Sus pies están descalzos y las uñas pintadas con el mismo color que el de las manos. Hasta en eso irradia delicadeza y sensualidad.
Continúo por sus rodillas tensionadas, llegando al comienzo de sus muslos, la piel es blanca y delicada como la porcelana que incita a ser apreciada, tocada, besada. Puedo imaginármelas en la cama, completamente desnuda y entrelazadas con mis piernas.
Prolongo el lento y placentero recorrido hasta ese pequeño short verde oscuro, que parece más un cachetero, lo cual me lleva a confirmar que si se diera la vuelta podría apreciar algo de su apetitoso y redondo trasero. Mi bóxer tira de lo apretado que se está colocando todo allí.
Aunque ya la he visto en ropa interior, eso no quita que me excite cada vez que lo haga. Cada vez que pueda imaginarme más claramente, como sería estar ahí fundido entre sus piernas y no dejar un solo rincón de su cuerpo sin tocar o besar.
Arriba del elástico de su diminuto short se aprecia parte de su piel y mitad de su ombligo, la blusa de tirantes es blanca y parece desgastada, permitiéndome apreciar un poco más de piel. Mis ojos llegan hasta sus senos y debo tragar fuerte. Sus pezones están rígidos y endurecidos, se logra apreciar lo que parece ser un tono rosa claro. Mi boca está seca y mis manos pican ansiosas por tocar.
Siento mi erección palpitar y soy incapaz de apartar la mirada. Tomo una bocanada de aire llenándome de fuerza para no abalanzarme encima de ella, o por lo menos para dirigir mi mirada de vuelta a sus ojos.
En el momento que mi sistema racional responde, llego a su boca que se encuentra semi abierta y muy rosada, como si estuviera haciéndome una invitación silenciosa a ser probada. Tomo el ofrecimiento negándome a torturarme más con los centímetros que nos separan.
Doy un paso y la envuelvo en mis brazos desde su cintura para devorar su boca. Realizo justo el motivo por el cuál venía.
Suelta un jadeo por mi arrebato y le cuesta unos segundos acoplarse a la demanda, pero me recibe sin ninguna objeción. Nuestras lenguas se rozan en un beso cargado de pasión, ansias y descontrol, siento como mi rostro y parte de mis labios se ensucian de su crema, no me puede importar más poco.
Prácticamente mastico, lamo y halo sus labios sin poder dejar de sentirlos, lo hago con medida rudeza y desenfrenada pasión. No parece estar incomoda, así que me aventuro a sentirla un poco más llevando mis manos a sus glúteos, rozo con delicadeza para no asustarla. Sin embargo, al confirmar piel expuesta en ese punto, involuntariamente mi agarra se cierra en un apretón.
Da un respingo, pero no se aparta. Sube sus manos, que se habían mantenido agarrada a mis bíceps, hasta mi cabello enredándolas allí y tirando levemente, suelto un gruñido que se asemeja más a un imploro de autocontrol para no desnudarla aquí mismo.
La impulso desde mi agarre en sus caderas para que enrolle sus piernas en mi cintura, lo hace sin rechistar.
No me contengo y la arrincono contra la pared para que me sirva de apoyo mientras mis manos recorren su espalda y un pedazo de sus piernas sin parar de besarla hasta que nuestra respiración es precaria.
Maldigo a la vida por habernos hecho seres necesitados de oxígeno.
Apoyo mi frente en la suya tomando bocanadas de aire al igual que ella, pero luego debo apartarme unos centímetros cuando siento humedad descender por sus mejillas.
—¿Te he hecho daño? —pregunto un poco alarmado, mientras la observo directamente a los ojos para que no me oculte su estado. Es evidente que está excitada.
—No, contigo nada se siente como si fuera malo.
—Pero sigues sintiendo temor, lo sé —Asiente y agacha su rostro.
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LIBÉRAME [Completa]
Non-Fiction[+18] Un sexy terapeuta de parejas y una dulce mujer con un pasado que la atormenta. El seguro, ella tímida. El estoico, ella emocional. El arriesgado, ella temerosa. El sensato, ella sensible. El liberal, ella recelosa. El soltero, ella separada...