Mientras espero recibir respuesta por parte de Hyukjae al mensaje que le he escrito, descubro que a mi familia le ha gustado la idea del profesor Choi y está lista para volver a ponerse en juego por última vez. Pero esperan de mi parte todo el empeño posible para que la iniciativa de los encuentros semanales de lectura se transforme cuanto antes en una realidad concreta. No puedo ocultar mi agitación, tengo miedo de no estar a la altura de la tarea. Por suerte Choi ha decidido apoyarme. Por esta razón preparamos una estrategia.
Para empezar, hemos decidido resucitar una tradición que mi abuelo empezó hace muchos años: cada vez que estaba a punto de aceptar nuevos productos invitaba a toda su familia a comer fuera. Decía que hay que acoger toda novedad con una celebración, es una forma como otra cualquiera para tratar de convertirla en un muy buen negocio.
Esta vez Heechul se suma a la familia, ya que al parecer se ha establecido en mi piso. Le he dado la tarea de elegir dónde comer y sus preferencias han recaído en un restaurante japonés que acaba de abrir. La verdad es que el propietario es un amigo de Siwon y él espera encontrarlo allí. Al fin y al cabo yo también lo espero, quizá Siwon, cuando lo vea, decida volver a acogerlo en su casa, a él y a esa rata de Schopenhauer.
Tan pronto como me pongo detrás del mostrador de la tienda, ordenando ideas y estrategias, levanto espontáneamente la mirada más allá del escaparate para ver si en la tienda de Suho hay alguien.
Increíblemente hoy está cerrado. Fuera han puesto el cartel de «luto», aunque no se trata de un luto de verdad, normalmente es más bien una excusa. De todas formas, debe de haber tenido una buena razón para no abrir. Por muy irresponsable que sea, nunca cerraría sin una razón sensata. En realidad me imagino que su cerebro está de luto, eso sí: la del cabello desordenado tiene que habérsela jugado bien.
El primer día de trabajo con la perspectiva de la nueva iniciativa no empieza de la mejor forma: estoy un poco distraído por el escaparate de Suho, y otro poco por la tardanza de la respuesta de Hyukjae. Sin hablar de todas las subsiguientes paranoias. La tal Jieun, a quien he visto en Facebook, es de una belleza asombrosa: ¿cómo puedo ni siquiera plantearme competir con una criatura como ella? Parece fabricada en un laboratorio. Mira ese cuerpo. Será mejor olvidarme del tema. Por otro lado, los mitos se juntan con otros mitos, no se dan por satisfechos con chicos normales, que encima venden cuadernos y gomas de borrar. Creo que voy a enloquecer. Mientras tanto el profesor Choi me llama para proponerme un listado de escritores y poetas a los que podríamos intentar llamar para los encuentros de lectura. Ojalá conociera al menos a uno de ellos. Por lo visto no sólo soy un chico normal y un tanto gordito (aunque los que me quieren se conforman con describirme como una belleza imponente), sino también ignorante. ¿Puedo esperar conquistarle en la primera cita? Quizá sea mejor que me centre en el trabajo y deje de atormentarme.
También Alessandra, la novia de mi hermano, está participando en la iniciativa. Para los encuentros culturales necesitamos amplificador y micrófono y, ni hecho adrede, él tiene una tienda que vende este tipo de cosas. Naturalmente no nos cobra ni un euro. También el carnicero se ha ofrecido a ayudarme y ha llamado a su yerno, que se ocupa de hacer mudanzas, para llevar el sofá de Friends a la tienda. El humor general, tanto de mi familia como de todo el barrio, ha cambiado de forma radical. Incluso la abuela ha dejado de remover los recuerdos con ese semblante melancólico que nada tenía que ver con ella. Ha vuelto a ser la persona quejumbrosa de siempre.
De vuelta a casa, a la hora de cenar, Heechul me acoge con una sorpresa.
Matita y Schopenhauer están disfrazados de la cerdita Peggy y la rana Gustavo, dos personajes de los Teleñecos, y de su collar cuelga un cartelito que dice: «Estaremos siempre contigo, pequeño Hae. Porque, recuerda: los novios pasan, los amigos permanecen».
Tengo que admitir que algunas ocurrencias de Heechul son geniales. Sin embargo la cerdita Peggy y Gustavo no parecen muy contentos con el número que les ha tocado interpretar: al final, pasar todo el día con un desocupado del calibre de Heechul no debe de ser fácil. Puede que los cachorros de la del cabello desordenado se lo pasen mejor.
Aun así la mayor sorpresa me la da Hyukjae: lo encuentro conectado en Facebook. Dice que no tiene tiempo para una videollamada, lo esperan en una cena de trabajo, pero considera importante explicarme la situación.
Por lo visto la estancia en la Toscana ha sido dura, ni siquiera ha podido conectarse a Internet. Las fotos de la comida familiar las acaba de ver, si no habría encontrado la manera de contactar antes conmigo. Jieun ya pertenece al pasado, me lo puede jurar por lo que más quiere. Sostiene que no me había hablado de eso sólo porque su historia ya se estaba acabando y no tenía sentido ponerme al tanto de la situación. Quisiera poder creerle, pero no puedo. Ese beso sigue dando vueltas por mi cabeza, no me deja en paz.
«Créeme, Donghae, no hubiera empezado todo esto contigo si estuviera a punto de casarme, como dices. No es mi estilo».
«Todo esto contigo». Eso es lo que ha dicho, negro sobre blanco. Entonces él también percibe que ha nacido algo. Algo especial. Si pudiera mirarlo a los ojos, a lo mejor todo sería más fácil.
«Tengo ganas de encontrarte —me escribe Hyukjae—. También puedo esperar a que el destino siga su camino. Como bien dices, por un lado es más emocionante, aunque no te oculto que es arduo resistir la tentación de correr a tu tienda a buscarte».
Tiene que irse a la cena. Nos ponemos de acuerdo para encontrarnos mañana después de la hora de comer en Facebook, pero antes de irse hace una última petición. «Confía en mí, Donghae —me dice—. En mi vida no hay nadie más».
Llegados a este punto tenemos que encontrarnos, incluso de forma banal, no importa. La idea de dejarlo todo en manos del destino empieza a consumirme. Necesito verlo para poder confiar en él y necesito confiar en él para volver a vivir.
¿Nos habríamos encontrado sin Facebook? Es una pregunta que se hacen millones de personas. Vete a saber cuántos hijos nacerán gracias a Facebook, cuántos serán los hijos de la globalización. Incluso un hombre como yo, que hubiera preferido nacer en otra época, tendré que aceptarlo tarde o temprano.
Me voy a dormir pensando en él. Suho se asoma a mi mente justo un par de veces, pero por suerte puedo alejarlo casi enseguida, ayudada por los gemidos de Matita, que llegan muy oportunos: ella también parece querer recordarme que en la vida siempre hay que mirar hacia delante. A veces también hacia atrás, eso es cierto, pero sólo para recuperar algo bonito que hemos dejado en suspenso, como en el caso de Lee Hyukjae.
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Lovebook
RomanceDonghae tiene ocho años cuando a la salida del colegio se encuentra con Hyukjae. Él sólo es un niño mientras que Hyukjae es un adolescente. La diferencia de edad entre ellos es una barrera que no se puede romper. Pero quince años más tarde, después...