Capítulo VI

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Abrí los ojos, llevábamos un par de horas en el jet y me había quedado dormida por lo pronto que habíamos tenido que levantarnos. Había sentido algo moverse debajo de la especie de banco en el que estaba sentada, por lo que me agaché algo adormilada, encontrando debajo de este a cierta niña rubia que debía haberse quedado en casa.

–Hola mami– me saludó con un gesto, dejando a un lado la pistola con la que había estado jugando.

Con un suspiro la saqué de debajo del banco, sentándola sobre mis piernas. Mi hermano se giró para mirarnos a ambas con un pequeño intento de sonrisa.

–¿Cuánto tiempo llevabas ahí metida, pequeña?– le preguntó antes de que me diera tiempo a hablar.

–No lo sé, tío Steve, creo que una hora o dos...

–Esa forma de ser tuya me recuerda a la de alguien.– me miró de forma significativa– Cierta chica que no me escuchó y se enamoró sin darse cuenta.

Hinché las mejillas, roja. No sabría decir si era de vergüenza o era al recordar aquella época que tanto echaba de menos, pero supongo que en el fondo eran ambas. La pequeña Lara rió al verme así, tomando mis mejillas mientras yo dejaba escapar el aire de ellas.

–¿Cómo es él, mamá?

Quería decirle que no podía hablar de ello, que recordar a Bucky me hacía daño, que no podía echar la vista atrás sin arrepentirme de tantas cosas... Pero no me podía negar a aquellos ojos, el mismo tono que había visto desde mi infancia, los mismos ojos del hombre que le dio su apellido.

–Hay demasiado que te podría decir sobre él, cariño. Por ejemplo, su sonrisa... Su sonrisa hacía que el día más horrible acabase siendo el mejor de la semana. Siempre estaba dispuesto a ayudarnos, siempre con su mano tendida, era tan dulce cuando quería y tan serio cuando se lo proponía... amaba la ciencia y el futuro.– Sonreí, mordiéndome el labio al recordar como era cuando nos besabamos– Tan buen hombre...

Steve sonrió, pero su sonrisa era más bien triste, después de lo que me había contado sobre él, comprendía que se sintiera así. No teníamos idea de donde estaba él, aunque Sam y Steve lo habían estado buscando durante años, no habían podido encontrarlo. Lo único que podíamos hacer en ese momento era rezar por que estuviera bien.

–Dejemos este tema por ahora, ¿sí?– mi hermano se giró hacia los mandos del jet– Ya estamos en Londres.

. . .

Cuando la ceremonia acabó, los tres escuchamos unos pasos acercarse, haciendo eco en la enorme Iglesia en la que habíamos despedido a Margaret "Peggy" Carter. Al girarnos, encontramos a Natasha, vestida de negro al igual que nosotros. Se sentó al lado de mi hermano en silencio, como si pensara en que decirnos.

–Ha tenido la despedida que merecía– aseguró ella, mirándonos a los tres, pero en especial a Steve.

–Lo sé. Cuando me sacaron del hielo y desperté pensé que no me quedaría nadie. Pero cuando supe que ella estaba viva... Bueno, creo que tenerla me ayudó a seguir adelante.

Me mantuve en silencio, escuchando como hablaban de quienes habían firmado el Tratado y como Natasha iría a Viena para firmarlos. Sabía que si todo aquello era idea del consejo de seguridad, que fuera Natasha, tenían una buena razón, ella siempre pensaba bien las cosas.

–¿Queréis venir? Hay sitio de sobra en el jet.– sonrió, su sonrisa siempre parecía más una mueca, pero cada vez que lo hacía tenía la certeza de que estaba siendo amable.

–Creo que deberíamos quedarnos aquí.– intervine, tomando en brazos a Lara mientras me ponía en pie, esperando a que Steve también lo hiciera.

–Sí, será lo mejor.– asintió, dejando que Natasha lo abrazara como despedida.

. . .

Las dos estábamos sentadas en el sofá del hotel, viendo la televisión cuando aparecieron las últimas noticias. Había ocurrido un atentado en Viena, más concretamente en la ONU. Me puse en pie, tensa, ¿qué habría sido de Natasha? Las noticias decían que había varios muertos, entre ellos el rey T'Chaka de Wakanda, pero no decían nada más... Algo que me preocupaba por segundos. Pero lo más impactante de todo, fue saber quien lo había hecho:

–"Las cámaras de seguridad han captado a un sospechoso en el momento de los hechos, el cual las autoridades han reconocido como James Buchanan Barnes."

La imagen lo mostraba, mostraba el rostro de aquella persona que tan bien conocía bajo una capucha. No era posible, o al menos me negaba a creer que él había sido capaz de hacer algo así. En mi mente, ambos conceptos no encajaban, siempre había tenido un buen corazón.

Lara miraba la televisión aún sentaba, parecía que quisiera llegar allí a través de la pantalla, su mirada estaba perdida en el lugar en el que había aparecido la imagen de él...

–Tenemos que ir allí.– me miró, con un gesto aún algo perdido, pero tenía razón– Él no puede haber...

Se vió interrumpida por la puerta abriéndose con estruendo, Sam, Steve y Sharon, la sobrina de Peggy, nos miraron.

–Lo habéis visto, ¿no?– pronuncié cada palabra con cuidado, tratando de no tartamudear.

–Nos vamos a Viena.– asintió mi hermano, mientras Sharon hacía una llamada.– Cuanto antes.

–Iré a por mi traje.– decidió Sam, saliendo de la habitación.

Mi mirada coincidió con la de mi hermano, quien en seguida se acercó, subiendo en sus brazos a la niña, para salir de allí.

–Esta vez vamos a protegerlo, Kira, lo prometo.

The Time We LostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora