Una Nueva Esperanza

31 6 8
                                    

Parte III

—¿Me estáis diciendo que hay alguna manera de poder viajar al pasado?— pedí tiempo con ambas manos, llevándome las manos a las sienes para masajearlas con los dedos por el exceso de información.

—Exacto, si yo he podido, podemos encontrar una forma de usar el mundo cuántico para hacer viajes en el tiempo, podremos conseguirlo.— explicó el hombre de pelo oscuro, que se había presentado como Scott - nombre que recordaba de Leipzig-.

Me puse en pie para pasarme las manos por la cara, frustrada por no haber entendido sus palabras. Di un par de vueltas de un lado a otro de la cocina, respirando hondo para calmar un poco la velocidad de mis pensamientos y emociones. No estaba segura de que esto fuera a funcionar por completo, después de lo ocurrido con nuestra teoría de las dimensiones. Al fin y al cabo, no podíamos fiarnos de unas conjeturas que Scott había realizado -no porque no me fiara de él, sino porque apenas tenía conocimiento en física cuántica-.

—Eso significa que tendremos que buscar a alguien que conozca ese campo mejor que nosotros— Steve dejó el vaso a un lado, dirigiendo su mirada a Natasha.

—Oh, no, no me digas que tenemos que ir allí.— replicó ella, frunciendo los labios.— Últimamente está algo insufrible con todo lo de sus fans. ¿Sabe que los dabs se pasaron de moda en 2018?

No tenía ni la menor idea de lo que estaban hablando, de modo que dejé los vasos en la cocina, ignorando su conversación sobre la fama de alguien. Scott me ayudó a recoger, así que una vez en la cocina decidí enfrentarme a él.

—Así que has estado estos cinco años encerrado en ese mundo cuántico que dices, ¿no es así?— no levanté la mirada de lo que hacía, tan solo para no divagar demasiado mientras le hablaba.

—Sí, pero apenas he sido consciente, para mí han sido como unos minutos, o incluso menos.— explicó con suma paciencia. Puede que tampoco estuviera teniendo la mejor actitud hacia él— Por eso mismo es una buena opción si queremos usar las gemas y traer de vuelta a todo el mundo.

Me mantuve en silencio unos segundos, pensativa, tenía demasiadas preguntas, pero mucho me temía que Scott no tendría las respuestas que buscaba. Pero la curiosidad era mucho más fuerte que yo y me instaba a preguntarle hasta verme satisfecha.

—¿Y cómo es que acabaste allí?— finalmente le miré, no podía evitar más todo lo que quería dejar salir— Es posible viajar en el tiempo, ¿verdad, Scott?

Era prácticamente obvio que no tenía respuestas, porque él solo había sido una víctima de las circunstancias. Y, aunque lo sabía, necesitaba poner mis esperanzas en algo, en aquello que diera la más mínima señal de dar un resultado favorable. Estaba simplemente desesperada, solo quería tener a mi familia de nuevo, por muy egoísta que sonara, era lo que me llevaba a hablarle así a Scott.

—No puedo garantizar que vaya a funcionar, porque no tengo conocimientos en física cuántica, pero te aseguro que haré lo que esté en mi mano.— apoyó las manos en la encimera, pasándose una mano por el rostro, exhalando un suspiro de cansancio— Puede que mis manos no sean las más competentes, pero es lo que tenemos. Todos hemos perdido a seres queridos en el chasquido, Kira, pero por eso mismo vamos a luchar, por tener de vuelta a quienes queremos y reunir a las familias, los amigos, las parejas. No sólo es nuestro deber sino lo que nos dicta el corazón.

Me limité a asentir, para después frotarme la nuca con los dedos, masajeando con suavidad con una sonrisa ladina. Si iban a hacerlo, toda la ayuda que tuvieran sería poca, así que probablemente me necesitarían también en aquella peligrosa tarea.

—Bien, entonces podéis contar conmigo, necesitaréis toda la ayuda posible.— me encaminé fuera de la cocina, descubriendo a Natasha y Steve todavía peleando por ese desconocido, de modo que me acerqué, para apoyarme en el hombro de mi hermano -interrumpiendo la conversación- y dibujé una pequeña sonrisa— ¿Cuándo decís que saldremos?

. . .

Tenía que empacar un par de cosas antes de salir, entre ello mi traje de combate, guardado al fondo del armario en un maletín junto con mi látigo, hacía demasiado tiempo que no lo había usado, ni siquiera que me había asegurado que estuviera en buenas condiciones. Sin embargo, cuando saqué el traje y el arma, ambos estaban en perfecto estado, en seguida llevando consigo recuerdos de Wakanda, seis años antes, cuando Shuri lo confeccionó como regalo de boda.

La primera vez que me lo puse, lo había sentido como una segunda piel, me iba como anillo al dedo, me había enamorado de aquel traje desde el primer momento. Llevaba también unas inscripciones en wakandiano, con la frase de mi novela favorita: "Aprendí a reconocer la completa y primitiva dualidad del hombre; Me di cuenta de que, de las dos naturalezas que luchaban en el campo de batalla de mi conciencia, aun cuando podía decirse con razón que yo era cualquiera de las dos, ello se debía únicamente a que era radicalmente ambas."

"El extraño caso de Dr Jeckyll y Mr Hyde" siempre me había fascinado, dada la dualidad del doctor que había llegado a ver reflejada en mí misma, puesto que yo misma había tenido mi propio fantasta, agazapado en la oscuridad, esperando un momento de debilidad para salir a atacar.

De modo que guardé el traje y el látigo en una pequeña maleta, junto con algo de ropa de cambio -tampoco necesitaba llevar mucho, en el complejo tenía algo de ropa aún-. Me disponía a salir de la habitación, maleta en mano, cuando la puerta del baño se abrió, Nate saliendo con Kai en sus brazos, el pequeño con un albornoz cubriéndole el cuerpo.

—¿Piensas irte sin despedirte?— la voz de Nate no sonaba dura, es más, tenía un pequeño tono de diversión que me hizo girarme hacia ellos.

Iba a salvar a mi familia, sí, pero Nate y Kai también eran la otra parte de ella, quisiera o no. No pude evitar tener un pequeño deja vu, hacía setenta años había presenciado una escena similar, pero yo había estado en el lugar de Nate, James en el mío y Kai aún solo en una lejana imagen de lo que sería Lara.

Sabía por experiencia que esa despedida podría ser la última, que cabía la posibilidad de que no les volviera a ver, quizá en mucho tiempo, quizá nunca más. Por eso no me gustaban las despedidas, no sabía para cuanto tiempo sería, porque un "hasta luego" puede convertirse en un "adiós" con demasiada facilidad.

—No me iría sin despedirme de mis chicos— dejé la maleta en el suelo, acercándome para abrazarlos a ambos, dejando que Kai se abrazara a mi cuello, aún era muy pequeño para entender lo que estaba ocurriendo -él se había criado en unas circunstancias prácticamente normales para un niño-, lo que me aliviaba en gran medida— Tenéis que cuidar bien de Nakama ahora que va a tener cachorros, ¿entendido? Y nada de salir cuando llueva.

—¿Ni aunque llueva muy poquito?— insistió Kai haciendo un puchero, se le daba condenadamente bien, haciendo temblar su labio inferior, parecía que se fuera a echar a llorar en cualquier momento. Pero por supuesto, ya tenía práctica con los ojos de cordero de Lara, así que aquel diablo de pelo oscuro y ojos esmeralda no iba a pillarme.

—Ni un poco— sonreí revolviéndole el cabello con una pequeña sonrisa— Y no le pongas esa carita a Nate o sabes que es capaz de tirarse al lago si se lo pides.

Mientras Kai asentía, volví a mirar a Nate, ahora con un gesto serio en el semblante. Sabía lo que eso significaba.

—Ve a salvarlos, Kira, y la cuando vuelvas, que no sea sola.

Estaba determinada, decidida a conseguir al fin aquello que me había propuesto durante cinco años. Los traería de vuelta, costara lo que costase.

—Descuida, no volveré sola.

The Time We LostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora