La alarma de mi móvil estaba impaciente, lo lancé al suelo. Joe estaba peinando su cabello.
- Buenos días. -Me dijo.Sonreí - ¿Por qué no hablas? ¿Por mí? -Asentí -, ¿Por lo de ayer? -Asentí nuevamente. Se sentó en la cama y su mirada demostraba cariño.
Cogí mi toalla y me dirigí al baño, él me sostuvo el brazo.
- No irá a trabajar, ya le he informado a Emely. No me mires así, voy siempre a allí, debo saber su nombre. -Me sentó en la cama. -Perdóname, aunque no se si debería pedírtelo, pero ¿podrás hacerlo algún día? -Negué-, no quería hacerte daño recordándote a ese idiota, no sabía que él existía.
Bajé la mirada y su mano acarició mi mandíbula, me puse tensa y sonreí. Se acercó a mí y toco mis labios, mejor dicho, ya estaban unidos. Abrí los ojos y lo empujé. Su rostro lucía enojado. Me giré al otro lado de la cama.
- Cami ¿Ni un beso te hace hablar? ¿Serás muda? -Negué.
Levantó sus manos en señal de derrota y salió por la puerta de la habitación. Bajé mi vestido hasta medio muslo que se había subido mientras dormía y me dirigí a la sala a ver el televisor. Le señalé la puerta a Joe.
- Todavía no me voy -Río -, mi trabajo es nocturno. -Puse los ojos en blanco.
Se sentó a mi lado y permanecí en silencio por más de diez minutos. Luego me quitó el control del televisor y se colocó frente de mí.
- ¡Camila! no puedes pasarte la vida entera sin decirme nada. -Gritó y asentí - No, no puedes, dime algo. -Hundió sus dedos en su cabello frustrado y hizo una llamada. -Estoy listo para esta noche... será divertido... bien... adiós. -Colgó la llamada.
Me preguntaba por qué estaba listo, yo no estaba incluida en sus planes, no me importaba, él tampoco estaba en los míos. Pensé en seguirlo pero que importaba, tal vez sea algo misterioso.
Me duché dos horas y salí del baño envuelta en mi toalla, él estaba en la cama con su móvil sonriendo, luego me observó y su sonrisa se amplió. Lo saqué de la habitación para vestirme.
Me puse unos pantalones cortos al muslo y una camiseta manga larga azul, dejé a mi cabello caer sobre mi espalda en su forma natural.
Todo el día permanecí viendo el televisor, era una casa donde dos desconocidos no se quieren conocer jamás.
Hacían las once de la noche y mi plan seguía en marcha. Joe había dejado la habitación con un gran nivel de perfume de hombre, estaba completamente vestido de negro.- Regreso pronto, puedes dormir. Buenas noches.
Me acosté en la cama y esperé el sonido chirriante de la puerta cerrarse.
Me coloqué unas zapatillas negras y rímel profundo, alboroté mi cabello con rizos y me puse un labial color rojo sangre.
Tomé mi móvil y corrí. Cerré la puerta de la casa sigilosamente y caminé rápidamente detrás de Joe que en algunas ocasiones sospechaba de mi presencia. Caminamos varias cuadras y caminó hacía un callejón con poca visibilidad, estaba oscuro y lleno de una nube de humo. Al final había algo que resplandecía, una luz, supuse. Me acerqué, sabía que Joe tenía un gran secreto tal vez guardado en ese lugar. Estaba amontonado por hombres en motos y mujeres casi desnudas, todos estaban vestidos de negro. Había algunos peleando, luego vi sangre en el suelo y una mujer intentó ayudarle, el otro se marchó del área con una sonrisa malévola. Luego salió de lo que parecía un garaje un hombre alto, grande, musculoso y con una cara muy seria, Joe dio unos pasos adelante.- Esta es poco, si sabes defenderte. quinientos dólares, imbécil. -Le dijo aquel hombre a Joe.
- Hecho. Quiero escuchar de nuevo tu última palabra luego de la pelea. -Dijo estrechando su mano.
El musculoso le dio un puño en el estómago, Joe se retorció un poco pero siguió de pie, le lanzó una bofetada tal vez la más fuerte que yo haya escuchado, no estaba acostumbrada a las peleas; el musculoso quedó en el suelo con la nariz sangrando y le golpeó a Joe por sus extremidades, solté un suspiro, sentía que me iba a desmayar; uno de los espectadores me miró y escondí mi cuerpo rápidamente en la pared. Cuando volví a mirar, Joe tenía una ceja hinchada con sangre, estaba sudado, los espectadores le animaban para que siguieran peleando, yo no entendía nada.
- Bien, tú ganas ¡Idiota! -Gritó el musculoso.
Sentí una mano detrás de mí, me tapó la boca y no tuve siquiera tiempo de gritar, todo sucedió tan rápido. Me levantó en sus hombros hasta un lugar aún más oscuro, era el garaje en el que el musculoso había salido.
Me miró fijamente mientras me amarraba a una silla y me vendaba la boca.- Oye, pero me gusta tu cabello, pareces muy linda para venderte, amor.
Luego de unos minutos el lugar se llenó de todos los hombres que se encontraban fuera. Mi pulso se aceleró ¿Me iba a vender? luego vi a Joe y el musculoso entrar, Joe quedó atónito, y desesperado.
- ¿De dónde es esta nena, Chuck? -Preguntó el musculoso.
- Estaba espiándonos.
- Uh, peligrosas, me gustan más. Quinientos por ella.
- Seiscientos. -Respondió Joe.
- ¿Tú? oye, ya tienes mi dinero ¿Y también quieres a la bonita? es mía. Ochocientos dólares. -Respondió.
- Mil. -Dijo Joe, su mirada estaba más seria de lo que no le había visto.
- Tres mil, no, dos mil.
- Tres mil. -Dijo Joe sonriendo victorioso.
- Me la pagarás pronto, gilipollas.
- A las una, a las dos... Vendido al líder. -Dijo Chuck.
Estaba más confundida. Me sentía una cosa ¡Estaba vendiéndome! sin Joe hubiera preferido estar muerta, no entendía, ¿El Joe que conozco ha perdido tres mil dólares para salvarme?
Desataron mi boca y mis mano. Joe se acercó y me vio más que preocupado ¿Por qué el líder? ¿Peleas clandestinas? ¿Por eso anda por ahí gastando dinero? su ceja seguía bañando su cara en sangre. Juntó mi frente con la suya y me levantó a él.
- ¿Estás bien? ¿Chuck no te ha tocado? ¿Qué haces aquí?
- Solo me duele las manos. -Respondí.
Me agarró por la cintura y me movió entre todos los hombres que intentaban tocarme, me acercaba más a él y se colocó detrás de mí sin quitar sus manos de mi cintura. Pasamos por la multitud y me llevó a la calle, él me movía rápidamente, aun me tenía agarrada y luego se paró frente a mí.
- ¿Qué hacías allí? ¿estás loca? si no hubiera aparecido tal vez te hubieran violado. Me has pedido que me alejara de ti pero me seguiste ¿por qué? puedes irte cuando quieras de mi casa tal vez esta misma noche, he perdido quinientos dólares que he ganado, más dos mil quinientos por tus tonterías, es mejor que te alejes.
Ya no sonreía, estaba enojado, miré hacía abajo, hubiera quedado violada, o algo así si él no me hubiera salvado. Le debía un gracias y una disculpa, un sollozo se me escapó; no sabía la razón.
- ¡Vamos! ¡Ahora estás llorando! ¿Cómo pudiste gustarme? -Gritó Joe dando grandes zancadas y dejándome sola.
Me había dolido, ¿gustaba de mí? ¿yo le gustaba? me lo había confesado, pero no de la manera en la que quisiera, estaba mal, otra persona había perdido, ya la soledad se estaba volviendo mi mejor amiga.
Me senté en la acera y miré a los pocos autos que transitaban a las tres de la madrugada. Joe tomó mi mano y me levantó.
- Debes dormir. -Dijo serio.
Entramos y Joe se acostó en el sofá.
Me dirigí a la habitación y me arrinconé en la pared. No tenía sueño. ¿Por qué siempre soy yo la culpable? ¿Por qué yo me destruyó? Al fin había entendido el refrán de la curiosidad mató al gato. La tristeza se apoderó.
ESTÁS LEYENDO
Por Su Amor
RandomCamila y Alonso han tenido un amor de cuento de hadas, con el pasar de dos años juntos, aún siguen teniendo una química inmarcesible, son inseparables, pues parece que su amor es más grande que todo lo que les rodea. Los problemas que han afrontado...