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Cabalgaron lo más aprisa que pudieron, llegando dos días antes de lo previsto. En la mente de Alba no paraba de rondar la terrible idea de que su reino ya no era seguro. Y esperaba equivocarse.
Echaron un vistazo por los alrededores del castillo. Todo parecía tranquilo, nada alteraba el orden. Con un gesto de la mano, la capitana frenó la marcha de su grupo, mirándolo todo con cautela...Nada. No había nada. Quizás aquellos salteadores querían precisamente eso, que cundiese el pánico en el rostro de la princesa.
El portón se abrió dándole la bienvenida a la joven, y ella despachó a quienes la acompañaban, que se dirigieron a sus respectivos hogares.
Sin embargo, Natalia siguió al lado de Alba.—Natalia, a partir de aquí acaba tu cometido, el cual te agradezco con creces. No tienes por qué seguir acompañándome.
—Quiero acompañaros—la capitana puso su caballo a la altura de la yegua de la princesa y le dirigió una mirada decidida—No estaré tranquila hasta que vea que todo va bien y prescindáis de mi persona. Además...—esbozó una sonrisa ladeada—...os tengo que agradecer vuestras lecciones de escritura. Os protegeré un tiempo más.
La morena consiguió su propósito: que la pequeña rubia sonriese después de haber estado angustiada desde aquel incidente con los encapuchados. Le dolía ver a su princesa así. Y más le dolía pensar que dentro de aquel castillo puede que no estuviese segura. Se encargaría de comprobarlo ella misma.
Fueron adentrándose, con los soldados haciendo sus reverencias al pasar por su lado. Dejaron los caballos en el establo de la entrada a las estancias reales, y Alba ordenó que abriesen. Un oscuro pasillo daba acceso a un contrario espacio luminoso y diáfano que resultaba ser el vestíbulo. Decorado de ricos tapices y candelabros de oro, era una excelente antesala al Salón del Trono, que se encontraba más adelante. A la morena le trajeron recuerdos de su ceremonia, donde la nombraron capitana.
Sus alarmas se dispararon al ver a un hombre corpulento y de frondosa barba acercarse a pasos agigantados a la princesa. Pero sus ánimos calmaron al ver que se trataba de Lord Tradhtar, Consejero real y viejo amigo de la familia Reché. A Alba se le iluminó la cara, y corrió a abrazar al lord. Alba había crecido considerándolo básicamente un familiar más. Sus tiernas arrugas al sonreír le hacían gracia desde pequeña, al igual que su curioso parche en el ojo izquierdo, que ocultaba una vieja herida de batalla.
—Me alegra verte por aquí de nuevo, pequeña. ¿Cómo ha ido todo?
—Ha sido un viaje lleno de eventos. Ya os contaré cuando esté el Consejo reunido. ¡Uno de los hombres consejeros de aquella ciudad se parecía a ti!
Tradhtar rió ante la princesa, y escuchó unos pasos a sus espaldas. De las escaleras bajaba Sir Ristoff, otro consejero. Con cara de pocos amigos, mostró una mueca de descontento ante la actitud del otro consejero y chasqueó su lengua. A Alba nunca le gustó aquel hombre, y Natalia lo analizaba con ojo crítico.
—Lord Tradhtar, no debería mostrarse tan cercano a su Alteza. Es una considerable falta de respeto—hizo una reverencia ante la heredera—Le pido disculpas por su comportamiento.
—Relájate, Ristoff. No es necesario ser tan desmesuradamente correctos—dijo Alba con algo de burla. Natalia rió para sus adentros—Quisiera ver a mi padre. ¿Está en el Salón del Trono?
Los consejeros intercambiaron miradas de preocupación, y fue Ristoff quien decidió abrir la boca.
—Lo está, Alteza...Pero debo advertiros de su estado. Últimamente los miedos irracionales le reconcomen el alma, y en algunos momentos carece de lucidez...
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Bajo el mismo Estandarte // Albalia
FanficAlba Reché de Guillory, joven heredera al trono del Reino del Triunfo, quien quisiera servir en el campo de batalla junto a los suyos. Natalia Archibald, una de tantas capitanas del ejército real, la cual es feliz tan sólo con proteger y ser leal a...