Epílogo

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Cuatro años después:

Desperté en la mañana con demasiada fatiga, me dirigí a la cocina en busca de cereal y leche, lo único que se encontraba dentro del frigorífico.
Me duché con agua refrescante, luego de comer. Definitivamente era un día diferente.

Alonso salía de la cárcel, había pagado su condena. Cada mes lo visitaba durante estos cuatro años, y insistía demasiado en ser mi pareja.
Sabía que Alonso nunca mataría a alguien, pero es una persona tan vulnerable, que se deja llevar, además, el amor hace cometer locuras, es ciego. Decidí tener una relación con él luego de que saliera, ya muchos me odiarán. No fue culpa suya, fue de mi madre, la odiaba demasiado por manipular a Alonso y matar a Joe.

Estaba lista para ir a la cárcel, el taxi estaba frío, la piel se me erizaba. Cuando llegué a Alonso le estaban quitando las esposas, un sentimiento inexplicable recorrió mi médula espinal. Al verme sus ojos se abrieron como platos y me abrazó, como si hubiera esperado por eso mil años.

- ¡Camila! -Pronunció con alegría.

- Has salido, al fin. -Dije algo contenta.

- Sí, lo sé. Perdóname, te necesitaba junto a mí, no te imaginas como me mataba mi conciencia cada noche.

- Esta bien, pero no cometas otra locura más.

- ¡No! todo fue culpa de tu mamá, ella tenía que estar encerrada, no yo.

- Lo sé, ya están investigando, harán pronto el juicio para encerrarla.

Hacia un año había vendido la casa de Joe, ahí no podía dormir, su olor perduraba en sus sábanas y era difícil intentar superarlo. Decidí comprar un apartamento para mí.

- ¿Puedo ir a tu apartamento? no quiero verle la cara a mi madre, me sentiría peor. -Dijo Alonso con un deje de dolor.

- Bien, solo tengo que arreglarlo.

- Camila, te extrañé. Tal vez tú no has sentido lo mismo que yo, sé que has extrañado a Joe, perdóname.

- Los extrañé a los dos. -Sonreí y me dio un beso, y entonces me di cuenta que lo necesitaba, cada mañana quería despertar a su lado y tenerlo por el resto de mi vida junto a mí, sin importar los demás.

Alonso llegó al apartamento con demasiada ropa, la mitad del armario era suyo.

- No te conocí con tanta ropa. -Dije anonadada.

- El trabajo hace dinero, princesa.

- Yo pudiera si volviera a la universidad.

- Nathalie me visitó y dijo que te la volvería a pagar, era lo único que podía hacer por ti.

- Yo ya no quiero su dinero.

- Entonces deberás aceptar el mío.

- ¿En serio?

- Sé cuanto querías ir a la universidad.

- Pero otra profesión, en serio eso no es lo mío. -Reímos al unísono.

Nos lanzamos a la cama, sus ojos demostraban cariño, luego se volvió seductor.
Sin saber como ni cuándo, Alonso quedó encima de mí con poca ropa al igual que yo, besaba cada parte de mí. Mi oreja, mi cuello, mi vientre. La noche se asomó y se volvió más intensa a medida que se oscurecía y la luna tomaba lugar. Era una noche en la que los dos disfrutábamos, parecíamos seres únicos de la tierra. La noche fue placentera.

Desperté primero que él, aunque estaba exhausta de aquella noche.
Encendí el televisor y el audio estaba al máximo, lo que hizo que Alonso despertará corriendo, luego se tranquilizó.

Por Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora