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Tragó saliva mientras seguía el perímetro de la fría muralla de piedra. Natalia, Damion y su grupo de 18 soldados intentaban ser lo más sigilosos que podían, y hasta ahora, todo iba tal y como se planeó. La atención de los soldados del castillo se había centrado en el caos que había en el campo de batalla y en el gran portón de acceso, al otro lado de donde estaban ellos. Rodearon las murallas hasta llegar a la puerta trasera, en la que ahora solo se hallaban unos cuantos guardas y no había foso.
La capitana asintió con su cabeza, dándole de esa forma la señal a Damion de que comenzaba la cuenta atrás. El ataque debía ser rápido y efectivo. Con un gesto de su mano, los soldados salieron de su escondite velozmente. Antes de que el vigía de la torre pudiese gritar y alertar de su presencia, Alphonse ya había lanzado una certera flecha hacia él, dejándolo fuera de combate al momento. Les dio tiempo a llegar a la puerta, donde forcejearon con los pocos guardas que se encontraban allí.
—¡Ahora!—murmuró la morena apoyando su espalda en el muro y disponiendo sus manos juntas, con las piernas flexionadas, junto a ella dos soldados más de la misma manera—.
Marie, Jimena y Damion eran los especialistas en asaltos. Su armadura estaba diseñada para que pudiesen trepar los muros si contaban con algo punzante como apoyo. Poniendo sus pies en las manos de los soldados, éstos los impulsaron hacia arriba, y los tres, casi en sincronía clavaron sus espadas en el muro y apoyaron sus suelas, con clavos que ayudaban a adherirse. Comenzaron a subir, alcanzando el adarve de los guardas en pocos minutos. Natalia volvió a la puerta para combatir con los pocos efectivos que quedaban.
Desenfundó su Claymore y, con precisión, rozó los gemelos de uno de los soldados, dejándolo herido en el suelo. En el Reino del Triunfo intentaban derramar la menor sangre posible, por lo que antes de matar a cualquier soldado, se le daba la oportunidad de huir, tan sólo si atacaba de nuevo se acababa con su vida. Era una de las normas que diferenciaban aquella cultura de otras.
Por su espalda se acercaba otro, y con un giro Natalia pudo parar a tiempo la estocada, apretando con fuerza la muñeca del atacante. Con un rugido, le propinó una patada en el peto, lanzándolo hacia atrás, para acabar noqueándole con un puñetazo en la nariz.
La pequeña puerta se abrió al poco tiempo. Jimena había logrado llegar hasta ella desde dentro mientras Damion y Marie mantenían ocupados al resto de reclutas que se hallaban en las caballerizas. Sin perder ni un segundo, todos entraron. Su parte había salido con éxito. Ahora debían ir hacia el portón de hierro y despejar el camino para los que venían.
—¡Al patio de armas, rápido!—ordenó Damion. Antes de que se pusiese en marcha Natalia, él le llamó la atención—Archibald, unos cuantos entraremos a la torre del homenaje para sondear la situación en el interior, ¿de acuerdo?
—Está bien...—dijo la capitana con el pulso a mil por la adrenalina del momento—Pero ve con cautela.
Tras responderle, salió corriendo hacia el portón, alcanzando a sus compañeros. Cuando llegó a atacar a uno de los guardas principales, ya se hallaban en plena pelea. Jimena, Landelino y otros 6 habían subido a los adarves para hacerse cargo de los arqueros y reclutas que vertían aceite hirviendo para evitar el acercamiento del ariete. Si se deshacían de ellos y accedían a las palancas del portón, sería innecesaria la máquina de asedio.
Un atronador retumbar sacudió la tierra bajo ellos. Habían empezado a atacar con catapultas las murallas.
Natalia se desestabilizó por unos momentos, hincando su rodilla en el suelo. Aunque inmediatamente se irguió de nuevo, no pudo esquivar un fuerte golpe en su casco, propinado por la esquina de un escudo. Su cabeza se turbó como si estuviese llena de campanas, y una pequeña estela de sangre recorrió su ceja. Pudo esquivar el siguiente ataque, contraatacando inclinando su cuerpo y dándole en el costado al enemigo desde abajo. Exhaló una bocanada de aire, mientras se recomponía para llegar al siguiente. Se quitó las manoplas de hierro y se limpió el entrecejo. La herida empezaba a escocer.
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Bajo el mismo Estandarte // Albalia
FanficAlba Reché de Guillory, joven heredera al trono del Reino del Triunfo, quien quisiera servir en el campo de batalla junto a los suyos. Natalia Archibald, una de tantas capitanas del ejército real, la cual es feliz tan sólo con proteger y ser leal a...