BLACK STONE ─PETER PARKER [SAGA DEL INFINITO]

CAPÍTULO 38

ACTO TRES | CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

❝no rendirse❞

veo al diablo en mi puerta,
veo el futuro de los que he ignorado.
supongo que nací para estar en la guerra,
pero mi amor, no me rendiré.

       Llevo mis manos a la cabeza, los hechos recientes me dejaron con una molestia, tanto mental como físicamente. Visión se acerca con un vaso de agua pero me niego de forma educada. Wanda y el androide aceptaron el trato que les ofrecí luego de recibir las imágenes de Thanos atacando el planeta de Xandar, supongo que a ese punto se los volvió imposible negar lo evidente. Gracias a mi conexión con las gemas del infinito tengo toda clase de información sobre ellas, como si se tratara de un carpeta aparte en mi mente. Creo que esa es la razón por la que comprendo lo que sucede, tal vez si todos tuvieran este maldito conocimiento, estaríamos completamente preparados.

— Tengo que hablar con otras personas —espeto preparándome para desaparecer del departamento—, el equipo los buscara.

— No creo que te encuentres bien para eso, Gemma —me advierte la chica Maximoff refiriéndose a lo que acaba de suceder.

Ignorando el dolor punzante en mi cabeza, me mantengo recta. —No es peor de lo que alguna vez soporte.

A pesar de todo lo que ese lugar trae a mi mente, me aferro al pensamiento de mi viejo hogar, y desaparezco de la habitación. En un parpadeo, puedo observar frente a mi las calles concurridas de New York, siento una sacudida y todo parece dar vueltas, algo esta pasando, pero todavía no logro saber el qué. 

Me mantengo de píe a pesar de los extraños mareos y dolores que padezco. Elevo mi mirada hacía la cafetería frente a mi, y ladeo la mirada hacía los costados procurando que nadie me observe. Aunque es algo estúpido, pues en el caso de que lo hagan, estoy ejerciendo mi poder sobre las personas para que me vean como una chica de cabellos violetas. 

En fin, me adentro en la cafetería, la cual se encuentra sucia, descuidada y totalmente vacía, no presto atención a la anciana en la mesa de pedidos, pues puedo ver a la única clienta en la mesa de un costado. Su cabello rubio, sus ojos azules, parecen intactos, pero en el momento que me acerco a ella, puedo apreciar su estado. Las ojeras bajo sus ojos, la sonrisa que siempre llevaba ya no esta, y aquellos ojos azules lucen apagados, aun así, cuando me observa, transmite esa fuerza que poca gente genera.

Emma Smirnov, me analiza por unos segundos con aquella mirada inescrutable, de un instante a otro, se lanza hacía mi, sus brazos me envuelven y me aferro a ella. La rubia me agarra de la cara, examinando cada parte de mi, como si quisiera asegurarse que me encuentro completa.