CAPÍTULO 20

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—¿Qué insinúas? —pregunto entre dientes mientras lo observo con evidente disgusto.

—¡Por favor, Carl! —Ese tono de burla e incredulidad, está provocando que palpite con más rudeza mi vena violenta—. ¿Me vas a decir que no te la has tirado unas cuantas veces? Es un bombón que sabe de sexo, es como tener una actriz porno con clase. —Aprieto con fuerza el objeto de vidrio y me obligo a controlarme. No puedo dañarle la fiesta a Bianca—. Es evidente que se muere por ti e intenta hacértelo saber con este tipo de atenciones.

Decido no responder a su comentario, puede creer lo que se venga en gana y no tengo porqué sacarlo de su error. Lo que haga con mi vida no le incumbe, menos lo que pueda o no sentir Bianca por mí, que estoy seguro, amor no es.

Lo ignoro y giro en mi eje para posicionar los codos sobre la barra al mismo tiempo que recuesto parte de la espalda. Centro mi atención en las personas que disfrutan del encuentro, al igual que yo. Necesito un poco de aire porque comienza hacerme efecto este whisky costoso y exquisito.

En el recorrido de mi vista por el lugar me encuentro con los ojos de Bianca que baila de manera sensual con Ronald, me está observando con una sonrisa pícara que sólo le correspondo por costumbre. Continúo observando sin dejar de sentir su mirada sobre mí haciendo que vuelva a verla.

Se ha pegado más a su acompañante. Pasa sus manos de manera lenta y pasional sobre los brazos de Ronald hasta descansarlos en sus hombros. Lleva una mano hasta su cuello para girarlo un poco, buscando acceso a una de sus orejas. No deja de mirarme mientras reparte mordiscos en su mandíbula hasta el lóbulo, juega con él y acompaña la lengua. Niego divertido por el acto casi sexual que está haciendo en un lugar público, aunque es evidente que le está agradando ser observada, incluso siento que eso es lo que desea. Estoy a punto de girarme cuando Raúl vuelve hablar.

Había olvidado que seguía aquí, importunando.

—Estando con otro hombre se imagina que eres tú, te mira como la depredadora que es.

—Ya, cállate —espeto tosco y giro el rostro.

En el proceso alcanzo a ver a Bianca besando de manera demandante a su pareja, pero con los ojos abiertos y puestos en mí.

—Vamos amigo, no te enojes. Más de media población masculina quisiéramos estar en tu posición, no te juzgo.

—No soy tu amigo y si no juzgas, tampoco opines.

—Nunca habías sido tan borde. Tranquilo que no te la pienso quitar —ríe burlón y lo observo por el rabillo del ojo alzar las manos en señal de rendición.

—Tú siempre has sido así de insolente y entrometido, lo que no recuerdo es cuando te he hablado más de cinco minutos para que estés aquí.

—¿Por qué tan grosero cariño? —interrumpe Bianca posicionándose a mi lado y descarga una mano sobre mi hombro—. ¿Pasa algo?

Me quedo observando con detenimiento al inoportuno de Raúl que nos mira con falsa simpatía. De un tirón termino la sexta copa de whisky y me debato entre si es buena idea pedir otra, parar o drenar la frustración de la noche con un buen golpe en la cara de este tipo.

—Se alteró porque estaba alabando tu dedicación en esta celebración y manifestaba la envidia porque casi todos los hombres quisiéramos tener este tipo de atención de una... amiga como tú. —Lo sarcástico en las últimas palabras es evidente, siento como Bianca se tensa.

—¿Qué tipo de amiga crees que soy? —Se acerca a él de manera desafiante y la tomo del brazo. No hay necesidad de dañarse el rato y crear un espectáculo por este tipo.

LIBÉRAME [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora