• Bullicio interno •

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Se dejó caer por la puerta pasando una mano por su rostro con frustración. No podía dejar de preguntarse ¿Por qué?

Escucho unos pasos delante suyo que le ofrecía una mano, esa sonrisa tan sincera y reconfortante le hizo recuperarse un poco, aún que se sentía una mierda. Tomo su mano desviando la mirada hacia sus pies que estaban mojados por el contacto anterior con la nieve. -S-Stanley. Stanley -susurro con desquició queriendo explicar lo que había visto. Aún podía recordar ese auto alejarse con desprecio, sin mirar atrás.

- No tienes que explicarlo ¿Quieres una taza de té? -pregunto posando una mano en su hombro, quería inspirarle tranquilidad. Podía notar sus nervios a flor de pie, pero por desgracia a el también le dolía la partida de Stan.

Se sentaron en la cocina, con una mirada triste y un silencio de velorio.

Una semana paso, trato de trabajar pero aún que sus manos seguían mezclando sustancias su cabeza estaba llena de gritos internos, preguntandose una y otra vez todo.
Recordó esa vez que Stan le vio sangrar, esa vez que su musa se emocionó con su cuerpo y lo manipuló a tal forma de clavar en sus brazos un camino de tenedores... La sangre correr por su brazo era aterrador, junto con algunos arañazos en su rostro. ¿Por qué tenía que verlo así? En ese momento en el que no podía controlar los impulsos masoquistas de su Musa.

Podía escuchar a Fiddleford tararear una molesta melodía mirando su mano decorada con un hermoso anillo de matrimonio, su boda había Sido un par de años atrás y Aline ya había concebido a un niño (muy inteligente en realidad) del cual finns estaba orgulloso.

- ¿Que tal vas con esa sustancia? -pregunto el chico dejando de tararear por fortuna de Ford.

El castaño alzo ambas cejas masajeando sus cienes. -Prove decenas de combinaciones para el combustible correcto pero, por más que odie... Necesitamos ir por desechos radioactivos a la estación de Oregón.

- Amigo, esto ya se está volviendo más ilegal -contesto pasando una mano por su cuello dejándose sentar sobre la mesa de a lado.

-Todo saldrá bien, investigue los horarios y los guardias. Tengo lo necesario para cargar tu auto con algunos barriles necesarios para ello.

- Ford -balbuceo pasando una mano por su espalda tratando de sacar su vista de su blog de notas- Stanley estaría dispuesto a ayudarte, tienes que hablar con el. Se dónde está.

-Hotel Beijing #647. Si, lo se hace dos días -contento cerrando la libretilla- se lo que intentas Fiddleford pero, Stan y yo ya no podemos trabajar juntos. No entiende mis metas.

- ¿Siquiera le explicaste? -replico.

-Mis obligaciones quiero decir. Creo que le dejaré ser unos días más, necesita socializar y hacer ejercicio.

- Necesita de ti. No has subido a su habitación durante dos meses, tal vez más.

Stanford podía escuchar esas voces en su cabeza otra vez, adueñándose de lo que fuera que pensara. No podía hablar, mucho menos seguir escuchando a Finns.

Suspiro pesadamente tratando de recobrar lo poco de sí que le quedaba. unos minutos después mira ambos lados y al percatarse que fiddleford estaba ocupado salió del laboratorio tratando de limpiar su mente.
De igual manera salió de la cabaña, camino unos minutos, pasó el búnker y seguía con la mente nublada. Los recuerdos, las palabras y el rostro de Stanley era quién toma poder de su cabeza; sólo podía escuchar sus palabras y mirar sus ojos entre las nubes que se formaban en el cielo se desplomó en el suelo terminó mirando esos árboles que figuraban la forma de Stan.

No sabía si estaba enloqueciendo, escuchaba las palabras Stan que le repetían Confío En Tí.
Esto se estaba saliendo de control, Ford no podria controlar más lo que su cabeza le estaba exigiendo; locura.

Las horas pasaban y miraba como esa ventana descubría un atardecer informando que Ford, una vez más, no se presentó.
Quería ir, necesitaba ir, volver a decírselo y... Ver si entendía o llegaban a una condición o algo mejor que esto, que este alejado de el una vez más.

Se dejó caer sobre el sofá de la habitación y bebió de esa botella, no quería sentir ese dolor que dominaba su cuerpo, no quería recordar más esos ojos azules.

ᴍysᴛᴇʀʏ ᴛᴇᴀᴍ {sᴛᴀɴᴄᴇsᴛ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora