12: Más allá del deber

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Alba cogió aire, apreciando el olor que aquel jardín transmitía. Sin duda, una de sus cosas favoritas en el Reino de Medina era la abundante vegetación en las ciudades. A su lado caminaba Julia, acompañándola en el paseo hasta su llegada a los baños.

—Me es muy difícil pedirte esto...Pero ahora mismo no tengo a quien más acudir—dijo la rubia mirándola con pesar—.

—No te aflijas, deberías tener en mente ya que te ayudaría una y otra vez encantada. Y más en este momento—la castaña la frenó en su camino, parando frente al patio de la fuente y cogiendo una de sus manos—Ten por seguro que mis ejércitos marcharán contigo. Como si fuesen los tuyos.

La princesa le sonrió ampliamente a su amiga. Si quería volver a su tierra e intentar recuperar su trono, debía ser acompañada. Y no había mejor apoyo que el de la poderosa Medina.

—Mandaré también un par de espías para que nos informen de la situación allí—prosiguió Julia—Y también mandaré emisarios a Carlos el Correcto. Él y su rey son buenos aliados.

—Muchas gracias, Julia—dijo emocionada Alba, acariciando con su pulgar la mano de la reina—No sé si algún día te lo podré pagar.

—Tú también lo harías por mí—quedaron en cómodo silencio mientras bajaban sus miradas. La castaña volvió a mirarla—Te he echado de menos, Alba...—susurró—.

—Yo también a ti—dijo la princesa de forma sincera, en el mismo volumen de voz—.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos años?

—Más o menos, sí...—Alba esbozó una sonrisa recordando aquellos días—.

—Alba...—Julia acercó la mano a su mejilla y la miró con cariño—Sabes que te sigo queriendo como entonces...¿verdad?

La joven de ojos dorados suspiró.

—Lo sé, reina mora...—el apodo le hacía sonreír siempre que lo decía—...Lamento no poder responder del mismo modo.

Su amiga se encogió de hombros cómicamente. Sabía ya que Alba había dejado de sentir lo mismo, e incluso sabía que a diferencia de ella, la rubia nunca se llegó a enamorar. Pero oírlo de su boca dolió un poco. Una cosa sí que no había cambiado en ellas: seguían siendo un gran apoyo, y siempre lo serían. Momentos así lo daban por hecho.

—No puedo volver al pasado aunque quiera, qué le vamos a hacer...Pero...—se acercó unos centímetros a la princesa, lo suficiente como para sentir su respiración—...Alba, déjame tener una despedida de aquello...Y así también comprobar algo que he sentido en ti.

La chica la miró extrañada. No era la primera vez que Julia daba a entender que tenía cierta habilidad para ver el interior de las personas. Lo mejor es que era cierto. Cerró los ojos, dando su consentimiento a la castaña.

—Que sea rápido, por favor. No quiero que nadie aparezca por aquí y lo malentienda.

Julia rió mientras quitaba el flequillo de la cara a Alba. Sin más demora, la besó con ganas contenidas. La reina tenía razón. Aquel beso supo a despedida. La despedida de una etapa que se cerraba para dar paso a una nueva. No fue un acto largo, pero tal fue la fuerza de la chica al besar que no se dieron cuenta de que justo en ese momento, alguien decidió pasar por allí.

Se separaron y cogieron aire. Alba vio cómo su amiga esbozaba una amplia sonrisa y la cogía de la barbilla.

—Estaba en lo cierto.

Bajo el mismo Estandarte // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora