Aún era de madrugada, pero el frío consiguió despertar a Rogers, el fuego se había apagado, las ventanas se encontraban selladas y completamente cubiertas por gruesas capas de nieve. La habitación estaba un poco oscura, se podía sentir el frío colarse entre las paredes de madera.
Steve se levantó un poco adolorido de la espalda para sentarse en su lugar, percatándose que Natalia no se encontraba más en el sofá.
Así que sintiéndose un poco ofuscado dirigió su mirada a la cocina y el resto de la choza y no encontró rastro de ninguna pelirroja. Fue inevitable que una fuerte punzada de angustia apuñalara su pecho mientras el aire comenzaba a faltarle. En seguida se puso de pie, y se colocó las botas rápidamente dispuesto a correr en busca de la pelirroja.
-No debe estar muy lejos de aquí. -Pensó.
Rogers corrió hasta la puerta percatándose que ésta estaba atorada, casi congelada por el frío, así que tuvo que ejercer algo de fuerza para destrancarla. A cómo pudo la abrió, pateando el bulto de nieve que se interponía entre él y la salida para correr despavorido fuera del refugio, buscando huellas o alguna pista de la dirección que Natalia pudo haber tomado.
La luz del día ni siquiera se veía venir aún, la nieve caía ligera sobre sus hombros, mientras que el frío se colaba por sus poros como punzadas afiladas hasta sus entrañas, pero Steve estaba tan concentrado en su tarea que ni siquiera se inmutó de aquello.
El capitán permaneció parado en medio de la blanca oscuridad, perdido en su búsqueda, hasta que una voz suave, pero algo perezosa lo trajo de regreso a la realidad.
-¿Steve?
La pelirroja susurró con la mirada confundida y consternada puesta sobre el rubio que estaba plantado a mitad del frío invernal, y quien al reconocer su voz giró abruptamente para encontrarla de pie bajo el umbral de la choza mientras se abrazaba a sí misma con una enorme manta que la mantenía calientita.
-¿Qué demonios haces afuera? Te vas a congelar de nuevo...
Natalia ladeó la comisura de sus labios apenas unos milímetros y soltó en un tono un poco divertido mientras lo miraba como si se hubiese vuelto completamente loco. Estaban quizá a -20 grados ahí afuera.
-Nat...
Steve soltó en un hilo de voz lleno de esperanza y sin pensárselo tanto caminó apresurado de regreso a la rusa para estrecharla entre sus brazos de forma sobreprotectora. Incluso él mismo se había sorprendido por aquel acto de impulsividad, pero sus instintos simplemente había respondido a lo que sentía, así que ignorando todo su bien juicio se permitió rodear su cintura sin lastimarla para llenarse de esa calidez tan exquisita que emanaba su pequeño cuerpo ruso.
Natalia, por otro lado, pegó un discreto respingo de sorpresa al sentir la determinación con la que Steve la tomó entre sus brazos fornidos para abrazarla, causando que por alguna razón de su inconsciente aquel contacto inocente la llenara de mucho temor y desconfianza. Sin embargo, fue cuestión de segundos para que su cuerpo aceptara su cercanía y se dejara llevar por ese cosquilleo tan tibio que nació en su vientre.
La pelirroja se permitió suspirar y reposar su cabeza con mucho cuidado sobre uno de sus hombros, dejándose mimar un poco. Aquello sí que era una sensación extraña ya que no acostumbraba a tener contacto físico con nadie, cero besos, cero caricias y cero abrazos, pero aquel americano poseía algo que no se podía explicar con simples palabras. Steve lograba transmitirle una sensación de paz que le inspiraba mucha confianza, seguridad y tranquilidad. Y eso en definitiva era algo que en su pasado jamás le permitieron experimentar.
-Rogers, estás helado.
Nat rompió el silencio que los rodeaba y se apoyó de sus pectorales con ambas palmas para separarse un poco de él y mirar su rostro un tanto afligido.
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CAPITÁN ROGERS
FanfictionLa KGB es quien realmente saca del hielo a Steve Rogers, mejor conocido como el legendario Capitán América. Capturado bajo amenazas para el propio beneficio de la Unión Soviética, queda prisionero bajo la custodia de una misteriosa y hermosa rusa d...