CAP 2 BIENVENIDO

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-Padre ¿cómo es posible que ese hombre este vivo? Creí que el Capitán América solo existía en cuentos infantiles... -Natalia se quedó algo pensativa sin siquiera quitarle la vista de encima al hombre tras el vidrio.

-Después de su desaparición en el mar su propio gobierno se encargó de desaparecer toda existencia sobre él del mapa, provocando que las personas lo olvidaran y las nuevas generaciones simplemente ignoraran su existencia. Todo para mantener a grupos interesados como nosotros alejados de su búsqueda, pero nunca nos dimos por vencidos. -Comenzó a explicarle Iván.

-Fueron más de 70 años siguiendo cada rastro de su paradero, generación tras generación buscándolo. Mi padre, su padre, yo... invertimos hasta el último aliento para dar con alguna pista, hasta que finalmente dimos con un traidor dentro Shield que a cambio de unos simples rubíes falsos, nos proporcionó la información que nos hacía falta. -Explicó el hombre para después soltar una fuerte carcajada malévola.

-Americanos idiotas...

-Ya veo padre.

Le dijo la pelirroja con seriedad, sin entender por qué ahora ella tenía que encargarse de él.

-Natalia, necesito que entiendas cuán importante será esta misión para nuestra organización. Tú siempre resaltaste entre el resto de las reclutas, sobreviviste a todo el entrenamiento en la Red Room, al suero, y te hiciste cada vez más fuerte con el pasar de los años. Cuando te encontré eras una simple huerta de 4 años, recuerdo haberte visto sentada junto al cuerpo sin vida de tu madre en aquel edificio en llamas, supe ahí, al ver esa mirada verde como el bosque que con mi ayuda llegarías muy lejos y aún lo creo.

Iván suavizó la voz para convencerla, haciendo una pequeña pausa para luego seguir.

-Te conservé conmigo, hija, cuide de ti... Mírate ahora, mira todo lo que hemos logrado juntos. Todo lo que eres, todo lo que tienes es gracias a mí, a la KGB.

La rusa miraba a su padre con ojos brillosos y expectantes. Petrovich sabía como abordar a la chica, recordándole quien era y de donde provenía, que quizá ahora estaría muerta, que su vida entera le pertenecía y que cuando él quisiera podría estrujarla entre sus manos hasta dejarla sin vida.

-Yelena y tú son mis más grandes creaciones, ambas son sobrevivientes. Aunque debo reconocer que ella nunca fue como tú, en ti hay coraje, decisión, tienes algo que nadie más tiene, resiliencia... Mi Natalia Alianovna Romanova. -Le sonrió Iván con orgullo.

-Por ello he tenido que hacer todo lo que ha estado en mis manos para convertirte en lo que eres ahora. La mejor viuda negra que ha tenido la KGB, una asesina a sangre fría, decidida a matar o morir por Rusia, por nuestro hogar, por mí. -Le dijo hipócritamente acariciándole la mejilla. Natalia solo pudo sentir el tacto y apretar sus ojos con fuerza, creyendo cada palabra emitida por aquel hombre.

-Un día tú ocuparas mi lugar Natalia, pero para ello deberás aprender primero y esta misión te ayudará hacerlo. Así que no me decepciones o tu vida se irá en ello. -Iván soltó esta vez con un semblante serio, apretando el rostro de la pelirroja entre sus manos.

-Lo haré padre, no cometeré errores esta vez. -Natalia respondió segura de sus palabras, para luego asentir hacía su padre y retirarse del lugar.

Quizá esta podrida ser su última oportunidad para demostrarle a su padre que era digna de ocupar su lugar y no lo decepcionaría, no de nuevo.

Había pasado una semana desde aquel encuentro en el laboratorio. La noche anterior habían avisado a Petrovich que finalmente el capitán américa había despertado, pero lo tenían sedado ya que había intentado escapar, intentando romper el gran vidrio que separaba su habitación del resto del lugar.

CAPITÁN ROGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora