Capítulo 17

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El día aumentaba la temperatura cada minuto, la calor era insoportable.
Busqué mi uniforme después de ducharme, lo que ya era común y me hice una coleta, Joe aún seguía dormido, se veía vulnerable, lo que no era. Me acerqué a él y le di un beso, abrió sus ojos y balbuceó.

- Hola, voy a trabajar ¿te espero? -Dije.

- Llegó luego, quiero dormir.

- Bien, adiós.

Cerré la puerta y salí de la casa. Caminé por las calles solitarias de la ciudad hasta llegar a Johnson's, veía a extranjeros comprando ropa en los locales y yo solo iba a trabajar. Emely estaba sentada en un taburete, llenando unos papeles.

- Buenos días.

- ¡Camila! ya yo extrañaba tu melodiosa voz. -Sonreí.

Tomé mi libreta para los pedidos y continúe con mi rutina diaria.
En la última semana ya había aumentado cuatrocientos dólares, las personas amaban ese lugar, y yo amaba que fueran.

Me acerqué a una mesa, las personas que la complementaban no parecían satisfechos y no pretendía que lo parecieran.

- Quiero pollo y papas fritas ¿No hay otra cosa? -Dijo ella, o eso que estaba sentado en la mesa.

- No, hay esta el menú, tal vez sí leyeras...

- ¿Me estas diciendo analfabeta? mejor no me traigas nada, me has quitado el apetito. -Dijo con una voz de consentida, yo sonreí. victoriosa.

- Yo si quiero pollo y papas fritas, discúlpala, es muy irritante aveces.

- Que suerte tienes de ser paciente. -Dije poniendo los ojos en blanco.

Emely tenía razón, el trabajo no es fácil, siempre habrán estúpidos y estúpidas como esa chica. Las personas piden demasiado, si quieren miles de papas fritas que vayan a la cocina y que las hagan ¿Es difícil?, además caminar con muchos platos y sacar la cuenta es otro problema, pero no me he equivocado con los números, no es que me guste la matemática pero tengo mi encanto.

Le llevé a Rod -El chef- el pedido del cliente, el chef se llama Rodney es amable, amigable y la cocina es su lugar.

Su mirada es encantadora y sus ojos son profundos, pero su sonrisa es simpático.

Atendí toda la tarde parejas, unas pedían más comida de lo que debería y otras dejaban.

Eso me enojaba, pasen un día de mierda en África a ver si van a querer dejar comida ¿Ellos saben cuántos días muere un niño por falta de comida? ¿Para que piden algo que no comerán? debería ser ilegal dejar comida en un plato.

Me senté en una mesa, sola, esperaba que Joe llegará, pero no había ocurrido, ya eran las cinco de la tarde y no había respuesta de él. Decidí esperar, tal vez había tenido un percance.

Mi tarde había sido un poco divertida, algunos bromeaban conmigo sobre temas que no eran de mi importancia, como su familia, aunque yo no encajará y nunca los había visto, me alegraba que pidieran mi opinión.

Miré el reloj puesto en mi muñeca y marcaba las nueve y diez, habían pasado diez minutos luego de que Johnson's cerrara. Me deshice la coleta y mi cabello cayó sobre mis hombros, lo enrulé más y Emely y yo salimos.
Estaba nerviosa y si a Joe le había sucedido algo, apresuré mis pasos que pronto se convirtieron en zancadas.
Me dirigí a un callejón, y caminé tranquila.

Sentí algo áspero en mi boca, era una mano, quería gritar y mi vello se erizó, el hombre reía, y se me hacía familiar su risa, luego me giró a él y plasmó un beso cálido en mis labios, lo separé de mí.

Por Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora