Capítulo 1

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Alonso y yo, estábamos sentados observando el atardecer tan maravilloso que nos rodeaba.

La arena se esparcía, el mar y sus olas se movían al ritmo del viento fresco, haciendo que se escuchará un sonido armonioso, y que mi cabello se alborotará. El cielo estaba azul y las nubes como algodones, tenían muchas formas, veímos como el sol se va escondiendo entre las montañas.

La vista es espectacular estar el primer día de Diciembre en la playa con tu familia -Alonso y mamá- Ellos son mi familia.

- Cami ¿Mirando al más allá o qué? -Preguntó Alonso.

- No, bueno, si...no.

- ¿Si o no?

- No lo sé, estaba maravillando la vista y los sonidos.

- ¿Bonito, verdad?

- Lo es.

Me besó la frente y me invitó a lanzarme al mar junto a él, estaba fría, he estado en este lugar y todavía no me he acostumbrado al clima de el mar en la noche.

-He vuelto, traje comida ¡Pueden comer cuando quieran! -Dijo mi mamá.

Alonso me hundió debajo del agua y le di un pequeño golpe, no reaccionó, parece que soy muy débil a él, no podía escapar de sus brazos. Esto dos años ha entrenado mucho el fútbol, está más musculoso, es una escultura en perfecto estado.

Al fin logro salir de sus brazos y del mar. Inhalé hondo.

- No durastes mucho tiempo.

- Claro que no, no soy un pez. -Grité.

- Creí que eras sirena.

- No lo soy.

- Dicen que las sirenas son muy bonitas.

- ¿No ves televisión? las sirenas no existen.

-Pero tu sí existes, bien, tienes razón.

-Sé que la tengo.

Me sonrío.

Estos dos años han sido los mejores. La universidad no es lo mismo que el colegio, en el colegio están los recuerdos más bonitos que podemos apreciar, extraño a todos, aunque el día que nos graduamos mencionamos que no nos separaríamos, he de cumplir mi palabra, igual a todos.

- ¿En qué piensas Camila? -Frunció el ceño.

- Recuerdos.

- ¿De qué?

- La graduación, es un buen lugar para relajarme y recordar mis mejores momentos.

- La graduación...fue lo mejor. ¿Recuerdas a Sofia caída en el suelo? -Rió a carcajadas.

- Sí, lo recuerdo, y Annaís intentando de echar a todos de la pista de baile, fue un gran día.

- Lo fue. Tengo ganas de comer malvas, así como los niños exploradores.

No soporté reír, y me devolvió la sonrisa.

Parecía un niño. Me inspiraba felicidad.

- ¡Fogata! Por favor, Cami. -Insistió Alonso.

- ¡Bien, bien! fogata, pero tu la organizas.

- ¡Gracias amor! tu pones las malvas. Me siento un niño explorador.

Lo eres en este momento Alonso Hiller. No me cansaré de sentirme como una bebé a su lado.

-Eres un niño explorador. -Dije.

Esbozó una sonrisa, cogió un fósforo y lo lanzó a las ramas enredadas que estaban unidas en un mismo lugar. Una luz y un calor llenaron el lugar y un gran fuego creció, listo para malvas. Tomé unos palos pequeños y delgados y enterré las malvas en ellos, luego los acomodé en el fuego.

- Bonitas estrellas. -Dijo Alonso.

- Sí, mira a allá, son tres unidas. -Dije señalando con el dedo a un costado.

- Las Tres Marías.

- ¿Es su nombre?

- Me sorprende que sepas sobre sirenas y no conozcas las Tres Marías.

- No lo sabía, ¿Tienes algún problema con eso? -Le dije amenazándolo con el pequeño palo de malvas.

- Quiero que comprendas que no te tengo miedo, ni con un palito lleno de malvas.

- ¿No me tienes miedo?

-No te tengo miedo. -Afirmó entre risas.

Me lancé encima de él y le golpeé suavemente el abdomen, me tomó por el cabello y me besó delicadamente, probando cada pequeña parte de mis labios, igual que yo a él, nos reíamos entre el besó.

- No te tengo miedo.

-Calláte. -Contesté alejándome de él.

Luego se dirigió al mar, se sumergió, y no lo ví por un tiempo largo, pudieron pasar tres minutos, creo.

- ¿Alonso? ¡Alonso!

Estaba preocupándome, entré al mar y luego sentí mi pie en manos de alguien, me sumergió, estaba cerca de ahogarme.

- ¡Aghh! - Grité, ¿Mi madre no está aquí o qué?

Era Alonso, me besó apasionadamente, sin separar ni un segundo sus labios de los míos, luego me impulsé y mis piernas quedaron en su cadera, Alonso me sostuvo más fuerte.

- Te odio, ibas a matarme del miedo.

- Pensé que me amabas. -Dijo Alonso.

Seguimos besándonos suavemente cada segundo que transcurría, sabía a qué queríamos llegar. Tiré de su brazo y me dejé caer, lo llevé a afuera del agua fría, congelada.

Se quitó su camiseta.

La noche estaba oscura y fría.

- ¿Frío? -Preguntó.

- Mucho. -Dije temblando.

Me juntó a su ancho y exótico pecho, dejé mi cabeza posada en él. Me abrazó, estaba más mojado que yo, pero me seguía protegiendo de la fría noche apesar de que temblaba aún más.

- Entra a la casita, no quiero que te enfermes.

Entramos a la casita, me cambié de ropa y nos acostamos en la cama para dormir. Eran dos habitaciones, una de mi madre y la otra de Alonso y yo.

- Buenas noches, sueña conmigo, te amo. -Dijo Alonso.

- Buenas noches.

Por Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora