Capítulo 46

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-¿Cansado?- preguntó Carlos viéndole desde el espejo retrovisor.

Gabriel, que tenía su cabeza recostada en el respaldo de su asiento, pasó las manos por su cabeza, arreglando su cabello e intentando no desesperarse por seguir de camino a su casa. Él quería llegar pronto, acostarse en su cama y dormir hasta el día siguiente, pero por desgracia había demasiado tráfico incluso cuando ya era de noche.

Con un tono de voz bajo y poco común en él, respondió.

-Demasiado.- se limitó a decir. Carlos le volvió a ver antes de regresar su mirada al camino, viendo que los carros delante avanzaban con lentitud. Dejó salir un suspiro, se notaba que el joven estaba muy cansado, siempre era hablador y considerado, pero desde que se había subido, permaneció callado y con la cabeza recostada, sin moverse, sólo viendo al frente para ver si avanzaban.

-Supongo que su padre lo puso a hacer mucho.- continuó diciendo el hombre mayor.

No fue tanto el esfuerzo físico, aunque no negaba que le dolían los pies y los brazos por todas las vueltas que había dado y por las cosas que le encargaron hacer, era más cansancio mental. Todo lo que le decían tenía que aprenderlo rápido y recordarlo para volver hacerlo por sí mismo. Tenía agilidad mental y aprendía rápido, pero no significaba que recordara todo tal y como se lo decían, ni que pudiera hacer cosas nuevas en un segundo de haber visto como otro lo hacía.

Gabriel se quejaría cuando tuviera más fuerza para hablar. Todos parecían tener grandes estándares de él, esperaban que hiciera todo de buenas a primeras, ni siquiera le enseñaban tan bien como para hacerlo por sí mismo. Era su primera semana y quería renunciar, de plano pensaba que sonaba mejor la idea de irse a vivir bajo un cartón. Estaba siendo exagerado, lo sabía, pero no pensaba con claridad en ese momento. Sólo quería dormir.

-Demasiado.

Carlos dejó salir una risa el escucharlo hablar.

-No está muy hablador hoy.

-Me temo que no soy buena compañía en este momento.

-Eso veo, pero no se preocupe, lo entiendo.

Gabriel se acomodó en su lugar, irguiendo su cabeza para observar a Carlos.

-No me hable de usted, yo soy el que debería hacerlo, usted es mi mayor.

-Y teóricamente, usted mi jefe.

Gabriel hizo una mueca, no le gustaba como sonaba aquello.

-Mi papá lo es.- rezongó él. –Yo soy sólo Gabriel, hábleme normal, me hace sentir mal que me hable así. No soy nadie.

Carlos negó con una sonrisa que a Gabriel le pareció paternal. Avanzaron un lugar.

-Si lo hago no es necesariamente por eso, lo hago porque te respeto de verdad.

Él no supo cómo interpretar aquello, pero decidió que era bueno, sin embargo, volvió a insistir.

-No, me niego a ser llamado así, casi todos en la empresa de mi padre lo hacen y no me lo he ganado. Además, hablo más con usted de lo que lo hago con mi padre, así que...- se encogió de hombros.- eres como un segundo padre.

Carlos volvió a avanzar, su sonrisa era diferente, más dulce, casi como si estuviera sorprendido, sin poder creer que Gabriel lo tuviera en tan grande estima.

-¿Cómo puede decir eso? No soy nadie.

-En ese caso, somos iguales. Ambos deberíamos hablarnos de manera informal.- le propuso él. –Ha sido como un abuelo, tío, padre e incluso como un amigo, y ahora podemos ser iguales. Siempre ha estado para mí, no se lo he agradecido realmente. Así que lo haré ahora.

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