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Natalia P.o.V.
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Con una gran bocanada de aire, cerré los ojos, dejando que los gritos del ejército envolviesen mis sentidos.
Las últimas palabras que le había dirigido a Alba minutos antes aún resonaban en mi interior. Decirle que nos veríamos luego fue más un auto convencimiento que unas palabras de aliento.
Necesitaba repetirme a mí misma que haría todo lo que fuese por estar a su lado, por sobrevivir. No iba a dejarla. No después de todo lo que hemos vivido juntas.
Volví a observar a las tropas. Como habíamos decidido en el Consejo de Guerra, se disponían en la formación inicial. Mi escuadrón de jinetes se encontraba en el flanco izquierdo, tres grupos de infantería y lanceros se hallaban en el centro liderados por Jimena y Marie, y a los lados nuestros arqueros, con Alphonse al frente derecho. Los apoyaban dos cuerpos más de alabarderos y gentes de armas. Detrás de toda la formación estaba Alba, su escolta y dos grupos de caballería, capitaneados por Damion y Landelino.
Sabíamos que el ejército de Tinett poseía más caballería que el nuestro, y en una medida de seguridad, nuestros arqueros portaban cada uno una estaca, para que en el lado en el que se apostasen, la llevasen consigo. Si se resguardaban tras ellas, la caballería no embestiría contra ellos. Los arqueros eran una parte vital de la estrategia, pues los arcos largos ayudaban a perforar la defensa enemiga.
—¡Arqueros, en posición!—grité con voz temblorosa. Empezaba la batalla—.
A mi señal, tocaron las cornetas que hicieron que los arqueros se dispusieran en cuña, cejados. De esta forma conformaron una especie de embudo, un semicírculo, que cuando atacasen, rodearía las fuerzas enemigas. Nos superaban en número, pero nosotros sabíamos también jugar nuestras cartas.
Los ballesteros tineteos se dispusieron a cargar sus armas, y mi corazón se puso en un puño. Nunca me había encontrado tan nerviosa en combate como en este. Teníamos mucho que perder, y poco que ganar. Tragué saliva, acariciando con mi mano la empuñadura de mi Claymore.
Todo saldrá bien, me repetía. No dejaría que los nervios se apoderasen de mí. Debía dejar que 'la Fogosa Bestia' entrase en acción. Fiereza y racionalidad, como siempre había hecho.
—¡Avanzad poco a poco!—la voz de Alba llegó hasta mi posición—.
El suelo se hallaba nevado, por lo que nuestros pasos debían ser cuidadosos. Los arqueros avanzaron sus estacas unos metros y se dispusieron de tal forma que su rango de alcance cubría toda la vanguardia tinetea.
Una lluvia de saetas cayeron por nuestra zona, las ballestas habían abierto fuego.
—¡Escudos!—ordenó Marie—.
Todas las protecciones de primera línea se alzaron. Para nuestra fortuna, el rango que alcanzaban no era tan amplío como el nuestro. A pesar de ello, algunas flechas se colaron entre las defensas, y algunos gritos indicaron que unos cuantos soldados acabaron heridos.
—¡Ahora, abrid fuego!—la señal de Alphonse fue clara y concisa—.
El mejor momento para atacar era al acabar el aluvión enemigo. Las ballestas eran unas armas lentas de recargar, y nos daba tiempo a descargar sobre ellos un descomunal ataque.
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Bajo el mismo Estandarte // Albalia
Fiksi PenggemarAlba Reché de Guillory, joven heredera al trono del Reino del Triunfo, quien quisiera servir en el campo de batalla junto a los suyos. Natalia Archibald, una de tantas capitanas del ejército real, la cual es feliz tan sólo con proteger y ser leal a...