𝟏𝟑𝟒𝟑𝟒𝟎 | Relatos ficticios, tomando a los siete chicos de bangtan seonyeondan como principales protagonistas.
Tu mirada sofocante, todavía giro a tu alrededor y nada ha cambiado. Pero si el amor no tiene nombre, todo ha cambiado ─ BTS, 134340...
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─¿Puedo saber dónde estás?
Mi novio no había respondido mis tres llamadas anteriores, lo que me había molestado un poco, en especial viniendo de él.
─Estoy practicado.
─¿El qué? ¿Cómo me darás el regalo de nuestro aniversario?
─Mierda.
─Si, mierda.
─Voy en camino.
─Ya ni te molestes.
─Te haría caso, pero te amo y sé que no te gustaría que te hiciera caso. Voy a casa.
Y cortó nuestra llamada, suspiré.
Sabía que olvidaba nuestro aniversario, pero me molestaba el que no responda mis llamadas.
Minutos después tenía a un bañado Min Yoongi sentado en mi cama, tenía su pelo sedoso y no sudado como cuando llegó, su ropa ya no era de deporte, si no la que comúnmente utilizaba.
─¿Debo llevar mi chaqueta de lana debajo?─ le pregunto.
─Por mí, no lleves ni ropa interior.
─Yoongi, seriamente. ¿Quieres que muera de hipotermia?─ en Seúl hacían justamente cero grados, estábamos hablando de un frío inmenso que estaba por todo el aire.
─No, solo lleva dos mantas y ya.─ le lanzó una de las almohadas de mi cama en la que se encontraba sentado mirándome.─ Hey, cuidado, que sin mí, nos quedamos aquí.
Gruñí, coloco ambas manos en mi cintura mirándolo mal.
─Es nuestro aniversario.─ comienzo─ El año pasado no lo celebramos, estabas de gira y no estuvimos juntos por meses.
─¿No lo celebramos?─ pregunta falsamente─ Recuerdo perfectamente tus gemidos a través del computador.
─¡Yoongi!
Después de colocarme unos pantalones abrigados, los más abrigados que tenía, doble par de calcetines, una polera con mangas largas, una sudadera delgada y arriba de este otro más grueso, por fin salimos de mi departamento.
Mi novio y yo íbamos a ver las estrellas, en el mirador más lejano de la ciudad, era mi favorito. No únicamente por la vista más hermosa que las demás, también era porque, ni a Yoongi y a mí nos llegaba señal en nuestros celulares.
Evitaba que la empresa le llamara cuando estábamos nosotros y nuestros momentos de pareja, algo más íntimo y acogedor de cierta manera.
Llegamos más tarde de lo planeado, eran cerca de las tres de la mañana. Aún seguían las estrellas allí, solo que yo tenía algo de sueño, no demasiado.
