Capítulo VIII: Post-mortem

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Relato lo ocurrido apenas unos días después de los hechos, así que espero que puedas perdonar que en algún momento deje de ser capaz de narrar.

Cuento con apenas minutos para escribir esto antes de que vengan a buscarme, así que procederé con el relato.

Esa misma noche la pasamos en el cómodo salón, ambos me hablaron de lo que habían hecho en esos dos meses en los que no había estado presente. Habían condicionado la casa para poder empezar a vivir allí en seguida e incluso trajeron algún que otro recuerdo de nuestro otro hogar.

Toda la noche pasó con tranquilidad, nos fuimos a dormir y, por primera vez, Lara durmió sola en su propia habitación, aunque ya estaba dormida cuando la llevamos a habitación. Por nuestra parte en cuanto nos metimos en la cama, los dos nos quedamos dormidos.

Esa noche había sido como un pequeño oasis en los hechos que, al día siguiente, acontecerían.

. . .

Cuando desperté al día siguiente, supe que algo estaba mal, o al menos, que el ambiente no era el mismo que el del día anterior. La habitación había perdido los colores del día anterior, se sentía fría y demasiado grande, como algo ajeno, y comprendí la verdad al instante...

-Buenos días, señora Barnes.

Me quejé con un gesto, permitiéndome una sonrisa de diversión ante sus palabras y alargar el brazo hasta él, dándole un suave empujón.

-Buenos días, señor Rogers.

Él dejó escapar una risa entredientes, para acercarme así aún bajo las sábanas y acomodarme en su pecho. Pasó sus dedos entre mi melena áurea, hasta que sus yemas encontraron mis labios.

-Deberíamos despertar a Lara y volver a la realidad- susurré, mirándole a los ojos.

-Sólo unos minutos más, me encanta estar así contigo- sonrió, dejando un beso suave en mi frente mientras apartaba el flequillo, para poder besar mi piel.- Es muy cómodo...

-Está bien- susurré, cerrando los ojos- Pero si la enana entra y nos "interrumpe", es cosa tuya.

-Ese pequeño diablo rubio es nuestro problema- bromeó- Tú la trajiste al mundo y yo ayudé a crearla.

El comentario me sacó una sonrisa, me encantaba lo tontas que podían llegar a ser sus ocurrencias.

-Jem, eres un desastre.

-¿A qué viene llamarme así, Nora?

-Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y sabes que no me gustan las alusiones a mi segundo nombre.

Ambos escuchamos una carcajada en la puerta, que se abrió para mostrar a Lara riéndose con las manos puestas en el estómago dada la fuerza de su risa. Ambos nos sentamos en la cama, él con una ceja alzada y yo con una pequeña sonrisa.

-Lara Stella Barnes- me puse en pie- Tú también tienes un segundo nombre, así que nada de reírse.

Su risa se detuvo cuando escuchó su segundo nombre, poniéndose completamente sería de repente.

-¿Desde cuándo tengo segundo nombre?- alegó ella, cruzándose de brazos.

-Desde que legalmente tienes nombre- me estiré, quitándole importancia al asunto.

-¿Y por qué ese nombre?

-Tenía un compañero en los comandos que tenía una hija llamada Stella.- Buck se dejó caer de nuevo en la cama, estirándose, a veces era incluso más niño que ella.

-¿Mi segundo nombre viene de la hija de otra persona?- ella se sentó en la cama, cruzando las piernas.

-Me gustó el nombre, además, pertenecían a la resistencia italiana, un día pudo presentárnosla.- bajó la mirada, pesaroso- Ahora debe ser una anciana.

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