Capítulo 9

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Annaís estaba sentada en el sofá, cambio su rostro al verme destrozada.

- Camila ¿Qué pasa, guapa?

- Alonso. - Me atraganté con su nombre.

- Oh, ya entiendo. No expliques, toma agua.

Me abrazó y me dio un vaso con agua, tomé un solo sorbo.

Me senté en el sofá y lloré hasta más no poder, estaba atrapada en la realidad de las palabras de Alonso, "Si no hubiese entrado a puesto a que siguieras revolcándote con él ". Se repetía constantemente en mí cabeza con su voz.

El móvil de Annaís sonó y contestó, hablo por unos minutos cuando la persona del otro lado del teléfono le dijo algo que hizo que quedara en shock.

- Camila Blades ¡Te quiero fuera de mi apartamento! ¡No quiero verte más nunca! ¿Bien? -Gritó

- ¿Qué sucedió? -Pregunté, no era nada bueno -, ¿Quién te ha dicho qué?

- Tú, tú y Michael ¡Ya todas las piezas del rompecabezas encajan! ¡Michael y tu se acostaron y por eso Alonso te terminó! y eres tan gilipollas que tienes has dicho muchas mentirillas, y pretendías quedarte aquí como si nada sucediera, pero adivina, te descubrí, estúpida.

- Eh... -No tenía palabras.

Me sumergí aún más en las lágrimas ¿Y si, si le hubiera hecho caso a Alonso? la verdad no me interesaba nada.

Subí al dormitorio y coloqué mis pertenencias -Algunas de las que deshice- en la maleta.

Bajé corriendo sin despedirme ya que me había lanzado un jarrón de vidrio, me metí en el ascensor con dificultad por las cincos bolsas y las miles de lágrimas, no había nada que odiaba mas que me hayan echado todo en cara, el ascensor se abrió, en una esquina estaba Alonso sentado en la acera con sus codos sobre sus rodillas y su Cadillac al lado, era difícil no hacer ruido y que no me viera con todo eso, al igual de difícil que era bajarlas del ascensor. Me miró, su ojos estaban preocupados y su cuerpo tenso.

- ¿Te ayudo? -Gritó del otro lado sin respiración.

No le respondí, lo que tomó como una afirmación. Se acercó y me ayudó con tres maletas.

- ¿Qué sucedió? si puedo saber...

- Nada, no es de tu importancia.

- Todo lo que tenga que ver contigo es de mi...

- Nada.

- Bien, ¿Te puedo llevar a algún lugar?

Tenía los ojos rojos, al igual que yo, estaba llorando.

Me subí a su auto en el asiento de pasajero y coloqué mis maletas detrás.

- ¿Dónde te llevo? -Preguntó con dificultad.

- ¿Conoces un hotel cercano? -Pregunté con un hilo de voz.

Asintió.

Encendió el auto y continúo por la carretera ¿Cómo podía estar dentro del auto del hombre que en muchas palabras me había dicho puta? ¿Cómo él podía llevarme? las preguntas sin respuesta inundaban mi mente acelerando mi pulso. Pero me dispuse a ignorarlas por completo. Las lágrimas fluían sin parar.

- ¿Estás bien? -Preguntó preocupado.

Asentí.

- ¿No quieres secarte el rostro? a un lado de ti tengo papel si...

- ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! -Grité.

Se quedó en silencio.

Giramos a un lado y había un gran hotel y su nombre no lo podía descifrar, estaba oscuro.

Por Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora