Capítulo 19º: Cállate.

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Demian.

¿Cuál es el deseo de ser más que tú mismo?

Me consideraba alguien capaz de lograr todo lo que me propusiera —mejorar alguna escena, planificar las sinopsis, hacer más ediciones, o tener una orgía por horas—, pero desde que aparecí no encontraba algo que quisiera hacer lejos de ser un ayudante.

Necesitaba aferrarme, y lo sabía, no podía evitarlo. Necesitaba algo que estuviera a mi lado y pudiera ayudarme para no ser un completo idiota en celo.

—Bienvenido, ayudante.

Abrí los ojos, viendo a Ethan por primera vez. Su tono de voz era tranquilo, pero seguro, y tal vez para otros creído. Un animal de caza, domado, esperando por atacar a quien sea o a sí mismo, pensé.

—¿Quién es el escritor? —pregunté automáticamente, apenas moviendo los músculos de mi boca.

—Soy Matthew Davis —respondió, acomododando sus lentes—. Atiéndelo.

Se retiró sin decirme más. Mi programación estaba diseñada para seguir al narrador, y eso fue lo que hice. Necesitaba órdenes.

—Mi nombre es Ethan, solo Ethan —extendió sus pequeños dedos con aroma a antibacterial de ancianos—. Bienvenido a la familia, Demian.

—¿Demian?

—Tu nombre es Demian, solo Demian.

Me estaba sonriendo como un hermano mayor, feliz por el nacimiento de alguien que se convertiría en algo más que un hermano. No teníamos relación sanguínea, pero nos apreciábamos. Tenía la confianza de hacer chistes sexuales sobre él sin pena, pero nunca realizar lo que decía.

Conocí a Mía, la chica plana y graciosa que fue mi cómplice miles de veces para conseguir el numero de chicas y el del protagonista Tide, hasta que Ethan nos regañó y nos quitó los celulares por un mes.

Erick y más tarde Dave, los tipos que conseguían individuos que compitieran contra mí para ver quien lo tenía más grande, apostando los postres que preparaba Ethan para nosotros. Aunque ahora no teníamos nada que apostar.

Kei y Silver, los depresivos que fumaban y tomaban conmigo en la azotea, mientras hablamos de filosofía y me preguntaban el funcionamiento de mi mente, como alguien "lujurioso" y "el chico malo". Ethan me recomendó no responderles, sabiendo que me sentía presionado a responder cosas que no quería.

Percy... el hermano menor que me golpeaba al decir cosas imprudentes, y con quien compartía habitación mientras lo oía llorar bajo las sábanas cuando el reloj marcaba las 2:00 am. Lloraba y lloraba...

El trabajo que hacía era parte de mi diseño, tenía que hacer cosas que realmente no me gustaban ni agradaban, pero las necesitaba. Sin darme cuenta, a veces despertaba en la cama de personas desconocidas, y terminaba siendo regañado por Ethan y Mía. Yo no quería terminar de esa manera, pero tampoco podía evitarlo.

Pero ahora todos nos estábamos dividiendo en pequeños cristales rotos de un vaso que cayó al suelo por accidente, porque no teníamos a dónde ir ni palabras que seguir para ser compuestos. Y aunque quisiéramos pensar por nosotros mismos, o dejar de beber hasta terminar metidos en problemas, no podíamos por los defectos del diseño. Heridos en busca de compañía.

"Como si no fuéramos nosotros lo que somos", pensé eso desde hace dos años, y el pensamiento crecía ahora que la situación se doblaba como hierro caliente para lastimarnos.

—Ethan, traigo los nuevos escritos que... —Detuve mis manos, dejando la puerta abierta.

Temblé al sentir la atmósfera pesada que corría en la habitación. Las cortinas cerradas y gruesas hacían su trabajo ocultando la luz del sol, dejándolo solo con las luces apagadas. Su espalda se encontraba curveada, sentado de cuclillas contra la esquina de la pared, creando la ilusión de ser un pequeño niño con grandes pesadillas y trastornos.

El narrador que se enamoró de la protagonista. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora