A Las Diez En Punto

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De modo que los cuatro decidimos quedar con el supuesto experto en una cafetería. No era nada especial, solo una cafetería pequeña en la que mi hermano pidió un bol tamaño grande de comida y una taza grande de café, para Nat un chocolate caliente -estaba intentando dejar el café- con unas tortitas, Scott solo quiso un café latte y a mí sólo me apetecía un vaso de leche con cacao caliente, con apenas un par de galletas que me servirían con la bebida.

Tampoco tenía mucha hambre, aunque no hubiera probado bocado desde el día anterior, estaba nerviosa por el curso de los acontecimientos, ante la incertidumbre que cargaba sobre los hombros y me hundía un poco más en esa evidente desesperación.

Bebía el cacao con sorbos cortos, aburrida de mordisquear las galletas -con las que había acabado un rato antes-, cuando se escuchó la puerta del local abrirse. Alcé la mirada, ya impaciente, encontrando a la persona que menos esperaba ver aparecer por esa puerta aquella soleada mañana.

Pero allí estaba, no era Hulk, pero tampoco Bruce, sus gestos eran muy humanos para que fuera su forma de bestia, pero su piel era verde y su cuerpo grande y musculoso, aunque sus facciones recordaban mucho a las de Bruce. Saludó tranquilamente a una familia que tomaba su desayuno junto a la entrada y se acercó a nosotros a paso despreocupado, como si esta fuera una reunión casual después de una larga separación.

—Cuánto tiempo sin veros— su sonrisa era tan amplia que habría eclipsado al sol con su brillo, era Bruce, pero ahora tenía... Confianza en sí mismo, seguridad, estabilidad. Sin embargo, su sonrisa dejó de llegarle hasta los ojos al ver nuestras miradas serias— ¿Qué ocurre?

Mi mirada volvió a mi taza, no quería ser yo quien diera la noticia, no por cobardía, sino porque sabía que si se lo contábamos, esa estabilidad con la que contaba, se desmoronaría como una torre de cartas. Al fin y al cabo, la confianza era siempre difícil de conseguir, y muy difícil de perder.

—He viajado en el tiempo— fue Scott el que lo soltó de un golpe, ganándose una mirada de reproche por parte de Steve, que al instante dejó escapar un suspiro de resignación.— Era el único que iba a decir algo al respecto.

Scott resumió su experiencia en el mundo cuántico en unas cuantas palabras, así que apenas presté atención del intercambio de palabras científicas que apenas conocía y que sólo había leído en libros. No es que no me interesara, por supuesto que lo hacía, sino que ya había escuchado esos tecnicismos el día anterior y seguía sin entenderlo, por lo que no tenía demasiado sentirlo escuchar la conversación.

—Viajar en el tiempo es algo complejo y peligroso, no podemos saber que puede esperarnos, hay demasiados factores que pueden cambiar el resultado del viaje...— Bruce se inclinó en el asiento, apoyando las enormes manos verdes en la mesa, haciendo que el contenido de mi taza se tambaleara— Habría que tener en cuenta todas las variables.

Antes de que Scott pudiera añadir algo más, tres niños se acercaron a Bruce, con un teléfono móvil en la mano. Los tres parecían emocionados de ver a Bruce supuse que tras lo que había hecho con sus experimentos, su fama había crecido.

Por alguna razón, doblar la servilleta de papel de Steve me parecía más entretenido que ver al doctor Banner posando con los niños mientras Scott les hacía las fotos con el móvil de uno de ellos. Apenas escuché la incómoda conversación entre Scott, Bruce y los niños acerca de unas fotos y algo sobre Ant-Man, pero sí fui plenamente consciente -hasta me hicieron sonreír- las miradas de Steve y Natasha por el fastidioso diálogo entre los dos.

Nadie podía culpar a los críos, Ant-Man se había pasado cinco años en una dimensión cuántica y no lo conocían por este mismo motivo. Sin embargo, la conversación había sido tan incómoda que me había hecho removerme en mi asiento, hasta el punto en el que había tomado un sonoro sorbo de la taza para detener aquella conversación.

—¿Entonces vas a ayudarnos?— no esperé a que los niños se hubieran ido para alzar la mirada de la taza mientras iba al asunto en cuestión, ganándome una mirada de reproche de mi hermano, lo cual terminé ignorando, no habíamos venido al restaurante a hacernos fotos para que los chavales las enseñaran a sus amigos del instituto,
teníamos una misión por delante.— Si estás con nosotros, tenemos que hacer las cosas cuanto antes.

Bruce no pareció sorprendido por mi actitud, y si se sorprendió, no lo mostró, dibujó una sonrisa y se acomodó en su asiento en un gesto despreocupado.

—Claro que os ayudaré, pero no podemos hacer esto nosotros solos, necesitamos a alguien que tenga más experiencia con esto que yo.

Y para bien o para mal, sabía a quien se refería, lo que hizo que dirigiera mi mirada a mi hermano, que dejó escapar un suspiro de pesar, masajeándose la sien. Hacía unos cuantos años que no hablaban, estaba segura de que el encuentro sería prácticamente tan incómodo como la conversación que habían tenido el doctor Banner y Scott, lo que no quería presenciar de nuevo.

Pero si debíamos de ir hasta allí y hablar con él... Lo haríamos, teníamos que hacerlo, no era solo un deber sino también una necesidad. Necesitábamos a aquel genio retirado que vivía junto a un lago con su esposa y su hija, necesitábamos que volviera a ser un héroe y revelara la forma de hacer un viaje en el tiempo completamente seguro.

Lo quisiéramos o no, Anthony Edward Stark era nuestra última oportunidad de arreglar las cosas y enmendar nuestros errores de una vez por todas. Y si funcionaba, esta vez no habría ningún fallo.

The Time We LostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora