Capítulo 25

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La fiesta sorpresa de Rafael estaba yendo bien, si ignoraban el hecho de que había un adolescente desmayado en el sillón amarillo para dos personas, del cual no sabían ni el nombre, además de que por momentos parecía dejar de respirar, no deseaban que la noche terminara con una muerte. Azriel empezaba a cuestionar la decisión que tomaron de llevarlo hasta allá, ya que cualquier persona normal lo hubiera llevado hasta un hospital, pero no, ellos tenían que ignorar la obvia alerta.

Desde el primer momento que Azriel había visto al adolescente tirado en el suelo no pudo evitar recordar cuando era más joven y andaba con amistades que para nada le convenían, y no es que el adolescente sin nombre le hubiera recordado a él mismo, aunque hubo momentos en los que se encontró en la misma situación, pero le recordaba a él por otra cosa. Muchas veces él también golpeó a adolescentes, algunos menores otros mayores que él, pero siempre ganaba y jamás le había importado tener que dejarlos tirados en la calle, hasta ahora. Ver la cara del chico le traía a la mente todos los rostros que alguna vez despreció. Jamás tuvo motivos suficientes para lastimar, pero siempre lo hacía, robaba y golpeaba sin razón, sólo lo tomaba como un juego.

Silenciosamente había limpiado la sangre del adolescente, no tenía tantos golpes como se imaginaba, al menos en la cara, pero sabía que debajo de la ropa encontraría varios hematomas. Se limitó a limpiar su rostro y tomar sus signos vitales, le acomodó en el sillón y le checaba de vez en cuando para ver que siguiera vivo. Aunque parecía como si estuviera durmiendo.

Se preguntó si los padres del chico no estarían preocupados. Le molestaba el hecho de que no sabía nada de él.

A pesar de que durante la fiesta estuvo pendiente del adolescente sin nombre, también disfrutó de las tonterías que sus amigos hacían, desde que habían llegado a la estación habían sido muy ruidosos. Rafael actuó genuinamente sorprendido, incluso sus ojos brillaron como si quisiera llorar, pero no lo hizo, su actitud complació a los otros dos, que habían gritado sorpresa en cuanto habían cruzado las puertas.

El cuarto estaba lleno de globos de diferentes colores, todos estaban en el techo, dejando despejado el suelo donde había serpentina y confeti, había unas grandes letras- hechas a mano- que decían feliz cumpleaños, junto con el número de años que cumplía Rafael. Se habían esmerado, ya que había mucha comida chatarra y aperitivos fácil de hacer, por lo que supuso que todo eso lo habían hecho personalmente Dante y Gabriel. De fondo se podía escuchar que sonaba música, la cual provenía de un pequeño estéreo que antes no estaba ahí. Incluso había un pastel, el cual Gabriel había sacado de la camioneta corriendo para entrar primero al edificio, y no los dejó entrar hasta que terminó de poner las cosas en orden. También hubo regalos, los cuales serían sólo para Rafael, él decidiría el momento en que los abriría.

Las mañanitas habían sonado cuando las velas se prendieron. Todos cantaron alegremente, apagaron las luces y se observaron en la oscuridad.

El pastel estuvo tan bueno que no quedo nada de él. Qué se podía decir, eran jóvenes en pleno desarrollo con un hambre voraz.

-Debimos haberle dejado un pedazo de pastel al cadáver.- dijo Dante terminando con el último bocado de pastel. Se levantó del lugar y de quién sabe dónde sacó un par de latas de cerveza, su sonrisa parecía tímida, pero sabía lo que hacía.- ¿Quién quiere una?

-¿En serio?- preguntó Rafael serio, pero no estaba para nada molesto.- Paso.

-Más para mí.- se encogió de hombros.- ¿Azriel?

Azriel dudó sobre si tomar la lata o no, tenía mucho tiempo que no tomaba alcohol. Tomar cerveza nunca fue el problema, el alcohol no era el origen de sus problemas de actitud, de hecho, sólo fue una vez la que había tomado hasta ponerse borracho, y jamás lo había vuelto a hacer.

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