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—Buenos días —sonrio Stanford mirando como Stan colocaba la última de las maletas sobre el auto cerrando la puerta de este con una risa ladina.

— Buenos días ¿Ya les contaste? —pregunto Stan algo intrigado.

—Si, Fiddleford le gustó la idea pero a Rick no tanto.. prefiere estar con Will. Me sorprende que aún después de tres años quiera algo serio.

— Bueno, todos tenemos nuestro punto debil —susurro tomándole de los hombros con melancolía.

( . . . )

Pagaré lo que sea pero necesito mi historial borrado de nuevo, solo está vez Rick —suplico mientras sostenía el teléfono con el hombro dentro del baño intentando escapar de la curiosidad de Stanford.

— Bien, pronto te llegará el correo con mis pedidos. Nos vemos Stanley.

La llamada termino dejando salir un suspiro, había llegado lejos haciendo varias promesas falsas, trampas y estafas de las cuales su hermano no sabía para nada. Había intentado salvar su tracero todo este tiempo, hasta el mismo intentaba evitar a sus padres. El primer y último año nuevo que pasaron con ellos ya en la universidad fue de lo más seco además de incómodo, preguntas de su padre y preocupación de su madre era algo común en las cenas del par de semanas en el que estuvieron.

Podía recordar cómo fue esa noche en la que volvían en avión, Su hermano se disculpaba por no hacer nada al respecto sobre decirles de la relación, sobre los comentarios dolorosos de su padre... Se disculpaba por no poder darle frente a esas cosas importantes.

— ¿Nos invitaron de nuevo? —pregunto Ford mirando a su hermano conducir, habían mudado todas las piezas a una cabaña suya situada en Oregón, lejos de cualquier cosa que conocieran.

—Se hacen viejos y necesitan de nosotros, más Filbrick que quiere saber cómo te va.

— ¿No pregunta por ti?

—¿Por qué lo haría? —respondio con un nudo en la garganta— Si, soy su hijo; pero con serlo no me gano su interés. Tu sí Pointdexter.

Ford guardó silencio mirando hacia el frente, este año irían si es que no se atrasaban con gastos.
La cabaña estaba llena de cajas de todos los tamaños repleta de objetos personales y una que otra pieza olvidada por el camión de mudanza. Podía escuchar su propia voz hacer eco al entrar a la casa, a su casa.

— ¿Cuál es su nombre? —pregunto el cartero al ver a Stanley sobre el porche.

—Stanley De Pines —contesto dándole un sorbo a la cerveza.

— ¿Que no su esposa debería llevar el "De"?

—Es un país libre amigo, deja las cartas y toma una cerveza si quieres.

El chico tomo una lata y le entrego las cartas además de un paquete. — Tal vez escribieron mal el destinatario, está vez haré una excepción pero la próxima verifique que este bien —dijo el chico de cabello rojizo ofreciéndole una sonrisa.

—Claro, saluda a tu hermano Dan de mi parte.

Se retiró tarareando y en cuanto se perdió en el bosque abrió la cajita sin cuidado alguno rasgando el papel con brusquedad. Se encontró con un libro, ¿Más libros? Ya tenían hasta un cuarto que era llenado por ellos ¿Por qué la necesidad de tener más? A él le bastaba con un estante para las historietas y historias eróticas que robaba de los apuntes de su hermano donde las archivo dentro de otra historieta que realmente odiaba.

— Abrir las cosas de otros es grocero Stan —bufo Stanford tomando el libro con una mueca de enfado— Mamá llamo y me paso el número de reserva sobre los vuelos.

—¡¿Vamos a ir!? —pregunto asustado.

— Algún día tenían que enterarse, prefiero decirles a qué lleguen chismes... Sabes de sobra que si Él se entera antes te va a culpar de todo.

—Lo hace ya ¿Por qué te empeñas en intentar cambiar?

— Por qué quiero que seamos una familia mejor —suspiro tomando asiento junto a él.

—Sabia que tendría un suegro grocero, mal corazón e imbécil pero jamás creí que llegara a ser mi padre también —susurro Stan bebiendo más de la lata.

— Deja eso —dijo enojado quitándole la lata con algo de preocupación— todo saldrá bien, tal vez se enoje al principio pero estaremos bien —tomo su mejilla con una sonrisa y lo besó con ternura.

ᴍysᴛᴇʀʏ ᴛᴇᴀᴍ {sᴛᴀɴᴄᴇsᴛ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora