CAPÍTULO 34: Nueva compañia

295 7 1
                                    

Me desperté con el sonido irritante del despertador. Lo apagué, me deje caer de nuevo en la almohada y cerré los ojos. En cuanto recordé lo que paso me incorpore lo más rápido que pude.

Tenía que acompañar a Rubén y a Mangel a buscar una mascota y encima tenía un dolor de cabeza horrible, aunque seguramente que ellos estarán igual o peor que yo. Y eso que ayer no bebimos demasiado.

Me tome un café muy cargado y me fui arreglando. Salí con una tostada en la boca e intentando sujetar con una goma esos cabellos salvajes que no podía peinar.

Llegué a su casa y toqué dos veces al timbre, como siempre. Estaba terminándome la tostada cuando Mangel me abrío. Sonrío al verme y me hizo pasar.

Mangel: Veo que eres puntual.

Le guiñé un ojo. Rubén estaba sentado en el sofá poniéndose una camiseta con el estampado de BGames.

Yo: Me gusta la camiseta – dije sonriendo.

Parecía sorprendido aunque me había visto venir.

Rubén: Gracias. Lo siento estoy medio dormido aun.

Reí y me señale.

Yo: Yo me acabo de levantar asi que estamos igual.

Mangel se froto las manos y dijo:

Mangel: Bueno que, ¿Vamos ya?

Se le veía contento y yo conocía esa felicidad. Deje que Rubén fuera primero.

Yo: ¿Cómo es que estas tan contento?

Mangel: Bueno… Digamos que hay alguien que me hace estar asi. Una chica.

Yo: Pues yo quiero conocerla.

Mangel: Tranquila, serás la primera.

Sonreímos. Rubén se dio la vuelta y al ver que no le seguíamos agito las manos ridículamente.

Rubén: Hey, vosotros dos.

Mangel y yo: Ya vamos, ya vamos – le contestemos.

Avance hasta Rubén que me dio la mano sonriendo. Le devolví la sonrisa. Mangel, que iba en cabeza, se giró y me dijo.

Mangel: Podrías haber sido tú la afortunada.

Chasqueé la lengua y reí.

Yo: Si me lo hubieras pedido…

Mangel: Rubiuh se me adelanto.

Rubén me miro confundido. Sonreí y le di un beso en la mejilla.

Después de un cuarto de hora caminando llegamos a la tienda.

La dependienta nos saludó con una sonrisa y yo se la devolví. Rápidamente me enganche a donde estaban los perritos y los gatitos.

Tenía pensado acoger yo uno pero la verdad, estoy más tiempo en casa de Rubén que en la mía. A más, les ayudare a cuidarlo así que más o menos es como si lo tuviera yo. Realmente los adoraba.

Rubén rio al ver cómo iba corriendo hacia allí y me llamo niña pequeña en broma.

Había una pequeña gatita que nos llamaba mucho la atención a los tres. Me había enamorado desde que la vi por primera vez.

Era negra con las patitas blancas. La encargada nos dijo que hacia un par de días que había nacido y un día y medio que había sido separada de su madre.

Se me enterneció el alma al escuchar eso. Les mire a ambos y me sonrieron. Era perfecto. Rubén le pregunto a la dependienta.

Rubén: ¿Tiene nombre?

Dependienta: No, como acaba de nacer todavía no le hemos puesto nombre. Pero, una cosa, como es bebe tendréis que amamantarlo vosotros.

Rubén me miro a mi como diciendo <<De eso te podrías encargar tú ya que tienes muy buena mano con los animales>> y le sonreí. Estaba dispuesta a hacer lo que fuese y de hecho lo haría encantada.

Dependienta: Puedes cogerlo si quieres.

Se me lleno el corazón de ternura cuando mire a la preciosa gatita. Me estaba mirando, a mí.

Alargué las manos y la cogí. La apreté contra mi pecho y ella froto la cabeza contra mí. Cerro los ojos y yo la acaricie.

Dependienta: Te ha cogido cariño. Es raro en los cachorros recién nacidos ya que al separarlos de sus madres se ponen muy tristes. Estos dos días ha estado muy mal la pobre. Si te soy sincera eres la primera persona a la que deja que le cojan – dijo la dependienta sorprendida –.

Miré a la gatita. Se había quedado dormida en mi pecho. Sonreí enternecida mirando a los chicos y a su vez ellos también me sonrieron.

Mangel: Entonces… 

Miré a Rubén.

Rubén: Sinceramente me ha enamorado esta gatita, ¿Tu que dices? – dijo mirándome a mí.

 Le mire con los ojos llenos de ilusión y ternura.

Yo: Por favor.

Decidido. Esa linda gatita viviría con Mangel y Rubén aunque yo ayudaría a cuidarla.

Dependienta: Si puedes no la despiertes hasta que llegues a su futuro hogar. Lleva desde que la separamos de su madre sin dormir – me pidió la encargada -.

Asentí. Intente no moverme mucho para no despertarla. Paguemos cada uno una parte aunque no nos costó mucho.

Decidimos ir a casa a dejar la gatita descansar y después ellos irían a por su comida. Yo me quedaría con ella en casa hasta que ellos volvieran.

Cuando llegamos a casa me senté con cuidado en el sofá con la gata todavía en brazo. Antes de irse, se sentaron conmigo.

 Se empezaba a despertar.

Un cambio de vida © [1ra temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora