Capítulo 29: Engañados por el cliché.

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Evelyn.

Un fin de semana me pidió que lo acompañara a una fiesta.

Creí que sería como en los libros, donde el chico se aparta y se besa con otras chicas mientras que la "novia actuada" permanece con un jugo sentada afuera. Luego alguien trata de conquistar a la chica abandonada y el badboy llega para golpearlo, entonces la chica defiende al otro y sucede una gran pelea que separa por días a los protagonistas. Él admite que fue una puesta o le dice que se enamoró, y ella a ambas excusas se hace la digna y desaparece con lágrimas.

Pero eso nunca sucedió.

—¿Por qué no me enteré de esta fiesta sí es para celebrar nuestro esfuerzo antes de la obra? —Traté de no mostrarme muy sorprendida ante la enorme casa de quien era dueña la perfecta ex-novia rubia de estereotipo tonto de Val y las luces que brotaban de todas las ventanas.

—Este año tienes la fachada de nerd y te separaron de la clase F, supongo que es normal que no te hayan invitado —explicó él, encogiéndose de hombros con una media sonrisa.

Adelante, hijo de tu... sigue burlándote de mis calificaciones.

Las puertas delanteras estaban abiertas, mostrando el ambiente ruidoso de adentro. Val le dio unos billetes a quien fumaba en un banco a lado junto a una planta, dándole señales para que pudiera entrar.

—Tienes una buena hoy, Dicks —rió el chico mirándome de reojo, dándole una calada a su porro.

—¿Te parece? —No sonó como pregunta, pero tampoco como respuesta sarcástica. Me asustó la forma en que lo miró, así que no dije más y entré por mi cuenta.

Que miedo, ¿y sí me mata?

Al adentrarme al lugar, pude sentir la mirada cortante de la anfitriona rubia con coleta y un lindo color de ojos azules que bajaba las escaleras. Me miró sonriendo levemente, dando la última pisada para llegar a la planta baja con sus tacones amarillos.

—Hola, protagonista —habló, saludándome con cordialidad—. Disfruta la fiesta. Hay alcohol en la cocina.

¿No me vas a amenazar? ¿Decirme qué me aleje de Val?

Creo que yo era la única paranoica con los clichés, estaba olvidando que la vida real es común, llena de hipocresía, y sí los escritores no estaban cerca entonces todo funcionaría normal. Sí, en el mundo había muchas zorras, como la chica de la esquina que trataba de pegarse a un jugador aunque él le gritaba en voz alta que se alejara porque tenía novia, pero ella seguía insistiendo tratando de montarlo. Sin embargo, algunas veces te salvabas de esas.

Di vueltas en el lugar por haber perdido a Val. Recorrí la sala principal, saludé a algunas personas de forma breve pero continué buscando un lugar donde encajar. Usualmente asistía a fiestas y terminaba con algún pie roto o haciendo retos locos con alguien, pero mi tiempo con personas diferentes había cambiado. Las fiestas de los ayudantes literarios eran tranquilas a comparación de estas, casi nadie hablaba de manera informal y Ethan siempre corregía cualquier actitud infantil mía.

Me abruma a veces.

—¡Evelincita, nu ti veo disde moñana! —Una chica me sorprendió por atrás con un abrazo. Tenía tiempo sin sentir tanta conexión.

—Get, nos vimos ayer —reí, notando su ebriedad subida a sus cachetes. Su cabello corto hacía ver su rostro más redondo de lo normal.

Trastabilló arrastrándome hasta chocar con la entrada de la cocina, justo a lado de las escaleras que conectaban el sótano con la planta alta. Traté de mantenerla estable, hasta que el expulsado Tam apareció sosteniéndola por atrás.

El narrador que se enamoró de la protagonista. {FINALIZADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora