7 meses atrás...
Tomo el teléfono y marco la extensión de Rosalía, mi secretaria, y le indico que por favor haga pasar la próxima pareja.
Segundos después la puerta se abre dejando ver la tierna cara regordeta de Lía, se adentra seguida de dos personas bastante jóvenes. Les sonrío en cortesía y me pongo de pie para presentarme.
El primero en avanzar es el chico, quien con un aire de elegancia y altanería aprieta mi mano. Soy el primero en hablar.
—Mucho gusto. Carlson Wade, psicólogo especializado en terapia de parejas.
—Anthony Cooper, un gusto. —Toma asiento antes de indicarle que puede hacerlo, así que devuelvo mi brazo a la posición inicial.
Levanto mi rostro al reconocer esa voz bastante dulce. La chica agradece y se despide de Rosalía, sonríe y luego gira conectando su mirada con la mía. Agacha su rostro casi de inmediato ocultando un leve sonrojo mientras avanza en mi dirección.
Por la distancia y el andar espontaneo de mi vista, se me hace imposible no recorrerla y admirar lo bonita que es. De reojo noto como el señor Cooper observa su reloj de manera impaciente.
—¿Cómo está... —realizo una pausa recordando el que supongo debe ser su nombre—, Elizabeth? Fue usted con quién hablé por teléfono el día de ayer ¿correcto?
Levanta su rostro casi angelical, desplegando una sonrisa tímida.
—Sí señor, fue conmigo. Y estoy bien, gracias.
Asiento y extiendo mi mano para presentarme de manera oficial.
—Llámeme Carl, por favor.
Se posiciona de pie al lado de su esposo mientras toma mi mano de una manera cuidadosa y delicada. Su toque es suave, no puedo evitar notarlo.
A comparación de él, Elizabeth permanece de pie y espera mi invitación, así que no la hago esperar:
››Toma asiento, por favor.
—Gracias —responde al tiempo que realiza la acción y lleva su mano izquierda al antebrazo de su acompañante; el mismo que no deja de sonreír de una manera bastante tensa.
Tengo una manía de fijarme y detallar cada acción de las personas, gestos, expresiones, reacciones involuntarias... especialmente con mis pacientes.
Procedo a sentarme para comenzar con la terapia, pero el sonido estridente de un celular me detiene. Aprieto mi mandíbula al posar mi mirada en el hombre dueño del aparato.
Algo que no tolero es que ignoren las palabras de Lía. Sé que nunca olvida decirles que los celulares deben permanecer en modo silencio durante la hora que dura la cita, al igual que, detrás de mí hay gran aviso que lo indica.
—Cariño, por favor —susurra Elizabeth entre dientes intentando que no la escuche, pero lo he hecho.
—Un momento, preciosa —dice sin ningún reparo y contesta.
Después de cinco minutos escuchándolo hablar de papeles, reunión importante, firmas y demás, estoy tentado a decirle que está haciendo perder mi tiempo y el de ellos. Se ha apartado levemente, así que decido comenzar sólo con Elizabeth, quien tiene su cabeza gacha mientras juega con la argolla de matrimonio.
Tomo mi portafolio y escribo en él antes de hablar:
—Es importante que ambos estén comprometidos con esto, Elizabeth.
Detengo mi escritura y ella se sobresalta como si hubiera estado absorta, lejos de estas cuatro paredes.
—Lo está, señor —Dirige su mirada a mis ojos—; perdón, Carl —corrige rápidamente—. Pido disculpas en su nombre. Es un negocio importante que no se puede permitir abandonar y está a puertas de concretarlo.
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LIBÉRAME [Completa]
Non-Fiction[+18] Un sexy terapeuta de parejas y una dulce mujer con un pasado que la atormenta. El seguro, ella tímida. El estoico, ella emocional. El arriesgado, ella temerosa. El sensato, ella sensible. El liberal, ella recelosa. El soltero, ella separada...