Un pequeño rubiecillo abrió los ojos con dificultad debido al gran sueño caído sobre él.
Como consecuencia de haber jugado, corrido y peleado tanto con su primo Ciel el día anterior ahora se hallaba muy agotado.Miro el reloj sobre la pequeña mesilla el cual marcaba las diez menos ocho de la mañana.
Talló sus ojos azules con sus manitas pequeñas de porcelana y se bajó de la cama caminando al baño para lavar su rostro y posteriormente bajar a la planta inferior.
Sus pies descalzos andaban lentamente por el pasillo donde llegaban las risillas que compartía su madre y padre en la cocina. Alois entró tapando su boca al bostezar y tallando una vez mas sus ojos de forma perezosa.-Buenos días, pequeño- Le saludo alegremente su padre que pasaba tras el revolviendole los ya desordenados cabellos dorados, avanzando hasta tomar asiento frente a su hijo.
-Que tal tu noche, amor. Lograste dormir bien?- Su madre dejó un vaso de leche frente a el depositando un suave beso en la mejilla de su pequeño al inclinarse junto a su rostro.
-Gracias. He dormido muy bien!- Habló animado Alois tomando aquellas deliciosas galletas y tomando a largos tragos su leche.
Su padre bebía su café mientras conversaba alegremente con la mujer rubia que estaba mucho mas que feliz.
Era como todas las mañanas, despertaban alegres, compartían como la familia feliz y unida que eran.Aquella era una casa perfecta, con una familia perfecta y una vida perfecta.
Se amaban, realmente lo hacían, habían pocas o ninguna cosa que perturbase la adorada convivencia que compartían.-Cariño, te hablé de los nuevos vecinos?- Alois miró a su madre con atención, la mujer miraba a su esposo mientras caminaba a retirar los trastes sucios del lugar de Alois.
-Vecinos?- El rubiecillo parecía emocionado pues en sus once años jamás había tenido vecinos. Se preguntaba ansioso si habrían niños con los que jugar, con quienes compartir.
Sus ojitos azules brillaban alegres y curiosos mientras su madre le regalaba una enternecida sonrisa de labios cerrados.-Bueno, aún no estoy segura de quienes son, pero me he fijado en que han quitado el cartel de venta del jardín- Habló la mujer que se acomodaba tras Alois rodeando a su pequeño con los brazos recargando su barbilla contra los rubios cabellos cortos.
-Claro, he visto un coche un par de veces al frente. Podría ser eso- Dijo el mayor de todos dejando su taza de café sobre la mesilla mientas rascaba su mentón.
-Espero no sean problemáticos- Alois y su madre se dedicaron una mirada cómplice antes de estallar a carcajadas por aquel comentario.
Ese sábado por la mañana Alois se había despertado a penas si oyó las risillas cerca de su ventana.
Observo el camión de mudanzas y como varios hombres cargaban muebles y cajas enormes adentrandolas a la enorme casa de junto.
Oía risas, la voz de unos chicos y una mujer, pero cada vez que trataba de ver algo alguien se atravesaba en su campo de visión impidiéndoselo.Frunció el ceño y se inclinó en la ventana de lado a lado intentando visualizar aquella cabellera morada que se movía de aquí para allá, sin éxito alguno.
Rendido suspiró exasperado mirando en dirección a la puerta cuando tres golpecitos llamaron su atención.
Su madre asomó la cabeza por la puerta hallándose a Alois aferrado a la ventana con el cuello torcido al estar mirando en su dirección.-Es hora de comer, bebé.
-Ya voy...- Se giró una vez mas observando a los grandes hombres y sintió el cuerpo de su madre acercarse por su espalda, la rubia mayor acomodó sus manos en los hombros del chico mirando también por la ventana.
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Fuera De Cámaras<AloisClaude. (CORRIGIENDO)
RandomAlois trancy no era un chico exactamente destacado por su inteligencia, o por su belleza, o por algún talento especial. No tenía amigos cercanos mas que algunos compañeros de trabajo escolar con los cuales jamás fue lo suficientemente cercano como p...