CAPÍTULO 10

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Si hace un año alguien me hubiera dicho que estaría tan perdido por una paciente que le teme a la penetración y aparte de eso la tendría una tarde de octubre semi desnuda en mi apartamento, sobre mi cama y bajo mis piernas, hubiera reído en su cara fuertemente para luego partírsela por decir estupideces.

Ahora estoy llevando una cuchara llena de helado a su boca después de acomodarla sobre la almohada para que pudiera saborearlo tranquilamente. No demora nada en tragarlo y cierra sus ojos soltando un pequeño gemido de satisfacción, deleitándose con el sabor. Es mi turno de disfrutar.

Arremeto contra sus labios introduciendo mi lengua de forma moderada y jugueteando con la suya, me recibe tímida, pero después de cortos segundos es ella quien se encarga de profundizarlo. Siento el sabor palpable del helado en su boca y sabe mejor de lo que creí.

Me estoy muriendo por conocer cómo sabe en otras partes de su cuerpo.

Muerdo con rudeza su labio superior y la escucho gemir, gruño tomando ese monte carnoso y le brindo caricias para calmar el picor. Se remueve bajo mis piernas provocando que rocemos nuestros centros lo cual provoca que me detenga, no quiero asustarla. Necesito que esté lo suficientemente relajada para lo que deseo experimentar con su anatomía.

Me observa alarmada, realizo caricias en sus mejillas, vuelvo a sonreírle y se relaja automáticamente.

—¿Por qué te detienes? ¿Hice algo mal? —Su pregunta me sorprende, imaginaba su expresión de alarma por otra razón.

—¿Tu haciendo algo mal con esa boquita provocadora? ¿En qué mundo sucede eso?

—Entonces...

—Sólo quiero hacerlo despacio, disfrutar más de ti y si continuo, un amigo que no puedo controlar está enormemente feliz contigo debajo. —Se sonroja desviando su mirada al pote de helado.

—Dame más —pide de manera aniñada y la hago sufrir un poco.

Tomo la cuchara y llevo el helado a mis labios haciendo expresiones exageradas de deleite, está muy bueno, pero nunca he sido amante al helado.

!Hmmm! Exquisito. —La observo divertido y ella hace un puchero intencional. No resisto más y vuelvo a besarla.

—Sabe mejor en ti —menciona cuando nos separamos en busca de aire.

—Concuerdo, nada comparado como sabe en ti.

Me remuevo llevando mi cuerpo hacia atrás para darme espacio de llegar fácilmente a su cuello. Tomo otra cucharada y la recorro desde la parte trasera de su oreja izquierda, hasta el hueco que forma la clavícula.

Se estremece y jadea a causa del frío, veo su piel erizarse completamente.

—Oh Dios, exceso de frescura.

—Ya mismo lo retiro, recobrara el calor —aseguro con una sonrisa felina cargada de promesas.

No espero más y llevo la lengua a su clavícula succionando el helado de manera ascendente hasta llegar a su oído, muerdo el lóbulo de su oreja mientras le susurro lo mucho que estoy disfrutando saborearla. Jadea y vuelvo a descender por el mismo recorrido hasta desaparecer el helado en su totalidad.

Cuando estoy de nuevo en su clavícula reparto besos húmedos por todo su hombro, decido que la tira de su brasier me estorba, la retira lentamente esperando que me detenga en cualquier momento, pero no lo hace. Dejo la hazaña a mitad de camino para seguir repartiendo besos por todo su cuello y parte de su pecho sin llegar a sus senos.

Su respiración está acelerada demostrando únicamente excitación, no está atemorizada.

Me animo a quitar completamente su sostén, pero antes quiero voltearla boca abajo y así tener mejor acceso a lugares que deseo llegar. La giro con agilidad y ella protesta risueña.

LIBÉRAME [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora