿A qué esperas tontaina?
Meliodas: Será mejor que nos vayamos a casa, estoy agotado y mañana madrugamos otra vez.
Liz: Oh, qué aburrido eres...

Parece que va a decir algo más pero pone cara rara y en un instante, se cae el suelo inconsciente. Esa es mi borrachuza. Lo malo es que ahora tengo que cargar con ella. Así que pago al tabernero y me despido de todo el mundo, cogiéndola en brazos. La verdad es que es ligera. Elizabeth pesaba un poco más. Debían ser las alas, eran enormes y majestuosas, eso tiene que pesar. Cuando llego a casa veo que Wandle ya está en su sitio dormidito y que seguramente, ha cenado por ahí. Llevo a Liz al cuarto y la acuesto en mi cama, arropandola bien. Cojo una de las almohadas y me bajo al sofá. Me tiro y al poco rato, caigo rendido de sueño.

Me despierta un olor muy sabroso de comida. Me incorporo y como la cocina está justo enfrente del salón, puedo ver quién está cocinando.

Liz: Buenos días, capitán.

¿Ahora qué le ha dado?

Liz: Mmmm siento...lo de ayer...nunca había bebido tanto... perdón.

Está con la cabeza hacia abajo. No me ha mirado a los ojos. Se ve que está muy avergonzada.

Meliodas: Eh, Liz, no importa, en serio. No pasa nada.

Sube la cabeza y me mira. Tiene los ojos llorosos.

Meliodas: Eh, Eh...no es para tanto. No me ha molestado para nada. Yo me emborracho casi todos los días. Yo sí que soy un borracho.
Liz: No es eso...he tenido una pesadilla horrible, eso es todo.
Meliodas: Oh...vaya...¿Otra vez...el mismo sueño?
Liz: Si...
Meliodas: Podrías...contármelo. Te sentirás mejor.
Liz: No...no puedo Meliodas. No es que sea un sueño, es algo que ya ha pasado en mi vida. O al menos eso quise creer.
Meliodas: De acuerdo, vale. Entiendo que no puedas contármelo, pero al menos planteatelo.

Liz asiente con la cabeza y yo termino el desayuno. Hoy no quiero ser un imbécil con ella así que la alabo por el delicioso desayuno y voy hacia el cuarto. Pero me coge de la mano y sin previo aviso se arrodilla ante mí y me abraza por la cintura para llorar. Yo le acarició la cabeza para intentar consolarla.

Liz: Meliodas...por favor...no me dejes sola...
Meliodas: Técnicamente nunca lo estás. Wandle o Caín también están contigo.
Liz: No!! Necesito que tú estés a mi lado, que me protejas. Necesito a alguien en quien apoyarme. En serio, no puedo estar sola.
Meliodas: Ni que fueses una terrorista...
Liz: Deja de hacer bromas. Lo digo en serio...yo...te aprecio, sé que eres buena persona y quiero confiar en tí...sabes que me cuesta hacerlo, así que no hagas que te lo ruegue, por favor.
Meliodas: Está bien. ¿A qué tienes miedo?

Liz me mira y se levanta pero no dice nada. Otro secreto que no puedo saber. Así es un poco difícil defenderla.

Liz: Está mañana he ido al mercado muy temprano y estaba tan contenta mirando cosas cuando...he visto a alguien que creía que no aparecería más en mi vida. De ahí mis pesadillas.
Meliodas: ¿Qué?
Liz: Meliodas, la razón por la que no confío en los hombres es porque, simplemente uno de ellos ha jodido mi vida. Mi padre es la persona más despreciable que te puedas imaginar. Mató a mi madre. Antes de eso la violó. Y luego...intento hacer lo mismo conmigo después de abusar sexualmente de mí desde que tengo uso de razón. ¿Es suficiente para que me protejas?

Me quedo patidifuso. Voy asimilando las palabras una a una y me empiezo a rabiar. Padre. Abuso. Violación. Eli. Un degenerado a tocado a mí Eli. HA INTENTADO ROBARLE SU PUREZA. A-MI-DIOSA. CREO QUE ALGUIEN ME HA TOCADO DONDE NO TENÍA QUE TOCARME. ELI ES SAGRADA, SA-GRA-DA!!!

VOY A MATARLO. MALDITO HIJO DE...PIENSO TORTURARLE DE LA PEOR DE LAS MANERAS. CUANDO LE VEA CARA A CARA VA A SABER QUIEN HA SIDO EL LIDER DEL CLAN DEMONIACO. PORQUE A-MO A ESTA MUJER QUE TENGO DELANTE Y POR MIS SANTOS HUEVOS QUE NO QUIERO VERLA SUFRIR MÁS. ÉSTO SE HA ACABADO.

La oscuridad empieza a invadir mi mente y la ira se apodera de mí. Hasta que una luz me para en seco.

Liz: Meliodas!!! ¿Estas bien? Me estás asustando...

Miro hacia ella y me acerco. La abrazo con todas mis fuerzas y siento como tiembla entre mis brazos. Ha tenido que pasar las de Caín para llegar hasta mí. Pero ahora ya estás a salvo mi amor. Nadie va a volver a pisotearte. Lo prometo.

Y ya de paso, cumpliré la promesa eterna que te hice.

*Nanatsu No Taizai : Reencarnación* (Libro II). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora