Algunas veces, hace falta que nos duela algo.
Para poder darnos cuenta.
Que no nos está haciendo bien.
Algunas veces un pellizco no es suficiente.
Pensamos que es solo un dolor pasajero.
Que pronto pasara.
Entonces nos dejamos pellizcar, una y otra vez.
Hasta que comienza a doler en todo el cuerpo.
Cuando esos pequeños rasguños, se han vuelto llagas.
Solo cuando en verdad nos duele.
Abrimos los ojos, pero el alma ya está en llamas.
Algunas veces es necesario, para aprender.
Desde la primera vez, a que no está bien aferrarse al dolor.
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Pensamientos de un adolescente
RastgelePensamientos de un adolescente cualquiera. La vida trastornada de un adolescente.