Capítulo 2

850 31 1
                                    

Desperté al sentir una noche acalorada, diferente a la del día anterior, ví un color amarillento, naranja y rojo a fuera, desde la ventana observaba todo, era fuego.

- Alonso ¡Dejamos la fogata encendida! ¡Despierta! -Grité.

- Quédate aquí.

Salió de la habitación y veía borroso por la cantidad de sueño que inundaba todo mi cuerpo. Luego ví como el fuego iba bajando sus llamas lentamente, y Alonso entró con ojos totalmente abiertos a la habitación.

- ¿Todo bien?

- Bien.

- No sé si quisiera un esposo ingeniero o bombero.

- Los dos están bien, ahora duerme.

Me volteé al lado opuesto de Alonso y dormí.

Desperté a las diez y cinco de la mañana, Alonso se había levantado. Salí de la habitación, mi madre y él estaban preparando el desayuno. Había demasiada personas en la playa, estaba llena, en un Miércoles, lo cual es poco común.

- Buenos días. -Dijo mamá.

- Hola.

- Buenos días. -Dijo Alonso.

- ¿Cómo amanecistes? -Preguntó mamá.

- Dormida y con sueño ¿Y ustedes?

- Despiertos. -Dijo Alonso.

Mamá asintió riendo.

- Aquí está tu desayuno. -Colocó un plato en la mesa.

Era beicon y papas horneadas, frutas y el único jugo que bebo, de naranja, me senté y comencé a comer.

Hoy era el día que nos íbamos, volveríamos a casa.

Mamá y Alonso se sentaron y comimos. Nos metimos en el mar salado lleno de arena y de rincones ocultos, estuvimos un tiempo en la playa, luego salimos a arreglar las maletas.

- Alonso ¿Este súeter por qué está en mi maleta?

- No sé, acá tengo un sujetador tuyo, te los devuelvo otro día, se está haciendo tarde.

Recogimos todo y nos montamos al al Cadillac SRX, el auto de Alonso, la Sra. Hiller se lo regaló en la graduación a Alonso, es muy útil.

Mamá condució por precaución, Alons iba en los puestos traseros del auto y yo en el de pasajero. Fue un viaje largo, llegamos a casa de Alonso a las tres y treinta cuatro, había mucho brillo en el cielo todavía. Alonso buscó sus llaves por todas partes ¡No las trajo con él!

- Creo que están dentro de la casa. -Dijo a carcajadas.

- ¿En serio? yo pensé que estaban fuera. - Dije con sarcasmo.

-Yo igual.

Pusé los ojos en blanco.

-Sra. Nathalie, ¿Puedo quedarme está noche en su casa?

- ¡Claro, ven!

Alcé las manos en señal de derrota, creí que el juego era: yerno le cae mal a la suegra, suegra le cae mal al yerno. Pero ellos son diferentes.

Alonso subió al auto, abrí la puerta de mi asiento y cogió mi brazo, quería que estuviera atrás con él. Cerré la puerta y me coloqué a su lado. Mamá avanzó y tomamos una autopista, no entendía la razón, mi casa y la de Alonso es cerca.

- ¿Dónde vamos? -Pregunté.

- Quiero comer helado.

Me ardían las mejillas y me sonrojé, pusé una sonrisa de idiota la cual intenté detener pero se escapaba, eso me recordaba cuando Alonso y yo íbamos por primera vez, siendo amigos, a comer helado. Llegamos a "The house of Ice Cream" ¿No había otro nombre mejor?. Alonso y yo obtuvimos dos helados de vainilla, mamá uno de vainilla y chocolate mezclado.

Alonso cogió de la punta de su helado con su dedo índice y me lo colocó en la nariz, luego en las mejillas con líneas, parecía una gatita.

- Creí que el helado era comida, no maquillaje. -Dije.

- Yo también creía lo mismo, pero sirve de los dos.

Alonso ¿Quería gastar su helado? bien, lo hará. Mi helado se deslizó por mis dedos hasta llegar al suelo a propósito.

Reí.

- ¿Cami qué sucede? comportáte. -Dijo mamá.

- Es que....no sé...sólo...Alonso me puede dar de su helado ¿Cierto?

En ese momento exacto sus delicados labios saborearon lo último que quedaba del helado.

- Se ha acabado. -Dijo sonriendo.

- Te odio.

- Eso no me lo demuestras.

- No tengo por qué demostrártelo.

- Las acciones dicen más que mil palabras.

- Sí lo sé.

- Vámonos, no conozco a jóvenes de diescinueve y veinte años de edad que hablen tantas tonterías un mismo día y sin estar borrachos. -Dijo mamá.

Por Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora