Capítulo 20

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Gabriel sonrió de forma tímida cuando vio delante de él un pastel redondo, decorado con pequeñas flores color azul y un moño al costado. No era para nada un pastel de cumpleaños, porque le faltaban las velas, más bien parecía algo casual, un simple pastel de postre para el desayuno.

-¿No es muy temprano para comer pastel?- preguntó a su madre sin poder evitarlo, normalmente los dulces y postres se evitaban en la mañana, era más común que su porción fuera dada durante el almuerzo, por no decir que era muy extraño que hubiera un pastel con motivo de su festejo anual.

-A mí parecer no.- respondió Alejandra, como siempre viéndose arreglada y a gusto con su aspecto.- Además de que es tu cumpleaños. Anda, pruébalo, te va a gustar.- le alentó con una sonrisa.

Alejandra le pasó un cuchillo, expectante de verle partir el postre y poder comer una rebanada, aunque su actitud podía ser confundida con deseos de terminar aquello, pues las maletas en su habitación le decían que no estaría por mucho tiempo en el comedor. En la cabecera de la mesa estaba su padre como simple espectador lo que él hacía, se notaba tranquilo, sin la expresión severa que solía acompañarle aquellos días de gran estrés.

Verlos arreglados le hizo saber que no se quedarían con él por el resto del día, ambos tenían compromisos que cumplir, y ese año, Gabriel no se sentía para nada molesto, por el contrario, su primera opción para pasar aquel día había sido estar con sus amigos, poco le importaba que sus padres fueran a dejarlo otro cumpleaños completamente solo.

-Oh.

Gabriel había partido el pastel con dificultad, pero en cuanto lo hizo se llevó una leve decepción. Sonrió lo mejor que pudo, evitando demostrar que el sabor del pastel no le gustaba.

Nadie lo notó. Por el contrario, al parecer su expresión se interpretó como buena.

-Es de zanahoria, donde lo encargué hacen los mejores de toda la ciudad.- aseguró Alejandra con un deje de presunción, aunque no había nadie a quien impresionar ahí.

El adolescente se limitó a servir tres porciones, primero a su mamá y luego a su papá, entonces se sirvió la ración más pequeña que pudo sin que fuera muy evidente que deseaba tirar el pastel por la ventana

Ignoró la plática que sus padres entablaron, observó el trozo delante de él con una pequeña mueca.

"No seas malagradecido", se dijo. No podía ser tan malo, pero por si acaso, aguantó la respiración para tomar el primer bocado.

Tragó con dificultad, y en cuanto volvió a respirar tomó agua.

Le molestaba mucho cuando lo obligaban a comer algo que no le gustaba, pero era más molesto cuando él se obligaba a sí mismo, y todo por no quedar mal. A veces era una tortura tener que dar un mordisco, en especial cuando acompañaba a sus padres a sus cenas de negocios, que por ser educado debía terminar lo que tenía en su plato, aun cuando fuera brócoli o papaya. Solía fantasear que le hacía mal, que se intoxicaba y que no lo hacían comer más aquellas dos cosas.

-¿Delicioso?

-No está mal.- contestó por cortesía, se limpió la boca y dejó la servilleta a un costado del plato.- Sin embargo, creo que es aún mejor el pastel de chocolate.

Esperaba que su mamá captara la indirecta.

-Es demasiada grasa, cariño.

-Pero eso no quita lo delicioso, hay pasteles que son bajos en grasa, ¿no? Debería haberlos.

-Tal vez en un futuro, Gabriel.- habló su padre por primera vez, viéndole como si fuera aún un niño pequeño. Humberto se inclinó sobre el respaldo de su silla, y sin dejar de verle, le sonrió.- ¿Qué es lo que quieres de cumpleaños?

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