Cuando Donghwa y Sungmin llegan a cenar, por fin estoy listo para soltarles lo que ha pasado.
Heechul no cabe en sí de curiosidad.
—¿Entonces, mi amor? ¿Qué significa esa cara insolentemente feliz?
—Se trata de nuestro Lowell —admito, mientras escurro la pasta en el fregadero de mi cocina azul.
—¿De quién? —me pregunta Sungmin, que frunce la nariz en una mueca reacia, como si en realidad su mente estuviera corriendo hacia otros parajes.
—¡De Lee Hyukjae, chicos!
Y de repente los noto a todos encima, como buitres.
—¿El gordo?
—De gordo nada de nada. ¿Estáis listos para ver en qué se ha convertido?
Mientras cenamos, nos conectamos a su perfil en Facebook, y nos pasamos el ordenador alrededor de la mesa. Pocas fotos, pero significativas: su encanto sigue intacto, y un montón de amigos lo halagan con mensajes en su muro e invitaciones a participar en los grupos más disparatados.
Heechul, trepa como pocos, remarca que nuestro Lowell es el propietario del vino Adinolfi.
—Por lo visto, no sólo se parece a Ewan McGregor, ¡sino que además es rico a más no poder! ¿No lo sabías?
—¡Qué obsesionado con el dinero! —lo regaño—. No son este tipo de cosas las que le interesan a un niño de ocho años.
—Sí, pero ¡con veinticinco años es de importancia capital, mi amor! —declara sin medias tintas—. Llegado a este punto, tienes que enviarle un mensaje que se salte todas las convenciones y vaya directo al meollo de la cuestión.
—¿Por ejemplo?
—Háblale de mí, ¡quizá con el tiempo haya cambiado de gustos!
—¡Ni lo sueñes!
—¡Eres el mismo egoísta e inconsciente de siempre!
Sungmin se vuelve más impaciente a cada instante; se levanta y me dice:
—Bueno, escríbele que te lo quieres tirar y así acabamos de una vez.
—¡Min! —lo regaña Donghwa—. ¿Qué te pasa?
—Tengo una cita con Kyuhyun y no tengo ganas de llegar tarde por culpa de uno que tendría que haberse follado hace quince años.
Mi hermano alucina en colores.
—¡Eres tremebundo! Y además a Kyuhyun lo viste ayer, la tía no quiere que llegues tarde todas las noches...
—Cierto, por esa razón le he dicho a mi madre que me quedo a dormir aquí.
Entonces me veo obligado a intervenir:
—Mira, primo querido, no puedes hacer lo que te dé la gana. ¿De verdad crees que te voy a dejar quedarte a dormir con uno que no conozco y que podría ser tu padre?
—Ya, ¿y con cuántos años me tuvo? ¿Con trece?
—Considerando que desde tu punto de vista yo habría tenido que follar con Hyukjae a los ocho años, diría que es más que posible.
Heechul se echa a reír.
—Tu primo se ha enamorado —nos dice——. ¡Tiene la misma mirada de Britney cuando conoció a Kevin!
Sungmin vuelve a fruncir la nariz.
—¿Quién?
—¿Cómo que quién? —se agita Heechul, en su mejor interpretación de histéria—. ¡Kevin Minrline! ¡El cabrón de los cabrones! Como la mayor parte de los hombres, a fin de cuentas.

ESTÁS LEYENDO
Lovebook
RomanceDonghae tiene ocho años cuando a la salida del colegio se encuentra con Hyukjae. Él sólo es un niño mientras que Hyukjae es un adolescente. La diferencia de edad entre ellos es una barrera que no se puede romper. Pero quince años más tarde, después...