Capítulo 16

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“Cerré los ojos y le pedí un favor al viento: Llévate todo lo que no sea necesario. Estoy cansada de equipajes pesados que no me dejan avanzar. De ahora en adelante solo quiero llevar lo que quepa en mi bolsillo y en mi corazón”.

—Luna Márquez

Dulce

A pesar que los malestares continuaban, me sentía libre. Con mi hermana pasabamos tiempo juntas, saliamos al jardin con los niños y estábamos horas ahí, a veces hablando y otras solo estábamos disfrutando de nuestra compañía.
Mi amiga Anahi disfrutaba de la ciudad y las tiendas de Nueva York, mientras que yo disfrutaba cada dia soleado y bueno para mí.
Esta semana lejos de todo, me ayudó a crecer y no me olvide ni un segundo de mi amor. Christopher.
Los días que quedaba en la casa de mi hermana por los mareos y las nauseas, era mi momento de intimidad. Y mi momento de pensar lo bueno y lo malo de estar con Christopher.
Nunca pensé estar sin él, estuve un tiempo deseando que volviera. Volvió, pero mi miedo era que él sólo estuviera otra vez aquí por mi enfermedad.
Cuando trabaja de asistente social, me tocó ir a una casa abandonada, dos niños de la edad mas o menos de once años estaban allí. Le lleve comida y agua, también ropa, en el momento que tuve su confianza Tayron, el mayor de ambos me preguntó que hacía allí. Recuerdo que él me advirtió que aceptó mi comida sólo porque hacía exactamente una semana no habían comido. Sí, Tayron era desconfiado, pero cuando le pude hacer entender que solo quería ayudar; él me dijo que la gente que era como yo, sólo se acercaban a ellos porque le daba pena el estado deplorable que tenían "Nadie te ayuda, salvo que te esten viendo morir. El egoísmo de la gente es eso, pensar que algo hiciste y poder vivir sin ninguna carga. Eso es la caridad" esas fueron sus palabras exactas, le prometí no dejarlos y estar siempre.
Años después Tayron consiguió un trabajo en Colombia, se fue con su hermanito y me agradeció haber estado allí con él. Nunca más supe de ellos, sólo me enteré una sola vez que Tayron tenia su propia empresa.
Ese niño me dejo una enseñanza, no ser egoísta. Y ese era mi miedo, que Christopher se acercará a mi para que nadie lo señalara por dejarme en este estado. Sinceramente no me importaba que me dejara, lo que me importaba era que su amor no me correspondiera.
Pero cuando entendí que tenía que dejar a un lado lo malo, y dejar que mi corazón se llenara de paz y amor, fue cuando lo decidí. Volvería con mi Christopher.

Christopher

Me encontraba en el aeropuerto, estaba esperando ver a mi hermosa esposa y a mis hijos. Cuando la vi salir a ella por la puerta, la note delgada y pálida, se me encogió el corazón y un dolor inexplicable en el pecho me angustio. No lo dude, me acerqué a ella y la abrace, la abrece tan fuerte que en ese gesto le estaba diciendo que no queria sufrir más estando lejos de ella.

— Papi, hello! — Ana nos interrumpió. Miré a Dulce, me dio una rápida sonrisa y luego miro a mi hija.

— Hola preciosa, te extrañé — la abrace y la llene de besos.

— Igual yo, pero ya déjame— me empujó y se limpió la cara.

— Tú campeón ¿No extrañaste a papá? — le digo abriendo mi brazos y él salta colgandose en mi cuello.

— Si, bastante— responde con esa vocecita tan dulce que lo caracteriza.

— Bueno ya, nos vamos— Any esta con Manu en su brazos algo irritada.

— ¿Y tú por que traes esa cara? — digo riendo.

— Porque en el embarque hicieron que deje un par de prendas — dice Dulce riendo.

— Pobre Alfonso— digo riendo con ella.

Después de cargar las maletas, dejamos a Any en su casa. Y no dirigimos a la nuestra. Era tarde, y mis hijos estaban algo cansado.

— Tengo una idea Dul, cocino la cena y ustedes se refrescan. — digo mientras entró las malestas.

— Si, que papi haga la cena! — dice Ben eufórico. Dulce me mira por unos momentos y luego dice — Okey.

Hice una de las comidas preferida de mi mujer, lasaña. Sabía que le encantaba, y de preferencia la de su mamá. Cuando la mamá de Dulce murió traté de lograr que quedará como la de ella, después de varios intento se asemejo a la de Blanca. Era una forma de mantener a Dulce bien, y cerca del recuerdo de su madre.

Dulce y los niños bajaron, ella vio la comida que preparé. Me miró y sonrió, su mirada se empañó por lágrimas. Pero ella no dejo que ninguna se cayera.
En la cena le di la notícia a mis hijos, la felicidad de Ana al entrenarse que mi compromiso con Isabel se rompió era de no creer. Dulce siempre estuvo atenta a su plato, evitando mirarme.
La cena terminó, y mis hijos se fueron a descansar, quedamos Dulce y yo.
Me puse a ordenar la cocina, y a lavar los trastos, por mi cabeza pasaban diferentes cosas, pero la principal era porque Dulce me seguía alejando.
Mi cabeza estaba pensando que hacer, no sabia como explicarle o de que forma hacerle entender que la amaba, siempre lo hice.
De un momento a otro siento unos brazos envolviendo mi cintura, y unas manos, que conozco demasiado, subir hasta mi pecho. Cuando supe quien era, no lo pude evitar, mis lágrimas y sollozos salieron. No lloraba de tristeza, sino de felicidad. Era un sentimiento de estar en casa otra vez.
Ella apoyo su cabeza en mi espalda, y se quedo por unos cortos minutos así. Era simplemente perfecto, sin una palabra ambos sabíamos que estaba pasando.
Me seque las manos, y me di la vuelta. Ella también tenia lágrimas en sus mejillas.

— Te amo — dije tomando su cara entre mis manos.

— Te amo— respondió posicionando su mano arriba de la mía— Prometeme que esto no cambiará cuando pase el tiempo. — no entendía que quería decir, pero al diablo con todo. Tenía al amor de mi vida nuevamente conmigo.

— Te lo prometo, te lo prometo— tome su boca, y le di un beso feroz pero a la vez tierno. Como habia extrañado esta sensación de ser algo especial para alguien, con cada beso ella se entregaba en su totalidad para mi. — Te amo mi amor.— le decia entre pequeños besos.

— ¿Christopher esto no lo haces por mi enfermedad verdad? — se despegó de mí, la mire confuso. No entendía de donde sacó tal estupides.

— Dulce, mi amor — la tome por la cintura, y la pegue a mi cuerpo— Te amo, con enferemda o sin ella. Te quiero a mi lado, y Dios sabe cuánto sufrí estar lejos de ti. Dios sabe que esta semana estaba tan agobiado. Te amo, te amo, te amo. Si quieres te lo escirbo para que me creas, te amo Dulce.— Ella me mira por unos minutos, y luego es ella la que pega sus labios a los míos. Y yo la abrazo a un mas fuerte, la tengo entre mis brazos otra vez.

No podré estar sin ti ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora