Capítulo 28

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De camino a la playa Dante insistió en que debían pasar a comprar un par de cosa que no podían hacer falta, por lo cual Gabriel se detuvo en una estación de servicios. El primero en salir de la camioneta fue Nicolás, el cual tenía muchas ganas de ir al baño.

Gabriel se estaba estacionando cuando de pronto una camioneta negra se interpuso en su camino, provocando que frenara rápidamente. Por el impulso todos se fueron hacia adelante, teniendo que detenerse con sus manos para evitar golpearse. El rubio no le dio gran importancia, por lo cual simplemente buscó otro lugar.

Sin embargo el que no lo dejó pasar fue Dante, quien pateó la llanta de la camioneta cuando pasó a su lado.

-Sólo te falta alzar tu pierna y marca territorio.- le dijo Azriel bromeando.

-No he terminado.- dijo el castaño entrando a la tienda.

Todos dieron vuelta por el local hasta abastecerse de cosas que no llevaban. Rafael observó a Dante acercarse al mostrador con varias latas de cerveza.

Con un porte arrogante, Dante esperó a que le dijera algo el mayor, pero este prefirió dar media vuelta y alejarse. No tenía fuerzas para discutir.

Eso no fue lo único que compró el menor.

Después de pagar todos salieron. Dante llamó la atención de Gabriel para alejarlo del grupo.

-Lleva esto a la camioneta, y mantenla encendida.- decía Dante observando dentro de la tienda.- En cuanto me veas correr hacia a ti, arranca.

-¿Qué planeas hacer?- le preguntó tomando las cosas que Dante le daba.

-Nada malo.- contestó enseñándole las dos latas de pintura en aerosol que tenía en la otra bolsa.- Una obra de arte.

-Te vas a meter en problemas.

-No si arrancas rápido.

Gabriel negó con la cabeza, pero también sonrió levemente.

-Sólo pintura.- le dijo alejándose a paso rápido hacia la camioneta.

-No prometo nada.- se encogió de hombros.

Gabriel rápidamente llegó a su camioneta y apresuró a los demás a que subieran. Encendió la camioneta y esperó mientras veía como Dante se acercaba a la otra camioneta. Los demás vieron hacia donde el rubio estaba tan atento.

-¿Qué va a hacer?- preguntó Nicolás.- Yo también quiero participar.

Nadie dijo nada.

Por su parte, Dante se acercaba a la camioneta agitando las latas de pintura en aerosol con sus manos. Sin evitarlo, se encontraba sonriendo como si de un niño travieso se tratara. No era la primera vez que tenía en sus manos esas latas, de vez en cuando iba por la calle pintando las paredes de edificios abandonados. Varias veces lo habían cachado, pero siempre era más rápido que la policía.

Esta vez no iba a ser la excepción.

Lo primero que pintó fue el espejo lateral del asiento del piloto, en la puerta pintó una gran "D" envuelta en un círculo y cruzada con una diagonal. Mientras le daba vuelta a la camioneta fue pintando la parte baja con la pintura amarilla.

El dueño no sabía lo que estaba pasando afuera, pues seguía concentrado en elegir que bebidas se llevaría.

En el capó dibujó el símbolo de Batman con pintura rosada, y en el parabrisas hizo líneas a lo loco para que el conductor no pudiera ver nada. Estaba pintando la parte trasera cuando la puerta de la tienda se abrió dejando ver al dueño de la camioneta con una expresión de furia. Dante estaba tan entretenido que sino hubiera sido por el grito de Nicolás el hombre le hubiera agarrado.

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